Depresión Sonora es el capitán de su mundo en su «casa del árbol»

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Depresión Sonora es el capitán de su mundo en su «casa del árbol»

Depresión Sonora, el alias del cantante y compositor madrileño Marcos Crespo, ha publicado este año su segundo EP, el primero desde que, durante la pandemia, se diera a conocer gracias a canciones como ‘Ya no hay verano’. ‘Historias tristes para dormir bien’ es otra colección de producciones de post-punk y coldwave existencialista que ha sido presentada por singles estelares como ‘Apocalipsis virtual‘, que pasara por nuestra sección Canción Del Día hace unos meses.

Y en este día gris de domingo -al menos en Barcelona- es el turno para detenernos en otro de los cortes destacados de ‘Historias tristes para dormir bien’, el que se utilizó para promocionar el EP a su lanzamiento. El título de ‘La casa del árbol’ puede sugerir que el tema habla de la niñez, pero en realidad trata sobre adaptarse a un nuevo entorno.

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En declaraciones a JENESAISPOP, Marcos Crespo ha explicado que «‘La casa del árbol’ habla de cambio, de cuando sales de tu casa y ese nuevo sitio al que has ido te hace sentir pequeño, pero aún así recuerdas los motivos por los que te fuiste y sigues adelante. Esta vez sin olvidar el pasado y a tu gente».

Para Marcos, el entorno le es hostil ya desde la primera estrofa de la canción, cuando anuncia que «todo el mundo se ríe a mi alrededor», que «entre tanta gente me siento pequeño» y que prefiere «pasar el tiempo en mi imaginación». Dentro de su mente, él y su persona amada son felices solos: «descubriremos que este no es nuestro lugar, siempre quise una casa del árbol, tener un barco y ser el capitán». Sin embargo, cuando vuelve a la realidad y «baja a la calle» para conocer el barrio, cierta sensación de ansiedad vuelve a apoderarse de él. Así, el artista sentencia que «no conozco a ningún vecino y te echo de menos».

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‘La casa del árbol’ no presenta el nervio de la mencionada ‘Ya no hay verano’ ni la profunda melancolía de ‘Tú no me tienes que salvar’ sin que eso sea malo en absoluto. Más bien, la canción se crece a través de un sentimiento de serenidad y cierta resignación, como da a entender ese «desastre nacional» repetido varias veces al final, muy adictivo, que suena como una autoflagelación y, a la vez, como una aceptación total de las circunstancias.

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