Doja Cat va en camino de convertirse en el «success story» definitivo de este año marcado por la pandemia gracias al éxito de ‘Say So’, su ‘New Rules’ particular. Esta producción disco-pop de TYLOR TRAX, es decir, Dr. Luke con otro alias, ha ejercido no de primero ni de segundo, sino de quinto single de ‘Hot Pink’, el segundo álbum largo de Amalaratna Zandile Dlamini publicado el pasado mes de noviembre, y que, tras arrasar en TikTok, se ha convertido más allá de esta plataforma en un éxito gigantesco que a la propia Doja Cat le costará igualar: lleva 400 millones de streamings solo en Spotify y ha dado a la artista su primer número 1 en el Billboard Hot 100 gracias al «remix» de Nicki Minaj, cuyo rap metido completamente con calzador no se sabe cómo alguien puede haber aprobado.
La joven cantante de Los Ángeles, sudafricana por parte de padre (a quien nunca ha conocido), vivió cuatro años en un ashram y creció escuchando la música de D’Angelo, Jamiroquai, Tupac, Earth, Wind & Fire y Erykah Badu antes de volverse viral en internet con el cómico single ‘Mooo!’ allá por 2018 y publicar después su álbum debut, pero es precisamente Nicki Minaj quien asoma por aquí a menudo por su manera de rapear: como la autora de ‘Queen‘, Doja Cat posee un «flow» rápido y delirado, buena maña para los juegos de palabras y un registro agudo que sabe moldear a la necesidad del beat o de su estado de ánimo. Su rasposa voz aporta una personalidad arrolladora a sus canciones, las cuales tampoco aportarían grandes novedades a las fórmulas del hip-hop actual de ser interpretadas por otra persona. Y aunque ‘Say So’ no es nada representativa de su sonido, al menos sí contiene un rap feroz y adictivo de esos que solo Doja sabe hacer, por lo que sirve para demostrar que, en realidad, la artista puede adaptarse a cualquier estilo.
Con la colaboración de varios compositores y productores, entre los que repite un malogrado Lukas Gottzwald sobre el que Doja Cat se niega a realizar declaración alguna (la artista firmó un contrato con su sello Kemosabe a finales de 2013, a los 17 años), Amala entrega en ‘Hot Pink’ un álbum de hip-pop irresistible dentro de los diversos estilos que explora canción a canción.
Los pulsos telefónicos de ‘Cyber Sex’, que habla sobre lo obvio, abren el álbum con la intención de «romper internet», el tremendo flow de Doja sobresale en los dinámicos versos de ‘Rules’ entre menciones a Bob Dylan, las hermanas Olsen y un fondo de guitarras eléctricas, y si bien otros temas del largo redundan en este estilo sin ofrecer nada mejor, como ‘Better than Me’, de extraños ecos «bedroom-pop», Doja sí consigue sorprender a lo largo de este trabajo llamado como una de las mejores canciones de Let’s Eat Grandma de otras maneras.
En ‘Hot Pink’, el origen sudafricano de Doja queda plasmado en el ulular de ‘Won’t Bite’ con Smino, una composición más pizpireta imposible que samplea ‘My Angel’ de Harry Belafonte y Miriam Makeba; mientras ‘Like That’ seduce en un estilo que remite al R&B-hip-hop de los 2000 sampleando ‘Between the Sheets’ de los Isley Brothers, y ‘Addiction’ incorpora una base synth-pop y una genial referencia de Doja a su padre ausente: «I got such a pretty body / feels prettier when I’m a mess / and I just like to call him daddy, ‘cause the first one had up and left». Y aunque ‘Shine’ suena a una versión veraniega de lo ofrecido ya por Kim Petras en ‘Clarity‘, sus pegadizos «dun dun dun» remiten a la mejor M.I.A. a la vez que en la arrogancia de la canción subyace una palpable tristeza. Si ‘Streets’ incluso podría ser de la última Tinashe, está claro Doja Cat no va a ser, de momento, la nueva visionaria del hip-hop, pero que no quepa duda: como producto pop hecho para las masas, ‘Hot Pink’ es estupendo.