Bill Callahan / Gold Record

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Bill Callahan / Gold Record

Reconozco que Bill Callahan, con su voz de Bill Callahan, lograría venderme un frigorífico en pleno Polo Norte. Pero es que si encima abre el disco soltando “Hello, I’m Johnny Cash», ¿quién se va a resistir? Ah, la voz de Bill Callahan. Ese es uno de los motivos porque, independientemente de lo más o menos acertado de sus obras, siempre les voy a dar una oportunidad. O dos.

El caso es que ‘Gold Record’, más allá de su chiste inicial, merece todas las oportunidades que se le puedan dar. Básicamente, es Bill Callahan salmodiando, que es lo que esperas escuchar en un disco de Bill Callahan, por otra parte. Solo que este es un álbum más árido y, a la vez, más asequible que ‘Shepherd in a Sheepskin Vest’. Parece una contradicción, pero no: su brevedad -diez canciones y cuarenta minutos, frente a las veinte y una hora de «Shepherd»- y su formato, una suerte de americana-country western sencillísimo, ayuda. La guasa a costa de Cash en ‘Pigeons’ no deja de ser una pista de por dónde van los tiros. Porque más que “hits”, ‘Gold Record’ es una serie de cuentos, de estampas “country” vívidas donde brilla un fino sentido del humor regado de melancolía. Cuesta poco imaginar a Bill escribiéndolo en paisajes desérticos e infinitos.

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‘Pigeons’, de entrada, puede engañar un poquito, por eso. Contiene algo de adorno (clarinete, dos guitarras) y un zumbón aire de ranchera. Aparte de la chanza a costa de Johnny Cash, prosigue con un primer verso divertidísmo: “Well, the pigeons ate the wedding rice/And exploded somewhere over San Antonio”, para rematar la canción con un bufo “Sincerely, L. Cohen”. ‘Another Song’, a pesar de lo irónico del título, es una pieza muy bonita. Brilla pop y Bill canta-entona-sube-baja dibujando una alegre melodía; como ‘35’, con la guitarra compensando la sobriedad del bajo y la batería, mientras la energía acústica que desprende su preciosa ejecución suaviza la melancolía de su letra.

La aridez se manifiesta en ‘Protest Song’, aunque las inflexiones de Bill ayudan a aligerar. Y el Western aún se hace más evidente en ‘The Mackenzies’, adornada con una mecedora y mandolinas, que progresa hacia horizontes más expansivos desde su contención inicial, coincidiendo con su sencilla pero emotiva letra sobre la bondad de los no tan extraños. La pizpireta ‘Let’s Move to the Country’ es otro ejemplo de qué bien pergeña Callahan una canción redonda solo con una guitarra y su voz, mientras ironiza suavemente sobre las ansias de una nueva vida en el campo. Aunque la palma country se la lleva ‘Cowboy’ (claro), silbido incluido. La final y preciosa ‘As I Wander’ se eleva y te conquista con su pequeño y emocionante crescendo, subrayado por golpes de vientos. Y se acaba de repente, de manera abrupta, dejando ganas de más.

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‘Gold Record’ es un disco sencillo, donde Bill lleva su querencia de cantautor un paso más allá. Y nos da lo que queremos: su voz, sus historias. Su pasmosa facilidad de narrador.

Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Pigeons’, ‘Another Song’, ‘Let’s Move to the Country’
Te gustará si te gusta: la americana, el country acústico. Y, obvio, Bill Callahan.
Youtube: audio de ‘Pigeons’

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