El gigante apostó por ella, hizo un gran desembolso en publicidad y la cosa dio sus frutos, con Álvaro Morte, Úrsula Corberó, Alba Flores, Jaime Lorente, Miguel Herrán, Paco Tous, Pedro Alonso y compañía haciéndose mundialmente conocidos, y con una expectación alrededor de los nuevos episodios como si fuese cualquiera de los bombazos internacionales que maneja Netflix (corrección: es que lo es). Tal es el caso que los números de su regreso en esta tercera temporada han sido mejores que los de la tercera temporada de ‘Stranger Things’. Es la serie no hablada en inglés más vista de Netflix, y una de las que más dinero le está reportando este verano… y hablamos de una serie que, a tenor de lo visto en el final de la segunda temporada, podríamos decir que ya estaba cerrada. ¿Cómo se las han ingeniado para continuar la trama? ¿Y cómo se ha notado este megaestatus en los nuevos episodios? Pues lo cierto es que, aunque presenta novedades, la evidente inyección de billetes no hace que ‘La Casa de Papel’ traicione su esencia. Con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.
Por supuesto una de las novedades está en el reparto. Los más jóvenes Jaime Lorente, Úrsula Corberó y Alba Flores siguen confirmando que pueden hablarle de tú a tú a Itziar Ituño y Álvaro Morte, pero, de entre todos los problemas a los que ‘La Casa de Papel’ debía enfrentarse para su reinicio, uno estaba en la interpretación: considerábamos la serie cerrada y, por tanto, había dicho adiós a dos de sus personajes más queridos, el más entrañable (el de Paco Tous) y el más carismático (el de Pedro Alonso). Que los fichajes debían ser potentes era quedarse corto. Pero han sabido hacer las cosas: Najwa Nimri
era el fichaje estrella como Alicia Sierra, una inspectora tan inteligente como cabrona que, aunque tiene mucho menos tiempo en pantalla de lo que parecía por las promos, sabe lucirse y aprovechar al máximo sus momentos (y hasta los extras como esta entrevista fake son oro puro made in Najwa). De quien no sabíamos bien qué esperar era de Palermo, el personaje de Rodrigo de la Serna y, aunque es muy difícil sustituir a Berlín, el argentino se come a sus acompañantes con su actitud y sus frases lapidarias (la ganadora indudablemente es «soy el sudaca que vino a repatriar el oro que ustedes saquearon, hijos de puta»), y protagoniza una trama un tanto anticlimática con Helskinki y Nairobi que, todo sea dicho, nos da uno de los grandes momentos de la serie, ese diálogo sobre la valentía y «los amantes».Otro de los fichajes es el siempre eficaz Pep Munné (a quien podemos recordar de ‘Los Amantes del Circulo Polar’, de la catalana ‘El cor de la ciutat’ o de su grissomniano Mateo en esa ‘Génesis‘ que vimos cinco personas pero que estaba francamente bien), el joven Carlos Suárez (‘Contigo no, bicho‘), que consigue que un personaje que se debate entre el cringe y lo tierno acabe tirando a lo tierno, al igual que su partenaire en la ficción –interpretada por una desaprovechada Olalla Hernández, ¡más minutos en la cuarta temporada!–, o una aparición episódica pero maravillosa (como maravillosa es ella) de Susi Sánchez. Por su parte, Fernando Cayo interpreta a un coronel más inútil que Kim Bauer en la 2ª temporada de ’24’, a quien la banda se le adelanta continuamente en sus planes, y que debería agradecer a todos los santos que Alicia Sierra aparezca en su camino, aunque a los fans su inteligencia nos amargue la existencia.
Más allá de los fichajes, otras novedades son la mayor presencia de la acción (de nuevo, se notan los dineros) y, sobre todo, el ritmo mucho más acelerado de la serie (lo cual no siempre le viene bien, ojo), resultando en muchas menos tramas de relleno que las anteriores, aunque no nos libramos de alguna que otra, y de momentos ridículos como la milagrosa recuperación de dos personajes -spoilers, pero cuando la veáis nos entenderéis-, o esa Lisboa celosa de Tokyo, de Alicia, de la vecina del quinto y hasta de Helskinki si hace falta (¿hacía falta plantear así a Lisboa, en serio?). También se pretende en esta temporada hacer un guiño al carácter internacional de la serie, incidiendo en el carácter internacional de la banda, y creando referencias meta como eso de mostrar a manifestantes a lo largo del globo con las caretas de Dalí. Esto ha llevado a algunos a decir que es «la nueva ‘V de Vendetta'», y a empeñarse en adjudicarle un carácter antifascista y anticapitalista que acaba resultando sonrojante en cuanto rascamos un poco. ‘La Casa de Papel’ no es ‘V de Vendetta’ ni en influencia ni, por supuesto, en contenido, pero tampoco sería justo culpar a la serie de lo que otros depositan en ella: lo que pretende ‘La Casa de Papel’ es ofrecer un entretenimiento bastante digno que, además, ahora tiene que estar a la altura de las expectativas que los espectadores internacionales tienen de ella. Y cumple de sobra. 7.