Monterrosa / Latencia

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Monterrosa / Latencia

Leyendo una entrevista a Rocío Saiz y Enrique F. Aparicio en Shangay, me acordé de cuando, no hace mucho, escuché a una persona de bastante peso decir que el éxito de Los Javis era “por ser gays”. Estoy acostumbrado a escuchar ese tipo de cosas, pero me sorprendió especialmente que viniese de alguien que se supone que sabe cómo funciona el mundillo; la realidad es que, como dice Rocío en dicha entrevista, ser un artista abiertamente LGBT es un arma de doble filo, y ese filo tiende más a dañar: “no se habla lo suficiente de que, a lo mejor, porque seamos una bollera y un maricón, un determinado promotor no te contrata”. Ante eso, puedes intentar disimularlo, darle la vuelta y hacer que toda tu propuesta gire en torno a eso o, simplemente, seguir con tus creaciones sin negar que, evidentemente, y en tanto que éstas parten de ti y de tus experiencias, van a incluir tu afectividad y tu sexualidad. Y el camuflaje que se quede únicamente como un (muy eficaz) hook de ‘Fauna’, porque ellas dos pasan de ponérselo.

Esto es importante y ofrece perspectivas distintas: hablamos de la importancia de Troye Sivan o Hayley Kiyoko canten en sus discos sobre enchochamientos y rupturas hacia personas de su mismo sexo (sin usar pronombres ambiguos como otros se ven obligados a meter), y eso mismo también da a Monterrosa un carácter de excepcionalidad (que ojalá no fuese tal). Pero tranquilos porque, al igual que el interés de ‘Expectations’ y de ‘Bloom’ iba mucho más allá de eso, el atractivo de este ‘Latencia’ tampoco acaba ahí. Más bien al contrario: su primer EP no tiene canción mala. Hasta la introducción tiene replay value: ‘Seleccione jugador’ es, además de una delicia para los aficionados a los videojuegos, muy efectiva, como los toquecitos Hannah Diamond y el sutil EDM de ‘El origen del mundo’, o el aroma a Fangoria de ‘Parálisis’.

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Al igual que dúos pop nacionales recientes como Leslie & Betsie (o los más urban Malabbabba), Monterrosa parecen encantados con el revival de los sintes ochenteros (bueno, ¿se fueron del todo?), los pianos noventeros o el electropop de los 00-10s; en definitiva, con el pop que les ha ido acompañando como banda sonora. No en vano, al curiosear la playlist de inspiración al disco confeccionada por Enrique encontré nombres que ya se me habían venido a la cabeza escuchándolo, tanto de ese tipo de artistas como de los artistas actuales cuya música denota pasión por esos temas, como Carly Rae Jepsen, Joe Crepúsculo, Mueveloreina, Varry Brava, Kylie (y no con postureo, que la que reivindican es ‘The One’, ojo), Delaporte, la mencionada Hannah Diamond… ¡y hasta ‘Flying Free’ y ‘Moi… Lolita’!

La unidad del disco es tal que el rompepistas ‘Fauna’, con el que muchos los hemos conocido y que protagonizan quienes vuelven con miedo a casa de madrugada (“volviendo a casa a las seis de la mañana el momento más duro tendría que ser si eliges kebab o hamburguesa”, resumen ellos), no hace palidecer en absoluto al resto de canciones. Sigue siendo un temazo donde además, como decíamos al principio, influye que quienes escriban saben perfectamente de qué hablan (“tan frágil que te pone en jaque un gesto”), pero es que tenemos grandes sorpresas; por ejemplo, dos cortes generacionales tan redondos como ‘Me manipulaste’ y ‘1992’.

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La primera podría ser un tema un poco más amable (pero solo un poco) de Los Punsetes, donde el asco hacia la sociedad es más asco de una juventud hacia lo que se prometió si seguías el camino correcto (“me hiciste pensar / que mi desdicha / era algo generacional / que si no avanzo es por / mi vicio de quejarme / boicotearme”). Y la segunda termina siendo quizás su mejor tema: el desengaño vital se repite aquí, empujándonos a probar lo que sea, a hacer lo que sea, con quien sea, con tal de buscar un sentido (“¿cómo va a hacer daño? / es tan de verdad”) y de sentir esa libertad y esa felicidad sin preocupaciones de la infancia, cambiada ahora por cinismo, por mucha presión y responsabilidades pero muy pocas certezas. De nuevo: esta añoranza no es algo inédito, pero la situación es distinta al ser queer, porque quizás es más intenso cuando prácticamente no has tenido infancia/adolescencia… y, aun así, la añoras.

La lección vital que Enrique imparte en el “monólogo por partes” de este tema es un reflejo también del modo de trabajo del grupo: Rocío se identifica con la emoción que desborda y Enrique con el detallismo maniático. Pero la combinación de ambas cosas es todo un acierto, y la amarga ‘De Vuelta’ es todo un ejemplo de ello: con referencia a la desgarradora ‘El Amor’ de Massiel, aquí también disfrutamos intensidad y honestidad en las letras (“rompo a bailar dentro de este probador / que un día fue nuestro rincón”), disfrutamos de una deliciosa producción y de un toquecito darks que nunca está de más (“otra vez / el abismo / de uno mismo”). En conclusión, la verdad es que Monterrosa difícilmente podrían haber empezado mejor. Y lo mismo se aplica al 2019 para el panorama del pop nacional: puede respirar tranquilo con propuestas nuevas de este nivel, o del de Delaporte, cuyos estupendos trabajos nos han llegado en el mismo mes. ¡Y aún estamos a febrero!

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Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘1992’, ‘Fauna’, ‘De Vuelta’, ‘Me manipulaste’, ‘El origen del mundo’
Te gustará si te gusta: Joe Crepúsculo, Leslie & Betsie, Varry Brava, La Prohibida, Mueveloreina, Carly Rae Jepsen, ‘Girls’
Escúchalo: Spotify

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