Música

Morrissey / I Am Not a Dog on a Chain

Da toda la impresión de que en su decimotercer álbum de estudio, Morrissey ha apostado por dejar atrás las declaraciones grandilocuentes y controvertidas para que a la prensa musical no le quede otra que centrarse en sus canciones y valorarlas por lo que son. “Si vas a cantar, pues canta / No hables sobre ello” dice significativamente en la alegórica ‘Jim Jim Falls’ (sí, su teórica llamada al suicidio es solo metafórica) que abre el disco. Y, aunque no pueda ni quiera evitar morrissear aquí y allí con ciertos mensajes más o menos subrepticios, recaditos a sus detractores y auto-loas a su carácter rebelde contra la caterva (el corte titular, sin ir más lejos, es una suerte de contraataque a The Guardian, simultaneado con un elogio de las fake-news en sintonía con según qué personajes políticos), lo cierto es que ‘I Am Not a Dog on a Chain’ logra ese objetivo y destaca sobre todo por su música.

En este álbum, creado una vez más junto a su equipo habitual en los últimos años –Jesse Tobias, Gustavo Manzur, Mando Lopez… con el veterano productor Joe Chiccarelli a la cabeza–, Mozz abandona en muchos casos su zona de confort en lo sonoro. Y, lo creamos o no, sale bastante indemne del envite: los toques de electrónica –por momentos algo tosca pero sugerente y eficaz– en ‘Jim Jim Falls’, ‘Once I Saw the River Clean’ (bastante Jean-Michel Jarre), el aparente guiño a Yazoo en la intro de ‘Knockabout World’ o el estupendo single ‘Bobby, Don’t You Think They Know?’ (con la acertada participación de la soul-woman Thelma Houston), entre otros, están manejados con bastante gracia.

Su problema, quizá, es que no se hayan atrevido a llevarlo tan lejos como podría: al final resulta un recurso más puntual que generalizado e, incluso en los temas antes citados, esos arreglos terminan por dejar paso a otros más tradicionales, tomando decisiones tan dudosas como ese fiddle que corona “Once I Saw…” (justificado como guiño a las raíces irlandesas a las que alude la letra). Sobre todo porque, en algunos casos, los instrumentos más clásicos están tratados con una bisoñez impropias de artistas tan experimentados: en varios pasajes los vientos metales suenan tan artificiosos que dan casi bochorno y hacen decaer la calidad del conjunto. ¿Dónde está Tony Visconti cuando se le necesita?

Eso no evita que surja sobre todo la lucidez en muchas buenas canciones. Más allá de los singles “Bobby”, ‘Love Is on Its Way Out’ (puro clasicismo Morrissey, pese a las cajas de ritmo y coros sintéticos) o ‘Knockabout World’ (pese a sus horribles trompetas y una letra que parece dedicarse a sí mismo tras el supuesto linchamiento de los medios, a su entender injusto), sobresalen también el ácido ataque contra la mansedumbre de las clases medias de ‘What Kind of People Live In This Houses?

’ (quizá la canción más redonda del disco, como pasando a The Smiths por el tamiz country de un slide guitar), las citadas ‘Jim Jim Falls’ y ‘I Am Not a Dog on a Chain’ (con ese explosivo final) o ‘My Hurling Days Are Over’, en las que se aleja lo bastante de sí mismo como para no caer en un mero cliché. Al igual que sucede cuando se va a un extremo tan alejado al resto del disco en el romántico y bonito vals ‘The Truth About Ruth’.

En esta acomete la historia de una persona trans-género (“Ruth is John”) en la que puede vislumbrarse un reflejo de la incomprensión que él, en parte con razón y en parte con excesos de celo y ego, padece por parte del Mundo. Una cuestión que subyace también en otros temas del disco, llevándose la palma una ‘The Secret of Music’ absolutamente gratuita en sus casi ocho minutos de duración: una experimentación vacua, como simple vehículo para hacer comparanzas de su carácter con instrumentos musicales (“me gustaría causar escándalo”, espeta al aludir a un Stradivarius) que fuerzan a entornar los ojos una y otra vez. No es el único tema estirado de más, pero sí el más claramente prescindible. Casualmente, la parte lírica mejora de forma ostensible cuanto menos se dedica a los circunloquios sobre su integridad personal y artística, y más cuando a aspectos más emocionales: el anhelo de un poco de ese amor en fuga (‘Love Is on Its Way Out’), del sexo víctima de una vida plácida (‘Darling, I Hug a Pillow’) o la reflexión sobre el paso del tiempo con una enternecedora mirada a la infancia (“El tiempo te enviará una factura / y pagarás con tu fuerza, tus piernas, tu vista y tu voz” canta en ‘My Hurling Days Are Done’) se digieren y disfrutan bastante mejor. A su manera, eso también contribuye a hacer de ‘I Am Not a Dog on a Chain’ un muy buen disco de Morrissey, tal y como prometió.

Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘What Kind of People Live In This Houses?’, ‘Love Is on Its Way Out’, ‘Bobby, Don’t You Think They Know?’, ‘The Truth About Ruth’, ‘I Am Not a Dog on a Chain’
Te gustará si te gusta: el viejo Mozz, pero no te da urticaria cierta experimentación.

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: morrissey