‘There’s a Riot Going On’ no es un disco descollante en la discografía de Yo la Tengo. Pero, francamente, da igual. Porque sigue valiendo completamente la pena peregrinar allá donde toque el trío. Si Yo la Tengo no conoce disco malo, menos aún se les recuerda un concierto que no haya sido memorable. Y más que memorable fue la noche de ayer, en un Apolo con las entradas agotadas y que lucía magnífico. Yo la Tengo se dedicaron a hechizar al público con todo su arsenal, con esas canciones de pop alternativo ora tan tenues que parecen que van a romperse, ora apisonadoras. Todo servido con su estupendo y aparentemente fácil dominio instrumental; Ira llevaba el peso específico de las guitarras y gran parte de las voces, mientras Georgia y James McNew iban alternándose entre baterías, teclados, bajos y otros. Foto: Erik Magermans (show de Madrid).
El concierto se dividió en dos partes; una primera “acústica”, en que desgranaron su repertorio más calmo, y una segunda en la que brillaron el nervio y el reverb. Esta primera parte se inició con el largo instrumental ‘Your Are Here’, con el que abren su último disco. Y daba gusto ver cómo la iban desarrollando, cómo James pasaba con asombrosa desenvoltura de los teclados a la segunda batería. El repertorio fluía sin pausas, con un sonido exquisito y diáfano, mientras ellos, serios y reconcentrados, iban dejando ir su fabulosa capacidad de emocionar. El público, entusiasmado y respetuoso, chistaba si asomaba el más mínimo conato de conversación en los desarrollos instrumentales. ‘Ashes’, ‘She Might, She May’ o ‘Forever’, las tres de ‘There’s a Riot…’ brillaron con la fuerza de clásicos. Pero el momento más emotivo fue cuando James, parapetado tras el contrabajo, cantó una conmovedora ‘Black Flowers’. Ahí ya aparcaron el gesto adusto, y tras cuarenta minutos de mutismo, Ira bromeó sobre el topicazo de decir, concierto tras concierto que “esta es nuestra ciudad favorita”… para rematar que (ehem), efectivamente, Barcelona lo era. ‘Big Day Coming’ sin la guitarra haciendo reverb y un largo ‘I Heard You Looking’ cerraron la primera tanda de canciones.
Tras una pausa de veinte minutos, la segunda parte empezó aparentemente calmada… hasta que reventaron los reverbs y las distorsiones, con Ira flipándose fuerte con las guitarras. Adiós al ensimismamiento. Ira seguía mandando durante la emotiva ‘For You Too’, pero Georgia se lució en ‘Little Eyes’ y ‘Shades of Blue’, para, a continuación, volver al dulce pop distorsionado e ir subiendo el crescendo hasta un ‘Tom Courtenay’ en que todos nos contagiamos. Y allí todo ya era felicidad, melodías y distorsión, rematadas en una ‘Blue Line Swinger’ arrebatadora, en que Ira se echó al suelo y enloqueció a la guitarra. La sonrisa de James no podía ser más esclarecedora. Pero claro, la cosa no se iba a acabar ahí. Los bises los trajeron “tocando canciones de New York City”, en las que destacó un ‘I’ll Be Your Mirror‘ susurrado. Más de dos horas de Yo la Tengo, en que mostraron que siguen tan pletóricos y emocionantes como siempre. 9.