Audio/Visual: El uso de la música en el cine de Xavier Dolan (I)

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Audio/Visual: El uso de la música en el cine de Xavier Dolan (I)

“El mundo audiovisual” se usa como sinónimo de “el mundo del cine/las series”, pero hay creadores para los que “audiovisual” cobra un sentido especial en cuanto a la música de sus obras. Xavier Dolan es, para mí, uno de los mayores ejemplos actuales en este sentido – y sí, soy consciente de que también es uno de los mayores ejemplos actuales de “lo amas o lo odias”. Para el realizador canadiense la música no es que sea un recurso narrativo en lugar de un acompañamiento; es que es, directamente, un personaje más. Y no parece ser algo que le haya venido por contratar a un experto musical una vez conocido el éxito: su olfato (u oído) para esto podía verse ya en su ópera prima, ‘Yo maté a mi madre’. Hemos querido amenizaros la espera hasta el estreno de su nueva película, ‘Matthias & Maxime’, que podrá verse en exclusiva en Filmin a partir de este viernes, con una serie de artículos en los que iremos recordando la relación del canadiense con la música a lo largo de su filmografía. Comenzamos con sus dos primeras películas. Ojo: se revelan detalles de la trama.

‘Tell Me What To Swallow’, de Crystal Castles (‘YO MATÉ A MI MADRE (J’ai tué ma mère)’, 2009)
El tema de Alice Glass y Ethan Kath viene que ni pintado: aunque esta canción se presta a interpretaciones bastante más heavies, aquí representa, sin necesidad de explicitarlo en el guión, el sentimiento de abandono y de incomprensión de Hubert (que, para colmo, va drogado), y su fugaz felicidad al encontrar un oasis, Éric, en medio de ese desierto que es el internado. La aparición aquí de Niels Schneider como Éric es curiosa, porque el personaje de Schneider -que luego interpretaría a Nico en ‘Los amores imaginarios’- acaba siendo rechazado por el personaje de Dolan. Isn’t it ironic, don’t you think?

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‘Pass It On’, de The Knife (‘LOS AMORES IMAGINARIOS (Les Amours Imaginaires)’, 2010)
“Me digo a mí misma que eso que hace es normal. Porque… porque soy débil, y alguien a quien pones en un pedestal siempre tiene razón.”, dice una chica en uno de los segmentos de mockumentary. Marie y Francis tienen, por distintos motivos, una autoestima no demasiado alta. Y, a medida que avanza el metraje, ésta acaba en la Fosa de las Marianas, mientras el amor que sienten por Nico va llenando el hueco de un amor que no sienten por ellos mismos. Poco a poco van idealizándole, y eso les llevará a excusarle cualquier cosa, a humillarse frente a él e, incluso, a romper la fuerte amistad que tienen. Dolan decide representar esa idealización que a muchos nos es familiar con una meditada secuencia en la que suena ‘Pass It On’. Asistimos a una comunión exquisita entre el juego de luces, el tema de The Knife y la superposición de dibujos de Jean Cocteau… justo cuando en la canción toma protagonismo ese coro casi infantil. Como el Ello que se apodera de nuestros protagonistas mientras contemplan la obra de arte que tienen enfrente. Obra de arte que, claro está, solo existe en sus mentes.

‘Maman, la plus belle du monde’, de Luis Mariano (‘YO MATÉ A MI MADRE (J’ai tué ma mère)’, 2009)
“En el último minuto de mis 17 años te llamaré, y será la última vez que hablemos. Y esas migas en tu cara cuando comes como un cerdo, tu Alzheimer de mierda, tu ropa horrible que me da ganas de vomitar, tus expresiones de paleta de los suburbios, tu manipulación, se irán a tomar por culo. ¿Qué harías si me muriese hoy?”. Perlitas como ésta le suelta Hubert a su madre. Su madre también tiene alguna que otra línea del estilo para él. Pero el amor que siente hacia su hijo hace que, aún habiendo escuchado semejante desprecio por su parte, responda a esa pregunta -por supuesto, una vez él se ha alejado y no puede oírla- con un sencillo “me moriría yo mañana”. La película retrata muy bien esta relación amor/odio marcada por la rabia adolescente de Hubert, para quien su madre es un ser igual de incomprensible que los outfits que lleva. Sus sentimientos hacia ella están especialmente descritos en una frase que dice en los momentos de falso documental (“es extraño, si alguien le hiciese daño, le mataría… pero puedo decirte cien personas a las que quiero más que a ella”), y esta ambivalencia se remarca con el uso en los créditos de esta canción de Luis Mariano, tenor español exiliado en Francia por la Guerra Civil.

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‘Le quattro stagioni: L’inverno’, de Antonio Vivaldi (‘YO MATÉ A MI MADRE (J’ai tué ma mère)’, 2009)
Las secuencias a cámara lenta con música -a ser posible instrumental- son un clásico en el cine del realizador canadiense, que nunca ha negado beber de gente como Wong Kar-wai. La pieza clásica de Vivaldi suena en distintas escenas del film, destacando una en la que vemos la nuca de Chantale caminando (otro tic de Dolan) por su oficina, justo antes de su alegato feminista al director del internado. Y es que, aunque ya ha habido algún tímido acercamiento a la visión de Chantale, el film tiene el punto de vista de Hubert… pero aquí no. Aquí el acercamiento de “tímido” tiene poco: el personaje de Anne Dorval se despacha a gusto contra quienes juzgan a todas las Chantales del mundo, contra quienes no reparan en sus esfuerzos y sacrificios porque los dan por sentados. Porque “para eso están las madres”.

