Curiosamente la primera canción que escuché de Kate Bush por alguna razón, ‘Experiment IV’ es una producción tan hija de los 80 como elegante e incluso exquisita en su uso de sintetizadores, cuerdas y ritmos de marcha. Una canción pop madura y que suena a la época, pero que ha envejecido tan bien como ‘Hounds of Love’. ‘Experiment IV’ fue el tema nuevo incluido en ‘The Whole Story’, el disco de grandes éxitos que publicó Bush tras su obra maestra de 1985, y su letra cuenta la historia de un grupo de científicos a los que les es asignado crear un sonido capaz de matar. Como os podéis imaginar, la canción daba juego para hacer un vídeo a la altura y Bush no decepcionó al entregar una superproducción rodada en un laberíntico hospital abandonado, en la que aparece Hugh Laurie muchos años antes de petarlo con ‘House’. Kate hace de fantasma, mientras incluso llegó a presentar el tema en vivo en la tele británica.
Aunque ‘The Dreaming’ posee una atmósfera seria y la propia Bush llega a reconocer que en él se pasó de pretenciosa al usar todos esos instrumentos raros y al escribir singles poco radiables, el álbum no abandona del todo el sentido del humor ni en la música ni por supuesto en los textos. El single ‘There Goes a Tenner’, de sonido circense, es puro humor británico en su historia sobre unos ladrones sin experiencia que se enfrentan a su primer gran robo y en lugar de cometerlo en condiciones, se cagan de miedo. Los “OK remember” del principio nos sitúan de lleno en medio de la acción, anticipando que va a ser un completo desastre. Eso sí, al vídeo de ‘There Goes a Tenner’ le habría beneficiado parecerse un poco más a un “sketch” de Monty Python para terminar de potenciar el elemento cómico de la canción.
El tercer y último single de ‘Never for Ever’ es otra de esas historias complejas de Catherine Bush, en este caso con fondo bélico y sonido de vals medieval. La letra, interpretada en acento irlandés pues la madre de Bush, Hannah, era irlandesa, habla de una madre cuyo hijo ha fallecido en el ejército por culpa de un accidente, y reflexiona sobre la culpa que esta madre puede sentir por no haber prevenido que su hijo se alistara en el ejército. Bush aclaró que con ‘Army Dreamers’ no se estaba metiendo con el ejército, pero que le daba pena que tantos jóvenes sin estudios en Reino Unido se vieran en la tesitura de alistarse en el ejército aun sin desearlo “porque no tienen nada más que hacer”, con la consiguiente posibilidad fatal de que pudieran fallecer en combate o por culpa de accidentes. En 1991, BBC la vetó durante la Guerra del Golfo, junto a otras 67 canciones.
‘In the Warm Room’, mi tesoro favorito de Kate Bush, es una balada a piano sensual, de atmósfera húmeda, pero a la vez tan hermosa que puede llegar a emocionar. Ligeramente melancólica también, con cierto aire solitario, como si solo pudiera ser interpretada en medio de un bosque de noche, ‘In the Warm Room’ parece explorar en su letra una relación de tres (“en la cálida habitación / su perfume te llega / al final te enamorarás de ella / te dirá que se queda / que es honesta / que te quiere”. ¿Se estará refiriendo en realidad a ella misma en tercera persona? Lo que explicó Bush sobre la canción, en cualquier caso, cabe decir no pasaría el test de Twitter en 2020. En 1979, la cantante declaró que la gente le “acusa de ser feminista” pero que muchas de sus canciones, como ‘In the Warm Room’, las escribe “para los hombres”. “Ya hay muchas canciones para mujeres sobre hombres maravillosos que se acercan a ellas en la discoteca, y pensé que estaría bien escribir una canción para los hombres sobre esta mujer increíble”. En cualquier caso, una de sus canciones más bonitas.
‘The Dreaming’ es el primer álbum de Kate Bush producido enteramente por ella misma. Es su disco “de loca” como ella misma declara en una entrevista, experimental en su uso del sampler Fairlight CMI y de instrumentos tan peculiares como el didgeridoo, la churinga o la gaita irlandesa, y no demasiado comercial como demostraría el desempeño de sus singles en listas, decepcionante para lo que había logrado Bush hasta entonces. Las canciones, sin embargo, en muchos casos volvían a ser estupendas, siendo el primer single ‘Sat in Your Lap’ uno de sus momentos más inmediatos. Un tema que que habla sobre el ansia de conocimiento pero también sobre ser demasiado holgazán para obtenerlo, pese a que el “conocimiento es solo algo que reposa en tu falda”. Aunque no es nada holgazana esta canción llena de grandes percusiones que no podrían desembocar en un final mejor construido, con sus menciones al Tibet y a llegar a un monasterio “a través de los elementos y los océanos”.
