Música

Los Grammys certifican un año horrible para el pop en EE UU (o un pésimo gusto musical)

La lista de los nominados a los Grammys 2022 es uno de los mayores despropósitos que se recuerdan en la historia de la Academia. El prestigio de los galardones ha tenido sus idas y sus venidas, pero hay que recordar que un día sirvieron para reafirmar como clásicos a grandes joyas de los años 70 como ‘Tapestry’ de Carole King, ‘Innervisions’ de Stevie Wonder’ y ‘Rumours’ de Fleetwood Mac. En los 80 a ‘Thriller’ de Michael Jackson, ‘Graceland’ de Paul Simon y ‘The Joshua Tree’ de U2. En los 90 a ‘Time Out of Mind’ de Bob Dylan y ‘The Miseducation of Lauryn Hill’.

También es cierto que han tenido sus nubarrones, como también lo es que no hace falta tirar de nostalgia para deshacerse en elogios hacia los grandes discos que han premiado. En años recientes, se han apuntado el tanto de galardonar álbumes sobresalientes, procedentes indistintamente del underground o no: ‘Random Access Memories’ de Daft Punk, ‘The Suburbs’ de Arcade Fire, ’21’ y ’25’ de Adele, ‘Golden Hour’ de Kacey Musgraves o hace dos años el excelente debut de Billie Eilish, que tan seminal está siendo para el pop de la década actual. Por eso sorprende más todavía el esperpento de listado que han reunido de cara a la edición 2022. Culpemos a la pandemia porque han sido dos años raros, pero no sólo.

La primera mitad de 2021 pareció no existir en el pop internacional: nos dimos cuenta porque todos los grandes álbumes que salían eran los nacionales. Si en 2020, al menos Dua Lipa y Lady Gaga no pudieron hacer nada por contener sus lanzamientos porque ya estaban medio lanzados o filtrados, en 2021 todos los grandes artistas se echaron una siesta, a la espera de que la pandemia se fuera de una vez. Olivia Rodrigo se benefició de ese vacío, llevándoselo bien calentito con ‘SOUR‘ a principios de año. Billie Eilish no programó su disco hasta julio; Adele y Bruno Mars, hasta noviembre, estos últimos quedando fuera de plazo para la Academia. Estamos a las puertas del Black Friday y todavía no sabemos dónde se encuentran los discos de Kendrick Lamar, Rihanna, Beyoncé… y este tipo de ausencias, en los Grammys se nota.

Tampoco ayuda a la imagen general de los premios, que los nominados hasta ahora puedan ser hasta 10 en las categorías principales. Más NO es más, sobre todo en años tan flojos como este, en que terminas nominando discos de tan dudosa reputación como ‘DONDA’ de Kanye West, uno de los discos peor considerados por la crítica este año (53/100 en Metacritic) y sin duda el peor de su carrera… que tendría bastante guasa que ganara, cuando ‘Late Registration’, ‘College Dropout’ y ‘Graduation’ perdieron y ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’ y ‘Yeezus’ ni siquiera fueron nominados.

El reconocimiento a ‘DONDA’ solo puede provenir de su inexplicable éxito comercial

, lo cual parece justificar igualmente la presencia del deslavazado e inconexo ‘Justice’ de Justin Bieber (62/100 en Metacritic). Suena a extraña boutade el reconocimiento del soul blandito de Jon Batiste, y después están los que iban a ser nominados sí o sí, hicieran lo que hicieran, como Taylor Swift con la segunda parte de ‘folklore’; Lady Gaga con el álbum junto a Tony Bennett que no ha podido pasar más desapercibido, incluso entre sus acérrimos seguidores; o H.E.R., que por alguna razón cae mejor en la academia que la mismísima familia Knowles. Nadie comprende ya por qué ella sí, pero Tinashe, no.

Cuelan, por su simpatía, las nominaciones a ‘Montero’ de Lil Nas X (por su contribución al hip hop LGTB+, más que otra cosa), ‘Sour’ de Olivia Rodrigo (mono, pero más carne de MTV), ‘Happier than Ever’ de Billie Eilish (un disco notable, pero inferior al anterior); y el mejor álbum de los 10, el único que ha sorprendido un poquito por su frescura, ‘Planet Her’ de Doja Cat. Y tampoco es que vayamos a ocultar que no deja de ser un remedo de Rihanna en ausencia de Rihanna. Esperemos que en este párrafo esté el ganador. Por lo menos podremos decir que fueron buenos discos que representaron lo que fue el pop de 2021.

Con esta estampa, ni que decir tiene que habría sido un buen año para que los Grammy mejoraran su imagen en lugar de intentar convertirse una vez más en los nuevos premios MTV. Hay una barrera que no van a cruzar y es la de reconocer el talento de otros países, ni siquiera Reino Unido. Así, no esperábamos ver nominados por allí los discazos de Dave, Little Simz o Laura Mvula. ¿Pero qué tal algo más blando, más apto para ellos, como Celeste?

No esperábamos que ninguno de ellos, ni tampoco Nick Cave ni el también australiano Genesis Owusu robaran el foco este año. Pero sí que algunos de los nombres que suelen gustar en la academia un poquito, tuvieran mayor atención al tratarse de un año tan flojo: que pusieran en letras grandes lo que suelen poner en letra pequeña. Por ejemplo, se les había quedado un año fantástico para reconciliarse con Lana del Rey, pues ‘Chemtrails Over the Country Club‘ es uno de los mejores discos de su carrera, y bien lo merece; para recordar que no todo es el éxito comercial y por tanto premiar el excelente trabajo de Halsey junto a Nine Inch Nails (un disco castigado a la sección alternativa, como si no fuera pop, acaso); o para reconocer a Kali Uchis en alguna categoría principal, no solo en la latina. Solo tenían que dar más importancia a uno de esos nombres para lucir mejor sobre el papel en lugar de como alguien que no se entera ni de por dónde le da el aire. Muy bien la nominación a Arlo Parks a Artista Revelación, ¿pero qué hará ahí Japanese Breakfast nominada después de 3 discos?

A este lado del Atlántico no se entiende por qué Wolf Alice no aparecen en las categorías rock o alternativas, pero sobre todo da un poco de pena que desde aquí tengamos que apuntar que artistas americanos como Lucy Dacus hacen discazos que no desentonan para nada en los Grammys, o que The Killers están desarrollando una gran carrera que casi nadie vio venir. ¿De verdad -¿EN SERIO?- ‘Pressure Machine‘ no es carne de Grammys?

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