La mujer que escribió sobre un amor incestuoso en su primer disco o que más tarde escribiría sobre el movimiento de una lavadora en marcha decidió que el primer single de ‘Never for Ever’, su tercer largo, el cual fue número uno en Reino Unido, sería esta canción compuesta desde la perspectiva de un feto que anticipa la llegada de una guerra nuclear, y que por supuesto la británica representó en su videoclip, metida dentro de una burbuja de plástico. Inspirada -de nuevo- en ‘The Wall’ de Pink Floyd, como es evidente en el sonido de rock progresivo de la canción y en su tono post-apocalíptico, con esas voces radiofónicas hacia el final que describen el destello de una bomba nuclear, Bush declaró en su momento que esta era la mejor canción que había escrito, «épica» y su gran “sinfonía”. Escuchada hoy en día, no es su canción épica más redonda, pero fue un single más que digno de ‘Never for Ever’, pues incluso alcanzó el número 16 de las listas británicas. En cualquier caso, Kate Bush no sabía, entonces, que lo mejor estaba por venir.
Michael Nyman aportó el arreglo de cuerdas en esta canción que habla sobre la naturaleza cambiante de las cosas. Una power-ballad de estrofas próximas a lo monástico, pero estribillo dramático como manda la época, en la que vuelven algunas de las preocupaciones que han plagado durante años las letras de Kate en ‘The Sensual World’ y otros discos, como la niñez o el cielo. “Mira cómo la flor se inclina instintivamente hacia la luz”, canta la artista, “mira cómo el corazón trata de alcanzar instintivamente, sin razón más que para tocar”. Bush se inspiró en la imagen de una estrella que se aleja en cuanto alguien intenta tocarla, señalando: “realmente no te puedes aferrar a nada porque todo cambia, sin embargo, los seres humanos tenemos una necesidad terrible de mantener las cosas tal y como son, aunque estas cosas sean malas”. La realidad es que “las cosas fluyen, es el equilibrio de las cosas”.
La pista 10 de ‘Hounds of Love’ fue a su vez cara B del single que titulaba el álbum. Es uno de tantos episodios irlandeses en la discografía de Bush empezando por su mismo título, pues “jig” se refiere a un tipo de danza popular irlandesa, y siguiendo por la presencia en él de instrumentos como la gaita, el bouzouki o el violín irlandés. Es un tema vivaz y alegre, que Bush compone en Irlanda con músicos locales tras una temporada escribiendo en el campo, en concreto en el estudio que construye en el verano de 1983 detrás del establo de casa de sus padres, donde nace la mayor parte de ‘Hounds of Love’. Perteneciente a ‘The Ninth Wave’, en ‘Jig of Life’ es el futuro el narrador de la historia, que se le aparece a la protagonista para pedir que no se rinda, pues si muere él ya no existirá.
Kate Bush ha hecho pocas colaboraciones en su carrera, pero al menos una de ellas, con Peter Gabriel, fue un éxito comercial (top 9 en Reino Unido) que incluso llegó a España, donde fue top 13. Inspirada en las fotografías de Dorothea Lange que tan duramente retrataron la Gran Depresión de los años 30, ‘Don’t Give Up’ iba a ser de hecho una colaboración con una cantante americana, Dolly Parton, pero esta rechazó la propuesta de Gabriel y Bush ocupó su lugar, lo cual no dejaba de tener sentido pues Gabriel buscó que la canción admitiera una lectura contemporánea relacionada con la Inglaterra de Thatcher. Así, en esta balada atmosférica y de punteos africanistas incluida en ‘So’, uno de los discos más importantes de Gabriel, el cantante interpreta a un hombre derrotado por una vida miserable e incapaz de encontrar trabajo, mientras una Bush angelical ofrece el contrapunto de esperanza, cantando “no te rindas, tienes amigos, no te rindas, no estás solo, no te rindas, estamos orgullosos de quien eres”. Aunque parece que la canción literalmente ha salvado vidas gracias a su mensaje, es una de las más almibarada jamás cantadas por Kate, quizá porque su emotividad parece algo forzada. En cualquier caso, un tema imposible de obviar en el repertorio de la cantante debido a su éxito, aunque su vídeo minimalista, que muestra a Kate Bush y a Peter Gabriel abrazándose durante 6 minutos y medio, no es el mejor de la carrera de ninguno de ellos.
‘Hounds of Love’, la gran obra maestra de Kate Bush, es un álbum dividido en dos secciones, la de los singles y ‘The Ninth Wave’, una suite protagonizada por una persona -interpretada por Kate- que se encuentra sola por la noche en medio del océano. En esta sección conceptual, los espíritus del pasado, el presente y el futuro de esta persona aparecen en sus visiones para mantenerla despierta durante la noche y evitar que se ahogue. En ‘Waking the Witch’, el tema más experimental del disco, una verdadera cacofonía de pianos, voces familiares y extrañas, grandes percusiones, rugidos e incluso el sonido de un helicóptero sampleado de ‘The Wall’ de Pink Floyd, Kate Bush sume a su protagonista en una alucinación que pasa de lo evocador a lo terrorífico cuando de repente es presa de una caza de brujas. Una metáfora, en palabras de la cantante, sobre el modo en que el machismo minusvalora la intuición femenina. ‘Waking the Witch’ es una de las composiciones al Fairlight CMI de Bush más ambiciosas y logradas.
