Son malos tiempos para las bandas de rock tradicionales, ni que decir tiene que ha sido un año pésimo para los locales de ensayo. Proliferan los solistas, el bedroom pop, y el ojo mediático está puesto en los talentos femeninos después de décadas de dominio masculino. El dúo Royal Blood sobrevive en medio del huracán como favorito del público británico, hablando de su propio vendaval personal en un tercer álbum en el que han optado por un tímido «renovarse o morir».
De Arctic Monkeys a Novedades Carminha, son decenas los grupos de rock testosterónico que han ido incorporando poco a poco otras sensibilidades a su catálogo, y ‘Typhoons’ es un álbum que ha decidido abrir la puerta a la influencia de la música de baile que siempre había interesado en su vida privada a Royal Blood. Nombres como Daft Punk, Justice y los también franceses Cassius están siendo recurrentes durante la promoción de este disco, lo cual es un aliciente para todos porque los primeros ya no existen, los últimos tampoco tras la muerte de Philippe Zdar y de Justice la única noticia que tenemos es su demanda contra Justin Bieber.
Esa nueva orientación que renueva su viejo discurso más orientado al blues y al stoner rock es muy palpable en el single ‘Trouble’s Coming‘, excelente, con un riff sintético que mola todo, y que presenta un álbum en el que el vocalista Myke Kerr habla de dejar salir sus «demonios» interiores y vicios como el consumo de alcohol. «Over and over again» vuelven los problemas, dice la canción, y «over and over again» apetece escuchar este hitazo sudoroso que se sacaban de la manga a finales de 2020. ¿Más de esta mierda, por favor? Pues no exactamente.
La influencia de Daft Punk solo es una pincelada de vez en cuando, como sucede en el cencerro y el tintineo de ‘Who Needs Friends’, cuando no resulta directamente un pegote en ‘Million and One’. Una deslavazada canción en la que su sensación de peligro no concuerda con una letra de agradecimiento a alguien que nos ha apoyado en un momento malo. Mucho mejor es ‘Limbo’, la pista central en la secuencia, que introducían en el NME como “sin duda la canción más ambiciosa y salvaje” que han hecho jamás, refiriéndose seguramente a esa coda de «French touch» en algo que había empezado más bien como una recreación de ’Standing in the Way of Control’, el gran hit de Gossip.
‘Typhoons’ no es un álbum tan revolucionario después de todo, no después del macroéxito de ‘AM’; pues sus incursiones en territorio desconocido son más bien la excepción que confirma la regla: el aire a lo Tame Impala de ‘Either You Want It’, la producción multi-género de Josh Homme en ‘Boilermaker’ o algunos efectillos en ‘Mad Visions’ conviven con canciones que aún recuerdan demasiado a White Stripes, como el single titular, y ‘Hold On’, que además hacia el final se resiente ya de la limitación de Royal Blood como narradores de historias. Al final se atreven con balada a piano, ‘All We Have Is Now’, de la que lo mejor que puede decirse es que, aunque en un estilo radicalmente diferente, flota en algún lugar de los años 70 como el resto del álbum.