Ofrenda floral / Las flores no me odian

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Ofrenda floral / Las flores no me odian

“Estos no son mis Gente Joven, que me los han cambiado”, pensé tras la primera (y muy superficial, confieso) escucha de Ofrenda Floral. Obvio, porque Ofrenda Floral no es Gente Joven, aunque tras ambos proyectos esté el leonés Fernando de la Flor. Es curioso, sin embargo, cómo nos pueden llegar a engañar las primeras escuchas casuales. Enseguida descubrí que realmente la metamorfosis no es tanta. Lo esencial continúa intacto.

Que el enfoque de este nuevo proyecto es más ambicioso lo prueba la edición del disco en 10” por Kocliko Records (precioso diseño de Gregorio Soria) y la masterización de Cris Romero. En ‘Las flores no me odian’ Fernando parece querer decirnos que vale, que el indie, el shoegaze y el dream pop están muy bien, pero que ahora le apetece bailar. Aunque sea un poquito. No, Fernando no se ha echado en brazos del techno pop más descocado y la disco music más hedonista. Pero sí que ha cambiado la envoltura de sus canciones. Ha mudado el lo-fi por el hi-fi; los ropajes de cantautor indie por el de elegante grupo de pop electrónico. Esas melodías, que antes eran más ensimismadas, ahora, como diría Joe Crepúsculo, suenan brillante. El ritmo interno, tanto del disco como el de los temas, es más acelerado, con más rasmia. Sin embargo, el interior se mantiene intacto; los temas de duración breve, las letras, la voz de Fernando (siempre doblada, recitando más que cantando), la permanente atmósfera de hermoso misterio y Family en el horizonte.

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‘Las flores no me odian’ se arranca de manera electrónica, acelerada, con ‘Diminutivos’, para acabar inmediatamente colgando de una estructura levísima de clics y clocks, a la manera de la indietrónica. Hay chorreo de sintetizadores ligeramente makinorros, tratando de rememorar el eurodance de los 90, en ‘Metálico’, que retrotrae mucho a Parade, especialmente en lo lírico (“Metálico, soy kilos de chatarra”).

‘Junt(ix)os Y Revueltos’ es un retorno a terrenos más acústicos, con una tosca pero simpática caja de ritmos marcando el ídem. Pero si hay un tema que nos convence del todo del sutil giro estilístico es el hit del disco, ‘Las costas de Jupiter’, una de esas pequeñas maravillas a las que Fernando nos tiene tan acostumbrados, esta vez refulgente con su melodía tan hechicera y su estribillo encantador y redondo.

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La cara B es prácticamente un retorno a la obra anterior, ejemplificado en ‘Bomba-mambo’, liviana y hermosa, y coronado por ‘La Carcoma’, sólo con guitarra acústica y salpicada por efectos espaciales pequeñitos. Para reconducirnos al camino del techno jovial está la ingenua y tonta -pero encantadora-, ‘La gran ilusión’, a base de ritmos sincopados y casiotone. El cierre es otro retorno a los orígenes, ‘Caminos amplios y libres’, una pequeña nana prácticamente susurrada. Tras el pequeño susto inicial arriba relatado, el giro de Fernando me ha ganado. Parafraseando a Lampedusa: todo ha de cambiar (un poco) para que siga igual (de bonito).

Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Diminutivos’, ‘Metálico’, ‘Las costas de Jupiter’,’La gran ilusión’.
Te gustará si te gusta: Charlie Mysterio (y Los Caramelos), Parade, Family.
Escúchalo: Spotify

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