‘Bang Bang’, de Dalida (‘LOS AMORES IMAGINARIOS (Les Amours Imaginaires)’, 2010)
Fiel admirador de Wong Kar-wai, Dolan repite aquí la técnica que el hongkonés usó con ‘Yumeji’s Theme’ de Shigeru Umebayashi en ‘In The Mood For Love’, y que él mismo ya había usado en su debut, ‘Yo maté a mi madre’ -con la diferencia de que aquí no estamos ante un tema instrumental. La versionadísima canción (de Nancy Sinatra a Lady Gaga, de Stevie Wonder a Bon Jovi, y son solo algunos ejemplos) fue presentada al público por primera vez en ‘The Sonny Side of Cher’. Aquí aparece en la reinterpretación que hizo la francesa Dalida, y suena hasta tres veces, como si estuviésemos asistiendo a los tres actos de una obra de teatro. En las dos primeras, el tema podría mostrarnos cómo estos personajes van como poseídos por una fuerza desconocida que les dispara desde sus propios corazones. En la tercera, Marie y Francis acaban de tener su momento de cierre con Nico, y tienen claro que jamás volverán a dejar que algo así les ocurra. Lo tienen clarísimo. Tan claro que, cameo de Louis Garrel mediante, vuelve la voz de Dalida. Y vuelve ese disparo interno que se ríe mientras les dice “y una mierda, chavales”.

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‘Keep the Streets Empty for Me’, de Fever Ray (‘LOS AMORES IMAGINARIOS (Les Amours Imaginaires)’, 2010)
Los tacones que Marie vio ideales para ir de excursión al campo (!) son los encargados de abrir esta secuencia. Como hemos dicho, la relación que tienen Marie y Francis con Nico hace que su propia relación de mejores amigos se vaya deteriorando, culminando así en esta pelea. Aquí, Nico es el observador, disfrutando de la atención que recibe y de hasta qué punto su físico y su encanto tiene poder sobre otras personas. Porque si otras secuencias nos hablaban de los dos protagonistas, ésta nos acerca a la personalidad narcisista, ególatra, de Nico. Con su manipulación, ha conseguido tenerlos babeando por él, y saborea la escena sonriendo… hasta que se aburre. Y cuando se aburre, quiere pasar a otra cosa. Porque, para él, todo esto es eso: un simple divertimento, un capricho. Hasta encontrar otro reto que le apetezca más. Las consecuencias que eso deje en Francis y Marie le importan más bien poco, y esa frialdad sobrevuela el ambiente de la escena ayudada por la letra y la gélida percusión de este tema.

‘Noir Désir’, de Vive La Fête (‘YO MATÉ A MI MADRE (J’ai tué ma mère)’, 2009)
“I can’t escape my need for sex and violence”, decían los Scissor Sisters. Y tanto el tema(zo) de Vive La Fête como esta conseguida secuencia, una de las más recordadas del film, son un poco eso. El magnífico “polvo pasado por pintura” entre Hubert y Antonin, natural y a la vez elegante, se continuará con toda una explosión de rabia al enterarse el protagonista de que su madre le ha reinscrito en el internado. Hace un par de años preguntaban a Dolan cómo era eso de ser el primer director que, en su ópera prima, aparecía en una escena de sexo con el rol pasivo – teniendo en cuenta el estigma machista que sigue habiendo alrededor de eso. No os perdáis su respuesta.

‘Genérique’, de Nicholas Savard-L’Herbier (‘YO MATÉ A MI MADRE (J’ai tué ma mère)’, 2009)
Compuesto por Nicholas Savard-L’Herbier, ‘Generique’ recuerda a ‘Experience’, pieza de Ludovico Einaudi que escucharíamos después en ‘Mommy’, pero también a… sí, a lo que estáis pensando: ‘Breathe Me’ de Sia. El tema se usa mientras Hubert va a la compra, prepara un suculento almuerzo, pone la colada, etc, para intentar cambiar la relación con su madre (y hacer que ella ceda a lo del apartamento, claro)… y vuelve a usarse cuando todo esto vuela por los aires y él se muda a casa de Antonin, previo paso por la de su profesora.

‘3ème Sexe’, de Indochine (‘LOS AMORES IMAGINARIOS (Les Amours Imaginaires)’, 2010)
Nico juega durante todo el film con su ambigüedad respecto a lo que siente por Marie y Francis. Juega con Marie y Francis, mejor dicho (y le encanta). Esa ambigüedad, a nivel físico, es la que veían los transeúntes en la pareja protagonista de esta canción de Indochine (¿quizás también un guiño del director hacia lo que sería su siguiente trabajo, ‘Laurence Anyways’?). El caso es que el ochentero grupo francés suena mientras los amigos tienen su encuentro final con Nico, un encuentro casi cómico al sustituir cualquier palabra por los simbolismos que tanto gustan a Dolan: Francis y Marie quieren mostrarle asco y desprecio. Y se lo muestran. Tal cual. Como curiosidad: años después, el director se encargaría de un videoclip para Indochine, ‘College Boy’. Y salto mortal con tirabuzón: cogió para protagonizarlo al que luego sería el chico de ‘Mommy’, Antoine Olivier Pilon. Os dejamos con el vídeo de ‘College Boy’, una pieza sobre el bullying tan acertada como dura, advertimos, puesto que el canadiense no se corta en cuanto a violencia si la situación lo requiere. O si es necesario para abrir los ojos a quienes, como en el clip, parecen muy cómodos llevando una venda.

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