Tindersticks: «Nunca nos sentimos cómodos en los 90 de Londres»

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Tindersticks: «Nunca nos sentimos cómodos en los 90 de Londres»

Stuart A. Staples parece una persona tranquila como ha sido siempre la música de Tindersticks. De visita promocional en Madrid para hablar del nuevo álbum de la banda, ‘No Treasure But Hope‘, el artista muestra su entusiasmo con la última etapa del grupo, pero siempre desde la absoluta calma. Justo este jueves ha cumplido 54 años (aunque la entrevista tuvo lugar hace unas cuantas semanas, por lo que no tenemos ocasión de felicitarle), y no tiene por tanto ningún reparo en hablar de la época en que no era consciente de lo que estaba haciendo, en la que topó con la profesión de cantante casi por accidente o de la que considera infravalorada en Tindersticks. ‘No Treasure But Hope’ será presentado en 2020 en nuestro país en las siguientes fechas: el 23 de febrero en Vigo, el 25 de febrero en Barcelona, y el 14 de marzo en San Sebastián. Foto: Richard Dumas.

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Has dicho que ‘Pinky in the Daylight’ es tu primera canción de amor sin peros, ¿hay lugar hoy en día para las canciones de amor puras, sin ironía?
Ni idea (carcajadas). No estoy acostumbrado a escribir canciones así, pero no tienes poder de elección sobre lo que escribes. Las canciones pasan, y hay una responsabilidad con el momento en que las haces y las entiendes. ‘Pinky in the Daylight’ no era tan diferente a ‘No Treasure But Hope’, pero esta última viene de un momento de desesperación. No estoy acostumbrado a que me vengan las canciones en momentos de alegría, pero hay que ser honesto con ese momento. Tienes que abrir tu corazón ante una canción así, no sé si es más difícil ahora que somos muchos más cínicos, que estamos más informados… pero es interesante.

¿Te consideras un romántico?
Es una de esas palabras… Quizá. ‘Pinky in the Daylight’ es definitivamente un momento romántico. Odiaría pensar en mí mismo como un devoto del romanticismo, pero tampoco sé si no me catalogaría como romántico.
Te pregunto también, aparte de pensando en el origen del romanticismo o su vigencia, porque la banda me parece que ha sonado siempre romántica en los detalles, o incluso en los momentos que escoges para escucharla. No sé si te molesta.
Está bien. Si escuchas cualquier música y conecta contigo, si hace sentir algo a una parte de ti, está haciendo lo que tiene que hacer, sea lo que sea.

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Me he leído un libro sobre Tinder, en el que la periodista, que ha escrito para The Guardian, cita un artículo de hace décadas en el que decía que en el futuro lo romántico estaría muy mal visto. ¿Lo entiendes así?
Todos necesitamos sentir una conexión con alguien, independientemente de cómo sea. No uso Tinder, es un mundo ajeno para mí (carcajadas), pero la gente necesita a la gente y tienes que apañártelas para conectar. Cuando era joven, había maneras de tener sexo rápido sin ningún significado y también otra cosa. No hay gran diferencia. La finalidad es la misma.

¿No ha cambiado el modo como vemos el amor?
Me gusta pensar que es una necesidad esencial para nosotros, que hay que aceptar.

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Hablemos de la belleza, en «Pinky» hablas de haber encontrado una «nueva belleza». La canción inicial se llama ‘For the Beauty’. ¿Dónde has encontrado esa «nueva belleza»?
Al escribir estas canciones, algo que he sentido profundamente es la relación que hay entre el mundo de la belleza y el dolor. El disco habla de cómo necesitas mantener la esencia de la belleza, teniendo que ser capaz de lidiar con el dolor. El disco existe en ese espacio, en intentar mantener esa esencia. En este momento hay mucho dolor en el mundo, y personalmente, intentar mantener la esencia de la belleza es un objetivo.

«Al escribir estas canciones, algo que he sentido profundamente es la relación que hay entre el mundo de la belleza y el dolor»

¿Por eso vemos un mapa en la portada, como guía o lugar?
Las canciones fueron escritas en Ítaca, una pequeña isla de Grecia, donde he pasado bastante tiempo en los últimos años.

