La casi impronunciable –para nosotros, obvio– palabra tailandesa Khruangbin significa literalmente «máquina que vuela», avión. Por eso al trío texano eminentemente instrumental compuesto por la bajista Laura Lee, el guitarrista Mark Speer y el batería Donald Johnson les pareció una metáfora perfecta para acuñar un proyecto inspirado por la música de casettes de pop, rock y funk tailandés de los 60 y 70 (lo cual quedó plasmado en su debut ‘The Universe Smiles Upon You’ –2015–), el funky y el soul iraníes (influencia que afloraba en su segundo álbum ‘Con todo el mundo’ –2018–) o el dub (que inundaba un ‘Hasta el cielo’ –2019–, una revisión en clave jamaicana de su anterior disco). Y este año la aeronave parece tomarse un respiro para quedarse en casa y evocar a su propio estado. [Foto: Pooneh Ghana.]
Lo han hecho con un EP titulado ‘Texas Sun’ y parido con la colaboración de otro paisano, el soul-man contemporáneo Leon Bridges. Cuatro canciones en las que el autor de ‘Good Thing‘ se pone al frente del cuarteto con su preciosa y genuina voz, poniendo palabras (no por primera vez, puesto que Laura ya había cantado algún tema de Khruangbin en solitario) a la música evocadora del trío. La combinación vuela con la precisión de un jet supersónico, pese a que su ligereza y tranquilidad alude más al planeo relajado de una avioneta sin motor. Y el mejor ejemplo, el más brillante, es el corte que abre y da título al disco.
‘Texas Sun’ es un precioso medio tiempo de poso soul, engalanado por el precioso chisporroteo eléctrico de la guitarra de Speer, un candoroso slide guitar propio del country, sutiles teclados y coros, con ricas percusiones. Un fondo reconfortante para que Bridges despliegue una sencilla letra que sitúa el calor de ese sol como un elemento que nos conecta con las personas que amamos incluso cuando no están cerca, evocando un tranquilo viaje por carretera entre Amarillo y Fort Worth, la ciudad de origen de Leon. Tras estrenarse el EP semanas atrás, hace unos días se lanzaba el vídeo oficial para la canción, que no podía ser más que eso, un road-trip por el estado que vio nacer a Thomas Jefferson, George W. Bush y Beyoncé.