¿Cuántas veces al día -no ya a la semana- ha aparecido últimamente en la prensa la palabra «colapso»? ¿Hemos asistido al «colapso» del sistema sanitario o nos hemos quedado a las puertas? Hemos oído hablar de «colapso» judicial, de «colapso» en las aerolíneas, de «colapso» en el sector cultural… Y sin embargo, antes de todo esto, en 2019, se rodaba en Francia una serie llamada ‘L’effondrement’ (además de «colapso», «derrumbamiento») que parece haber previsto la realidad de 2020 en muchos sentidos. Creada por el colectivo francés Les Parasites, formado por Jérémy Bernard, Guillaume Desjardins y Bastien Ughetto, nos presenta un mundo apocalíptico en el que los servicios que damos por garantizados van desapareciendo, «derrumbándose», convirtiendo la sociedad en un darwiniano y odioso de ver «sálvese quien pueda», en el que salen a relucir los peores valores asentados en el capitalismo. Por algo el mandamás de Unidas Podemos Pablo Iglesias ha indicado en Twitter, en medio de la crisis de su partido: «creo que será la serie del año». «El contexto de la crisis de la COVID-19 produce un efecto multiplicador del mensaje que no creo que Filmin imaginara», añadía en referencia a la plataforma en que puede verse la serie desde –simbólicamente– el 14 de julio.
‘El colapso’ está inspirada, además de por películas como ‘Hijos de los hombres‘, por los textos sobre «colapsología» de Pablo Servigne y Raphaël Stevens, según los cuales el colapso es «el proceso final por el cual las necesidades básicas (agua, alimentación, vivienda, ropa, energía, etc.) ya no se proporcionarían a un precio razonable a la mayoría de la población por medio de servicios enmarcados dentro de la ley». Mucho nos hemos reído en los últimos meses con la compra de rollos de papel higiénico en proporciones ridículas, pero quizá porque todos hemos visto las orejas al lobo, las situaciones presentadas en estos 8 episodios, en una gasolinera, en un supermercado, durante una escapada… son cosa de poca risa, resultando angustiosos en todos los casos, y claustrofóbicos como el mejor Haneke, en algunos.
A ello contribuyen los ya célebres planos secuencia que vemos en cada episodio, y que dotan a la serie de un realismo terrorífico. Es especialmente loable este logro desde el punto de vista formal, pues la acción está por encima de orientaciones político-sociales o maniqueísmos: incluso cuando le deseas el peor de los males a muchos de los protagonistas, la tensión, el interés y hasta la empatía logran mantenerse por igual, dejando una interpretación de todo más ambigua cuanto menos claro es lo que realmente ha provocado el «colapso». Valores como la solidaridad y la supervivencia son puestos sobre la mesa en este guión que es clarividente, para sorpresa de no todo el mundo. En un momento clave de la serie un científico, hablando del cambio climático, dice en televisión: «Estamos en un callejón sin salida. Si seguimos con este crecimiento, colapsamos. Y si no seguimos con este crecimiento, colapsamos. Vamos a vivir el colapso de nuestra civilización. Y ninguna institución, en ningún país, está preparada para lo que va a suceder». ¿De verdad es la primera vez que escuchamos este mensaje?
‘L’effondrement’ será de cabecera para todos aquellos que hayan disfrutado por diferentes razones de ‘Years and Years‘, ‘Black Mirror’ o incluso ‘The Walking Dead’ (esta última más por su lucha entre comunidades y su aroma a fin del mundo que por los zombies, que siempre fueron lo de menos). Aguanta además muy bien un segundo visionado, imprescindible para aquellos que no tengáis buena memoria para las caras y los nombres, pues las tramas están más relacionadas de lo que parece en un primer momento (atentos a Lubna Azabal como Sofia Desmarest). Pero es que además ‘El colapso’, pese a su vertiginosidad, logra calar y dejar poso, logrando que con solo un par de frases empatices con un personaje sobre el que no sabías nada: la gran tragedia que hemos vivido en nuestro país en las residencias de ancianos es lo suficientemente cercana y reciente para que en el capítulo 6 todos vivamos nuestro pequeño colapso frente a la pequeña pantalla. Ahí es cuando ya asusta hasta qué punto el guión ha dado en la diana.
Hay un último motivo por el que ‘El colapso’ es la serie que ver en este momento: su brevedad. En un mundo -y en un año especialmente- en el que muchos tenemos la sensación de no estar haciendo gran cosa en esta vida, salvo ver series, tiene todo el sentido que esta sea breve y contundente en su advertencia o incluso en su llamada a la acción. 8 episodios de entre 17 y 22 minutos suman poco más que una película larga: se pueden ver en poco más de una sentada y después… la realidad aguarda. 9.