¿Vives allí, no?
Parte del tiempo. Escribir el disco allí, rodeado del Mediterráneo, ha alimentado el disco. Fue un sitio idílico de libertad para mí, pero que ahora no puedo evitar ver que se ha visto mancillado. No pude evitar que esa relación empapara el disco. Va sobre la relación de una pequeña y bonita isla del mundo y la isla de la que vengo.

¿Qué opinas de la escena musical en Reino Unido ahora que no vives allí? Siempre habrá gente como Richard Hawley, ¿pero qué te parece la música de hoy?
Creo que algo está empezando a pasar. Hay gente joven con cosas que decir, de maneras distintas. Ahora hay un espacio para cosas, mientras el mainstream está desviándose hacia otro espacio. Hay gente joven que siente que el mainstream no tiene nada que ver con ellos. Algo está empezando a pasar, gente como Black Midi o The Murder Capital, gente que hace sus propias cosas y a su manera.

«Hay gente joven que siente que el mainstream no tiene nada que ver con ellos»

Porque el mainstream está lleno de solistas, casi no hay grupos…
Por eso lo digo. Los artistas solistas están al final de todo un proceso. Eso no tiene nada que ver con gente joven que quiere hacer cosas con su propio lenguaje y eso es lo que yo espero. Las cosas están siguiendo su curso después de todo lo que han movido la televisión y los «talent shows». Es el momento de que la gente joven haga lo que quiera a su manera.

Has dicho que sabes que ya no sois una banda joven ni de moda, pero que conectáis más con la gente que nunca. ¿Qué quieres decir? ¿Sientes que conectas con la gente joven?
No quería decir eso. Yo escuchaba a Magazine y a Joy Division de joven, pero no por eso dejaba de escuchar a Tom Waits. Lo que quería decir es que cuando eres joven, pasan las cosas y no las entiendes, ni tampoco tus relaciones. Vives una explosión de creatividad, de energía, y entras así en la música, aunque seas outsiders como nosotros. Haces un disco y la gira, un disco y la gira, y así te pasas 10 años. Hicimos 5 discos en 10 años. Se transforma en un proceso. Siempre intentas por supuesto expresarte y mostrar tus ideas.

Pero estos últimos estos 10 años han ido más de explorar la música, de pensarla, unificarla, es cuando la comprendes y aprecias. No hablo de ser menos experimental, o desear menos lo que haces, sino de ir en distintas direcciones, mirar diferentes cosas… Está siendo mucho más enriquecedor que los primeros 10 años, que era más sobre la industria. No es que piense que formara parte de la industria, pero sí se tomaban decisiones, y yo era parte de un proceso. Y ahora manejamos las cosas que nos conducen, es más enriquecedor. Hace 10 años, cuando volvimos, decidimos no mirar nunca atrás. Ahora estamos en una situación en la que la música que hacemos, sobre todo los dos últimos discos, se está alimentando a sí misma. Es mucho más gratificante que los primeros 10 años.

«Los últimos 10 años han sido mucho más gratificantes que los primeros»

¿Crees que este es un buen álbum para que alguien escuche a la banda por primera vez?
Es acogedor. El último, ‘The Waiting Room’, con todo lo que me gusta, era más bien como una pregunta: te pide entrar para poder apreciarlo. Era más duro entrar. Y este es más acogedor. No es que lo haya buscado así, pero por el modo en que se ha hecho, ha salido. Hemos sido más humanos, hemos tenido una conexión entre los cinco, hemos jugado con la música… Es cálido. No entiendo muy bien por qué es así, porque se ha hecho muy rápido, pero confío en las canciones y en las personas. Y se ha convertido en algo muy acogedor.

