El País Semanal publica este domingo un reportaje llamado ‘El futuro después del coronavirus’ en el que ha preguntado a 75 expertos y pensadores cómo será el mundo después del confinamiento. Entre expertos en economía, sociología, sexología, psicología o feminismo, aparecen algunas personalidades de la cultura, como Ángeles González-Sinde o Christina Rosenvinge.
El artículo de Rosenvinge se llama «Vals interrumpido» inspirándose en el baile que la cantante realizó junto a sus fans al término de un concierto reciente. Una escena difícilmente imaginable después de la covid-19: «Mis virus y sus virus se fundían con bendita inconsciencia», bromea.
La autora de ‘Un hombre rubio‘ reflexiona sobre el devenir de la industria musical, indicando que esta tendrá que reinventarse por la falta de conciertos, pues hasta ahora los artistas han vivido de los conciertos gracias a la visibilidad que les daba el streaming pero eso este año simplemente no será posible: «Estamos ante una nueva mutación de la industria musical. Otra mutación en una carrera que va a tal velocidad que la regulación de nuestros derechos va dos vueltas por detrás del cambio de formato desde que empezó, con la impresión del primer single de 45 rpm. En la presente era digital y ante el advenimiento del 5G, paradójicamente es la venta de vinilos y cd aún la que garantiza un próximo disco -con los ingresos de Spotify, un artista no puede pagarse ni la subscripción de Spotify-. Con el directo en suspenso, estos nuevos agentes tendrán que tomar el relevo y comprometerse con la creación de la que se benefician aportando algo más que exposición pública». Además, apuesta por el auge de la escena local: «Durante el paréntesis de los grandes eventos, espero que la escena local, más ágil y adaptable a cualquier circunstancia, florezca esplendorosamente».
Recientemente varios agentes de la industria musical se han reunido con el gobierno para tratar estas cuestiones, presentando un plan de 15 medidas, como el reconocimiento de «causa de fuerza mayor para permitir la posibilidad de suspensión o aplazamiento de los eventos musicales» o una «renta básica temporal a los autores, productores, músicos y profesionales» de la industria.