Por eso era tan decepcionante que su segundo álbum se presentara con un tema como ‘¡aquí yo mando!‘. Su colega Rico Nasty (la de ‘Smack a Bitch’ y más recientemente ‘Own It’) es un gran fichaje, pero el mundo no necesita más temas de base trap random con unas líneas de empoderamiento, co-escritos encima por los 5 hombres de siempre, entre ellos Tainy, omnipresente dado el éxito de sus producciones junto a J Balvin y Bad Bunny. Esto es algo que habríamos esperado de Becky G, pero pedíamos más a Kali Uchis. Por suerte, nos lo ha dado.
‘Sin miedo (del amor y otros demonios)’ comparte con ‘MDNA’ de Madonna algo más que la compañía discográfica (Interscope) y cierta estética a medio camino entre Tarantino y Russ Meyer: también es un trabajo en el que sus singles no son representativos, que tiene mucho más que ofrecer que esas canciones que parecen haberse ideado para las radios o playlists de moda junto a algunos productores o personajes de éxito. En este último sentido, hay que reconocer que ‘la luz’ junto a Jhay Cortez sí es un tema bien conseguido, sexual y embriagador; que Jowell & Randy cumplen en ‘te pongo mal (préndelo)’ subiendo los BPM’s cuando empezábamos a necesitarlo; y que PARTYNEXTDOOR ofrece su voz más sensual -tipo Drake- en el R&B de ‘fue mejor’.
Pero la verdadera buena noticia es que Kali Uchis nos ofrezca unas buenas dosis de ese R&B onírico, que solo podía haber sido creado en el siglo XXI, entonado en un Spanglish que fluye con naturalidad, entre cerezas, aguardiente y Cherry Cola, como sucede en ‘aguardiente y limón’, en la que la repetición de la palabra «miel» llena de autocoros esconde efectos afrodisíacos. Los teclados de ‘telepatía’ invitan como pretenden a intentar hacer el amor a distancia, ‘de nadie’ atrapa a pesar de ese extraño verso «me dicen bipolar (…) pero soy real» y ‘no eres tú (soy yo)’ contiene un arreglo burbujeante que logra mantener el listón alto en la segunda mitad del álbum.
Algunas de estas co-producciones es verdad que son de Tainy, pero o bien este se niega a acudir en modo piloto automático, o bien es Kali Uchis quien retuerce voces o altera el pitch para ofrecer cosas diferentes. Al fin y al cabo es ella sola quien escribe y produce el tema final, una fantasía vocal a medio camino entre James Blake y Arca. Con la venezolana comparte también cierto gusto telenovelero que va más allá de unas letras que nos hablan de amor, sexo y religión. Se tortura ‘vaya con dios’, el tema trip-hop con ideas tomadas de ‘Sour Times’ y ‘Glory Box’ de Portishead, de esta manera: «Me duelen los ojos de mirar sin verte / Es que te quiero tanto, digo tu nombre rezando / Tú mi ángel y mi santo / No sé si lo volveré a ver, vaya con Dios».
Más allá de eso, Kali Uchis se adentra en sus raíces latinas pese a haber nacido en Virginia (sus padres son colombianos) para reivindicar nombres como Los Zafiros, Los Terrícolas o La Lupe, además de a Gabriel García Márquez. Uno se queda con ganas de que desarrolle lo explorado en ‘la luna enamorada’ y sobre todo su versión de ‘qué te pedí’, que termina justo cuando parece que va a aparecer la verdadera pupa. Pero son solo intro e interludio en esta historia de sensualidad en la que caben multitud de influencias y colores. Sexo sobre sábanas de seda, y después cierta resaca, melancolía, vacío. El sonido, el mundo Kali Uchis.
Calificación: 8/10
Te gustará si te gustan: lo mismo James Blake que Bad Gyal, lo mismo Bad Bunny que SZA
Lo mejor: ‘la luz’, ‘telepatía’, ‘aguardiente y limón’, ‘la luna enamorada’
Escúchalo: ‘telepatía‘