Has dicho que no quieres mirar el pasado, pero no puedo evitar preguntarte por los 90, cuando se debatía si vuestra verdadera obra maestra era el primer disco o ‘Curtains’, ¿qué piensas ahora?
Cuando hicimos los dos primeros discos, los hicimos de manera totalmente inconsciente. Sin nadie que opinara, sin ninguna influencia exterior. Era nuestra música pura por sí sola. Fue muy especial. No te das cuenta de que nunca te va a volver a pasar. Los seis nos juntamos en un momento de la vida y algo pasó, durante años pudimos mantenerlo y luego empezamos a ser conscientes, y empezó a ser un trabajo. Tu vía de escape se transforma en tu trabajo, y empiezas a ser consciente del poder que tienes y de las maneras de hacer música. Algo se fue de nuestra música desde ‘Curtains’ hacia adelante. Estábamos intentando encajar, éramos las mismas personas con los mismos anhelos, pero no teníamos esa libertad inconsciente de hacer música. Por eso los primeros discos son tan especiales a pesar de las imperfecciones.

«Me gustan todos nuestros discos por diferentes razones, pero tanto en los dos primeros como en los dos últimos veo que ha pasado algo especial, aunque sean cosas muy diferentes»

Dicho esto, para los dos últimos, hemos podido hablar, tener conversaciones, y ese pequeño fuego que se apagó empezó a renacer. Con Dan McKinna, que toca el bajo y el piano, y Earl Harvin, que toca la batería con nosotros desde hace 10 años, hemos ido reconstruyendo y reconstruyendo. Con ‘The Something Rain’ (2012) y ‘The Waiting Room’ (2016), algo ha pasado cara a la libertad y a nuestro subconsciente. Me gustan los dos últimos. Me gustan todos los discos por diferentes razones, pero tanto en los dos primeros como en los dos últimos veo que ha pasado algo especial, aunque sean cosas muy diferentes.

¿Alguno que veas especialmente infravalorado?
‘Simple Pleasure’ fue un riesgo y muchos de nuestros seguidores lo encontraron difícil. Para mí fue importante porque queríamos romper con todo. Si no lo hubiéramos hecho, no estaríamos aquí. Sobrevivimos. Es un disco especial en nuestra discografía.

El disco nuevo parece estar pensado para formato vinilo. Se nota en el paso de ‘Carousel’ a ‘Take Care In Your Dreams’. Pero vosotros sois de los 90. Los 90 no fueron tanto del vinilo…
A principios de década, sí.

«Cada disco debería idearse como un vinilo, porque un disco es una forma de arte, limitada por su fisicidad»

Pero muy a principios…
Fue en ‘Simple Pleasure’, en el 99, cuando Island dijo que no merecía la pena hacer los vinilos porque no se vendían. El peor momento fue ahí. Los vinilos siempre han sido muy importantes. Cada disco debería idearse así porque un disco es una forma de arte en sí misma. Y está limitada por su fisicidad. No es coincidencia que en los discos clásicos encuentres una balada al final de cada cara porque ahí es cuando la energía empieza a bajar. Todos los discos clásicos se han ideado así. No digo que todos los discos tengan que hacerse así, pero para este álbum, era importante pensar según la energía de vinilo. En estos tiempos, un disco parece una manojo de canciones sueltas por ahí, pero para mí sigue vinculado a algo físico. Se puede hacer un disco doble y no digo que tenga que ser así, pero es importante la intención de lo que estás intentando hacer y ‘No Treasure But Hope’ está muy equilibrado así.

Has dejado la canción titular para el final, una canción pequeña e intimista. Se puede entender por qué musicalmente, ¿pero también tiene que ver con la letra?
Sí, por supuesto, no todo son las dinámicas. ‘For the Beauty’ siempre fue el inicio del disco desde la segunda vez que la tocamos, por las palabras. Y ‘No Treasure But Pleasure’ siempre fue la última. Cuando Dan y yo la grabamos era solo piano y voz, necesitaba algo de luz, por eso la última cosa que se grabó fue una celesta, porque si no, era inasumible: quería poner algo de esperanza. Como decía sobre ‘Pinky in the Daylight’, esta era la esperanza última, la positividad, una forma de conexión. Y ‘No Treasure’ y ‘For the Beauty’ son lo opuesto. Para mí son desoladas, y vienen de momentos de desolación respecto a este momento en el que todos estamos viviendo.