‘Aerial’, el álbum doble que Kate Bush publica en 2005, 12 años después de su trabajo anterior, se divide en dos discos, ‘A Sea of Honey’ y ‘A Sky of Honey’. En el primero, Bush explora temas como la maternidad, la posibilidad de que Elvis Presley siga vivo o el número Pi, y en el segundo, que la artista presenta en una única pista sin cortes, nos narra un paseo durante un día de verano desde la mañana al anochecer. El trabajo es meditativo ante todo, y su cumbre emocional es ‘A Coral Room’. Una sobrecogedora canción a piano en la que Bush canta sobre el paso del tiempo a través del recuerdo de su madre, Hannah Bush, fallecida años atrás. La artista recuerda a su madre reír, cantar, simplemente de pie en la cocina, y con una simple mención a la «pequeño jarra marrón que guardaba su leche» y que ahora «guarda sus recuerdos», captura la profundidad emocional de esos pequeños momentos de manera escalofriante. Todo el mundo puede sentirse identificado con la emoción de ‘A Coral Room’, pero para quienes desgraciadamente la comprendemos a un nivel más personal es imposible no contarla entre las más acongojantes de todo su repertorio.
Como narradora de historias, Bush alcanzó una pequeña cumbre creativa en ‘Under Ice’. Perteneciente a ‘The Ninth Wave’, la canción más breve de ‘Hounds of Love’ es a su vez la más tensa, pues narra la pesadilla que sufre la protagonista una vez ha caído rendida al sueño, tras horas vagando en medio del mar. En la pesadilla, el mar está completamente helado, y en ella la protagonista, después de esquiar por el vasto terreno helado, se descubre a sí misma ahogándose “bajo el hielo”. Es escalofriante y en lo musical, Bush plasma esta historia de manera magistral, con poco más que un arreglo de cello próximo a la psicosis, efectos de viento (la escribe completamente en su sampler favorito, el Fairlight) y la melodía vocal más misteriosa de todo el disco. La superposición de capas vocales hacia el final de la canción es ejemplo de que, con los recursos mínimamente necesarios, Bush crea una historia tan fascinante y terrorífica que merecería su propio cortometraje.
“I spent a lot of my time looking at the blue”. Uno de los mejores inicios de un disco de Kate Bush es el de la achispada canción que abre ‘Lionheart’, cautivadora de principio a fin desde sus contrastes. En la canción, Bush habla de nihilismo, celos, tristeza o de su miedo a morir, pero también deja una frase divertida sobre el sexo: “cuanto más pienso en el sexo, mejor se vuelve; aquí tenemos un propósito en la vida: es bueno para la circulación, bueno para liberar tensión y es la raíz de nuestras reencarnaciones”. Por otro lado, el “symphony” del estribillo, con esa melodía aguda que parece llamar a los lobos, es irresistible. Bush dijo que ‘Symphony in Blue’ estaba inspirada en las ‘Gimnopédies’ de Erik Satie y de hecho tocó esta composición en la intro de su interpretación de esta canción en la tele, durante un especial navideño. Curiosamente, Bush llegó a usar la melodía de ‘Clair de lune’ de Debussy en una canción posterior, ‘You Want Alchemy’.
Sin hacer caso a la letra, ‘Mother Stands for Comfort’ parecería un homenaje al amor de una madre, pero en realidad esconde otra de esas historias turbias que tanto le gustan a Kate. Estamos ante una confesión: el personaje protagonista ha matado a una persona y busca refugio en su madre… y lo consigue, pues ella ante todo es una madre y por su hijo, será capaz de “esconder al asesino” y al “hombre loco” del mundo. La instrumentación de ‘Mother Stands for Comfort’ es mínima, pero con pocos elementos Bush crea una canción emotiva y dinámica, en la que parecen convivir dos sensaciones, la de absoluta seguridad ante la protección de esa madre que “seguirá siendo una madre”, y la de cierto delirio ante el atroz homicidio cometido, gracias a ciertos sonidos de la canción y a la presencia de gritos. El tema nunca llega a alcanzar la locura, pero está claro que algo empieza a cocerse por aquí.
Una de las cosas que más molan de Kate Bush es que ha sido capaz de escribir baladas eróticas realmente preciosas. En palabras de la artista, ‘Feel It’ habla de una mujer que siente “muchas ganas de disfrutar de su relación con un hombre al que todavía no ha explorado”, y la letra retrata a la narradora (que no ha de ser Kate Bush, ella siempre ha negado la consideración de que todas sus canciones sean autobiográficas) en principio nerviosa, pero después entregándose a la pasión del momento, “sincronizando el ritmo” con su amante, sin importarle que sea “amor o solo lujuria”. Aunque el mejor momento de la canción llega cuando la chica, en éxtasis, ruega a su amante que observe el placer que en ella está produciendo: “mira lo que me estás haciendo”.