‘Kite’, que habla sobre la necesidad de explorar pero también de la importancia de echar raíces, en una letra cuyo personaje nota sus pies pesados hasta que sale volando por los aires, pero empieza a echar de menos la tierra, es una de las canciones más dinámicas de ‘The Kick Inside’ en cuanto a su composición e instrumentación. Sus versos emplean un ritmo reggae, la melodía usa dos modulaciones no tan habituales en el pop y el tema incluye entre otras cosas la típica melodía de un órgano de feria, aportando color. Aunque probablemente la gran curiosidad de ‘Kite’ es que fue la primera canción que Bush interpretó en vivo durante su primera aparición televisiva en la televisión alemana, en febrero de 1978. La segunda canción que hizo en aquella presentación fue ‘Wuthering Heights’ y ‘Kite’ fue de hecho la cara B de aquel single que cambiaría la vida de Bush y también la historia del pop.
Es una pena que ‘The Sensual World’ solo produjera tres singles en total, porque las historias que narran muchas de sus canciones daban para vídeos muy interesantes. La de ‘Heads We’re Dancing’, con sus grandes ritmos marca años 80, nos sitúa en concreto en el año 1939 “antes de que empiece la música”. Estamos en una fiesta y nuestra protagonista es invitada a bailar por un encantador caballero. Ambos bailan y lo pasan bien. Al día siguiente, la chica lee los periódicos y descubre que ha estado bailando con el mismísimo demonio. “No puede ser verdad”, se dice ella, pero como Bush contaba en una entrevista, “a veces el demonio no es como esperas que sea”. Una canción oscura pero con el punto cómico justo para no ser tomada en serio -quizá por ser bastante inverosímil- que es bastante querida por los fans, aunque reconozco que no es de mis favoritas.
‘The Red Shoes’ es probablemente el peor disco de Kate Bush por sus canciones, pero también por su sonido. Con el propósito de salir de gira (algo que jamás se cumple), Kate crea un disco más apto para los directos y menos caracterizado por la arquitectura sonora de sus trabajos previos, y opta por grabarlo digitalmente en lugar de con cinta analógica. El resultado es un trabajo que no ha envejecido nada bien como muestran las guitarras de ‘Eat the Music’ o en general la instrumentación de todo el álbum. ‘Eat the Music’ al menos destaca por sus aires tropicales y por su letra, que ademas de rimar “banana” con “sultana” y de mencionar mangos y papayas, rompe una lanza a favor de la emoción masculina: “¿acaso él esconde lo que realmente siente? Él es una mujer en el fondo, por eso le quiero / abrámosle de par en par, como a una granada, de dentro a afuera, todo es relevado, no solo las mujeres sangramos”. Suena especialmente relevante hoy en día.
Esta canción perteneciente a la etapa de ‘Aerial’, el primer y único álbum doble de Kate Bush, ni es original ni data de 2005 en realidad: es una versión de Marvin Gaye que Kate grabó en 1994 para el álbum de Davy Spillane ‘A Place Among the Stones’, del que fue excluida, y que permaneció inédita hasta que muchos años más tarde salió como cara b del single ‘King of the Mountain’. Es difícil destrozar una canción tan buena cuando eres Kate fucking Bush y su versión siempre me ha parecido deliciosa y digna de ser escuchada, lo cual ya es más de lo que puedo decir de ‘Aerial’, un trabajo -a mi parecer- demasiado blando y templado que además ya sonaba viejuno a su llegada. Era curiosa ‘Pi’, bonitas ‘A Coral Room’ y ‘Prologue’… pero me quedo con esta divertidilla ‘Sexual Healing’ en la que Catherine volvía a cautivarnos con su sensualidad, lo cual no ha hecho tantísimas veces.
‘Hammer Horror’ fue el primer fracaso comercial de Kate Bush. La cantante, que venía de apuntarse dos singles que habían sido top 10 en la lista de singles británica, solo alcanzaba el número 44 con esta rockera y divertidilla composición sobre, atención, un hombre que asume el papel principal de ‘El jorobado de Note Drame’ al morir su amigo, y es perseguido entonces por el fantasma de este, cuya ilusión en la vida había sido hacer ese papel y cree que su amigo le ha arrebatado la oportunidad al estar su carrera en horas bajas. El tema apuntaba claramente a un sonido más maduro para el segundo disco de Bush, ‘Lionheart’, publicado en 1978 solo 9 meses después del primero, aunque las críticas originales fueron bastante tibias.