Rosalía ha ofrecido esta noche en el WiZink Center de Madrid el último concierto de la gira de ‘El mal querer‘. Se cierra así una etapa, que se abría con los conciertos de presentación del Sónar y en la Plaza de Colón de Madrid cuando aún no había salido el álbum, a la espera de lo que el tercer disco de Rosalía tenga que ofrecer. Venga lo que venga, lo que ha pasado va a ser difícil de olvidar para todos los aficionados de la música pop de nuestro país. Es cierto que la entrada en las listas anglosajonas se le ha resistido, pero también lo es que nunca se había visto a una artista española siendo nominada al Grammy a Mejor Artista Revelación junto a los correspondientes pesos pesados internacionales, actuar en escenarios grandes de Glastonbury o Coachella, y copando titulares en la prensa generalista por razones casi siempre estrictamente musicales. En esta crónica nos centramos en 5 grandes momentos del concierto visto esta noche en Madrid, en relación con la que ha sido una de las eras más excitantes de la historia del pop español. Fotos de Oscar Lafox.
Las 15.000 entradas para el concierto de Rosalía en Madrid se vendieron en un par de horas, tras minutos interminables de colas virtuales. Eso significa que en el WiZink Center no había más público casual que la prensa y algunos invitados, de Belén Esteban a Sergio Ramos, según El País. Todos los demás eran devotos, lo que ha marcado la recepción del concierto desde el principio: esto no eran ni los enchufados de Red Bull en Colón ni el público asistente de Mad Cool, que se mostró más dividido ante la propuesta de la artista, como suele suceder con los conciertos de música pop en los festivales. En los 10 minutos de retraso del show se escucharon varios vítores hacia Rosalía, la respuesta del público fue totalmente abrumadora cuando la artista salió a escena o comenzaba el recital con ‘Pienso en tu mirá’, cada vez que sonaba especialmente un sencillo de ‘El mal querer’ o cuando se dedicó a regalar unos objetos lanzándolos al público. Cuando ves que la gente mata por recoger algo que un artista ya no quiere, es cuando te das cuenta de lo arriba que está este. Hubo varios momentos de no dar crédito, como cuando todo el mundo chilló porque Rosalía se ponía unas gafas de sol para ‘Brillo’, pero el de mayor comunión y más divertido se produjo durante la interpretación de ‘Aute cuture’. Que se aparten los «tra trá»: el público se convirtió en uno para entonar a grito pelado la que se ha convertido en una de las muletillas más recurrentes de su discografía: «¡Madre mía, Rosalía, bájale!».
El concierto de fin de gira de ‘El mal querer’ se ha abierto con ‘Pienso en tu mirá’ y se ha cerrado en los bises con ‘Malamente’. Son los dos singles principales del disco y a día de hoy las dos mejores canciones de Rosalía, por lo que es justo que ocuparan dichos lugares. Sin embargo, es verdad que hasta que el tiempo las vuelva a poner en su lugar -que será muy elevado, seguro-, están un poco trilladas. Por eso mi momento favorito del concierto ha sido cuando justo hacia su mitad han sonado estos dos otros sencillos, que han pasado más desapercibidos, seguidos. El coro flamenco y los palmeros son los encargados de abrir ‘Di mi nombre’ con los «yali, yali»; y cuando Rosalía y las bases se incorporan, es imposible no sumarse a la que resulta extrañamente una de sus canciones más bailables. Por su parte, ‘De aquí no sales’ es uno de sus singles más experimentales y ver a Rosalía mover el pelo al ritmo del sampleado de motores, una de las imágenes más icónicas de esta era. En este tema, además, la iluminación es más oscura, entre tonos rojizos que generan cierta ilusión infernal. Como el baile de cuerdas de ‘Bagdad’ que probablemente representa la lucha por la libertad, una muestra de lo cuidado de la puesta en escena.
En general, es en todo resquicio flamenco donde más se distingue a Rosalía de cantantes similares internacionales. ‘Con altura’, uno de los números coreografiados (‘Miliònaria’ y ‘Brillo’ son más austeros y freestyle), está muy trabajado, pero podría haber sido montado por Beyoncé, Shakira o Jennifer Lopez. En cambio, cuando suenan ‘Que no salga la luna’ o ‘A ningún hombre’ es cuando sabemos que estamos viendo algo diferente y personal. En ese sentido, y pese a que permanece el ninguneo generalizado a ‘Los ángeles’ (¿nunca ha sido una opción adaptar más temas a este nuevo sonido?), ‘Catalina’ no se ha ido a ninguna parte y continúa sobrecogiendo cuando no produciendo una panzá de llorar. Como en toda esta gira, Rosalía la hace a capella, y con lágrimas en los ojos, y como las grandes divas de la música popular, es capaz de convencerte de que cada interpretación es tan honesta como la primera. El tema es sucedido en el setlist por ‘Aunque es de noche’, otra adaptación de cortar el hipo, también gracias de nuevo a una iluminación más fantasmal. No sé si habríamos resistido en este tramo además su interpretación de ‘Me quedo contigo’, gran ausente en el setlist. Igual se hubiera caído el Palacio.
La música que suena antes del concierto de Rosalía en el WiZink Center no es tampoco casual: una mezcla de flamenco y urban en la que no falta la canción que le dedicaba Yung Beef. Luego la cantante incluye alguna adaptación y samples en su repertorio como los mencionados, ‘No me llames más que ya no voy’ o ‘Es un secreto’. Pero el momento más visual se lo quedan Las Grecas. En esas dos pantallas verticales que se sitúan a ambos lados y en la del fondo se proyecta la letra de ‘Te estoy amando locamente’ como si fuera un WhatsApp escrito en estado ebrio. Una genialidad que es una pena que no tenga continuidad en el resto del show. Para no haber llevado este set a más provincias españolas que a los «arenas» de Madrid y Barcelona -festivales, y pocos, aparte-, esperaba más trucos escénicos y sobre todo una pasarela que se extendiera unos metros más a lo largo del recinto.
Es un acierto que no se recurra a proyectar a J. Balvin en ‘Brillo’ o ‘Con altura’ ni a James Blake en ‘Barefoot in the Park’. Sus ausencias se suplen con el coro, algún pregrabado y alguna pequeña reestructura de la composición. El show es bastante elegante y no está para que asistamos a una retahíla de vídeos ostentosos que solo recuerdan ausencias. Cuando te estabas preguntando qué pasaría con ‘Yo x ti, tú x mí’, el éxito actual de Rosalía, Ozuna salió por allí. El dúo vivió su pequeño momento de caos con algún pregrabado de base, pero también se escucharon muy nítidamente sus voces en directo y, en general, la simpatía y el abrazo reiterado de cariño entre ambos sirvió para contagiar al público de buen rollo. Incluso aunque no te interesara esta canción especialmente.
Con ‘Malamente’ como decía, se cerraba el concierto, y Rosalía no quiso dejar de tener unas palabras de despedida y agradecimiento (también tuvo otras para El Guincho, presente como multiinstrumentista): «‘El mal querer’ es lo más emocionante que me ha pasado en la vida y es por vosotros. No sé cuándo volveré a cantar en un sitio como este pero ha significado mucho para mí y me siento muy feliz». A continuación, pedía al público cantar ‘Malamente’ «por última vez». ¿Será verdad o ‘Malamente’ es el nuevo ‘De plata’?