Por cierto, ¿cómo suena la palabra «Pinky» en inglés? ¿Hay humor en ella?
Es muy inusual, se usa poco. Mi mujer es pintora, le interesa muchísimo la luz. A lo largo de los años, no he podido evitar interesarme por la luz también, por cómo los colores cambian, o cómo la luz cambia. Esta idea de canción es sobre cómo algo puede ser «rosa» y «carmesí» a la vez.

¿No suena cursi?
No, no es la palabra. Porque si fuera «cursi» tendría que ser de uso común, tienes que estar acostumbrado a oírla. Tengo playlists con la palabra «cursi», y no tengo problemas con eso, sé lo que es (risas). Pero no es esto. Es algo que quería meter porque me hace sonreír y «pinky» es más bien una extraña palabra.

En algunos momentos del disco he pensado en las baladas de Nick Cave, y no puedo evitar pensar que él va a hacer conciertos en arenas y vosotros no porque os diferencian las canciones de rock, que le permiten mostrarse como una bestia sobre el escenario.
Nick se lo merece. Y tiene lo que ha buscado. Para mí en los 80 él y los Bad Seeds fueron una inspiración gigante, antes de formar siquiera Tindersticks. Luego perdí esa conexión, pero creo que ha alcanzado lo que se ha puesto como objetivo. Básicamente. Pero no es lo que yo quiero. Es diferente. Es a lo que te conduce, lo que buscas.

¿Y tú has conseguido lo que querías?
¡No! (risas)

¿Y qué era?
Para mí… no estoy diciendo esto en base a Nick, no tiene nada que ver. Para mí va más sobre estar comprometido y sobrevivir (risas) No es tan fácil que pasen 25 años, ser capaz de despertarme por las mañanas y concentrarme en lo que me interesa. Para mí es eso, aunque suene como un objetivo modesto, pero es como nací y como me educaron. Estar comprometido, sentir cosas, explorarlas y sentirme animado a hacer más cosas es lo que necesito como tipo de artista. Operamos de manera diferente.

«Nunca pensé en ser el cantante cuando empecé a hacer música, me dejé llevar»

Vosotros habéis sido una banda de culto, sobre todo gracias a Rockdelux, no sé si conoces el medio o es igual en otros países. ¿A qué crees que se debió en aquella era pre-internet? Nunca fuisteis la típica banda de MTV…
Sí, es más o menos igual en todas partes. En los 90’s hubo un momento en que eres esta cosa de la que todo el mundo quiere hablar y que todo el mundo oye. Pero nunca nos sentimos cómodos en los 90 de Londres, era un sitio extraño aunque la gente se ponga nostálgica por aquello. Nos sentíamos muy marginados respecto a por qué hacíamos música. Ahora, hacemos lo que necesitamos hacer, y tenemos gente que nos apoya. Sin esa gente apoyándome, no sería capaz de levantarme por las mañanas y pensar en lo que quiero hacer ese día. Puede sonar modesto pero es eso en resumidas cuentas. Alguien como Nick ha alcanzado lo que ha querido, y lo nuestro es muy diferente.

Finalmente, ¿cómo has vivido la evolución de tu voz en estos años?
Nunca pensé en ser el cantante cuando empecé a hacer música, me dejé llevar. Era más como «necesito hacer cosas» y una de las cosas que tenía para ello era mi voz. La primera vez que pude grabar en un estudio era mi voz y ya está. Después de los 3 primeros discos, no estaba tan contento, en los dos primeros no lo pensaba, decía «esto es el sentimiento». En ‘Simple Pleasure’ me lo empecé a tomar en serio, y me sentía un poco frustrado. Estaba el campo de la escritura, de la música, de la producción, de la mezcla… y en ‘Simple Pleasure’ pensaba que mi voz estaba muy por detrás del nivel de escritura. Ahora no lo pienso mucho, es como existe y ya. En ese sentido es algo más subconsciente. Si sientes algo, es que hay algo. Y si no sientes nada, no hay nada.

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