Con el público listo para disfrutar del fin de semana, Morgan ofrecieron el concierto inaugural en la jornada del viernes en Santander Music, metiéndose a la audiencia en el bolsillo con su elegante propuesta de soul y blues-rock, que tantas alegrías les ha dado últimamente. A veces de pie y otras (la mayoría) frente a su teclado, Nina robó completamente el protagonismo de sus compañeros gracias a su preciosa voz, capaz de emitir unos suaves aterciopelados tanto como de lograr el drama de una Amy Winehouse o una Joss Stone. Canción a canción, Morgan demostraron que su conocimiento de la canción soul es profunda y a menudo incluso podrías confundirles con una banda americana. Con un buen balance de dosis de emoción y baladas serenas con el único acompañamiento de voz y guitarra eléctrica, incluso buscando el baile en algún momento, los madrileños ofrecieron un show que dejó al público con ganas de más. Una sorprendente versión de ‘Lose Yourself to Dance’ de Daft Punk llevó el concierto a su cumbre, aunque Morgan aún tenían algún cartucho que gastar y sobre todo Nina muchas gracias que dar: no se dejó a nadie al que agradecer el apoyo. [Fotos: Enrique Santiago para Santander Music Festival.]
En un estilo opuesto, Second supieron imponerse en el festival gracias a un sonido compacto y contundente con el que quedó claro que, si algo les diferencia de grupos similares como Izal, es su búsqueda de un sonido más potente y duro, pues en su show sonaron en algún momento incluso guitarrazos cercanos al hard rock. Presentes en el festival para desgranar los cortes de su último disco, ‘Anillos y raíces’, aunque sin olvidar hits como ‘Invierno dulce’ o ‘2502’, Second probablemente no convirtieron en fan a ningún escéptico, pero nadie puede negar que lo que hacen lo hacen bien, y la concurrencia de público en su concierto así lo atestiguó.
Y si el grupo de Sean Frutos está más que consolidado 20 años después de su formación, Mastodonte va sin duda camino a ello. La banda de Asier Etxeandia y Enrico Barbaro es algo especial, pues claramente busca ser mucho más que una simple banda de rock: Etxeandia es un conocido actor y la teatralidad es uno de los elementos característicos del sonido de Mastodonte y por supuesto también de su directo. Pero lo que se ve en el escenario supera cualquier expectativa: como Queen pero más bailables y electrónicos, Mastodonte y sobre todo su carismático vocalista se aseguran de que no despegues la mirada del escenario en ningún momento gracias a su pensada puesta en escena -todos o casi todos los miembros de la banda llevan la frente pinta de blanco- y a un Etxeandia que canta y baila como poseído por una energía sobrenatural. Sus cambios de vestuario -en un momento lleva una falda encima de unos pantalones, en otro el impresionante outfit del video de ‘Anatomía de un éxodo’- entretienen, pero son su vozarrón a lo Freddy Mercury, impresionante en temas como ‘Glaciar’, ‘Bilbao’ o la final ‘Redención’, y su pasión desbordante encima del escenario los que te hacen admirarle y flipar al mismo tiempo. Asier lame el mástil de una guitarra, la cara de uno de sus músicos, hace como que se folla el micrófono, gatea, se revuelve por el suelo, y sobre todo baila y sacude las caderas hasta que parece que no le va a quedar más cuerpo por usar. En un momento dice “el que mejor baile es el que mejor se celebra a sí mismo”, una verdad tan grande como que el show de Mastodonte, que incluyó una acertada y divertida versión de ‘Let’s Dance’ de David Bowie, fue de los que se recuerdan.
Tras el espectáculo de Mastodonte, cualquier cosa que viniera después iba a parecer poca cosa, incluso el concierto de los cabezas de cartel Kaiser Chiefs, que presentaron en Santander Music su nuevo álbum ‘Duck’ así como otros hits de su discografía. Vestido de chaqueta, con camisa blanca y pajarita, Ricky Wilson parecía salido de la oficina directo al karaoke y empezó el concierto tocando encima de un altavoz, luego siguió encima de la batería… y de brinco en brinco lo raro es que no se quedara sin aire a tres canciones de empezar. Sin embargo, los británicos dieron buena cuenta de su energía, hasta el punto que en algún momento parecían una banda novel, siempre en el buen sentido. Después de Mastodonte insisto, se agradeció un concierto tan divertido y desenfadado en el que las coreables canciones de los de Leeds parecían hechas a medida para el «formato festival», y que incluso dio lugar a un pequeño pogo en el tramo final, durante el hitazo de ‘I Predict a Riot’. Antes, Kaiser Chiefs ya habían tocado seguidas ‘Everyday I Love You Less and Less’ y ‘Ruby’: enlazando las tres canciones seguidas, sin duda lograron el clímax buscado.
Aunque para «clímax» el del concierto de Cupido, que haciendo honor a su nombre, invitaron al escenario a un fan que procedió a pedirle matrimonio a su chica delante de todo el mundo. Lo peor de este pequeño episodio no fue la cursilada de pedir matrimonio a alguien en el concierto de un grupo llamado Cupido, sino que el momento pareció fingido y sobre todo a nadie pareció importarle lo más mínimo. Ni siquiera a Pimp Flaco, al que se le veía la cara de «over it» incluso a través de sus gafas de sol. Por suerte la música lo compensó con creces: con solo un disco de ocho canciones en el mercado, el concierto de Cupido iba a ser necesariamente de los amenos. Lo mejor es que, a estas alturas, temas como ‘Milhouse’ o ‘Telepatía’ se están consolidando en su repertorio de manera muy contundente: la gente las canta como si fueran clásicos. Pero nada que ver con la coreadísima ‘Autoestima’, que Cupido alargan en vivo para aprovecharla al máximo, y ‘No sabes mentir’, su gran clásico. A veces me asaltan dudas sobre el futuro de Cupido: ¿cuánto más les queda por contarnos? ¿Están interesados Pimp Flaco y Solo Astra en hacer carrera juntos? ¿No tiene pinta de que sacarán un segundo disco y adiós? Preguntas que solo el tiempo resolverá, pero mientras también tengo muy claro que, gracias a ‘Préstame un sentimiento’, Cupido tienen un pequeño hueco asegurado en la historia de pop español, algo que nadie les podrá quitar nunca.