Years & Years arrasaron con su debut ‘Communion’, sumando hits a nivel mainstream como ‘Take Shelter’, ‘King’ o ‘Desire’ con un vocalista abiertamente gay, detalle que no haría falta mencionar si no fuese todavía tan extraordinario en el sentido literal de la palabra. Olly Alexander lo sabe, y por eso no ha dejado de reivindicar su lucha por los derechos LGBT y por la salud mental, especialmente en el siguiente disco, un reivindicable ‘Palo Santo’ que en 2018 no terminó de funcionar a nivel comercial tan bien como el anterior. En 2021 se anunció que Mikey y Emre dejaban la banda de manera amistosa (seguirán tocando en los directos), pero que el proyecto seguía y el nombre continuaba, aunque se quedase solo Olly Alexander. Ahora nos llega ‘Night Call’, el tercer disco del grupo y el primero solo con Olly, lo cual es para él una prueba de fuego casi mayor que la anterior.
‘Night Call’ es el primer disco que editas como Years and Years en solitario. ¿Qué tal eso de llevar la promo, las entrevistas, etc, tú solo esta vez? ¿Súper reventado o qué?
(ríe) Mucho. Además es muy raro porque antes de las navidades había como esta megaprisa por terminarlo todo antes de que la gente se fuese de vacaciones, luego vinieron las vacaciones… y ahora es como si mi cerebro siguiese de vacaciones y no hubiese reconectado aún, y de repente mi cabeza está en plan “¡mi álbum sale ya! ¡¿Cuándo ha pasado esto?!”. O sea, no me siento NADA preparado… ¿pero supongo que lo estoy? Puf, no sé (ríe) Desde luego es un torbellino de emociones, y estoy muy contento por el hecho de que el disco vea la luz por fin.
Supongo que además la pandemia retrasó tus planes al respecto.
Sí, pasó un poco con todo, y esto no fue una excepción: era mucho más difícil cuadrar horarios, producir, hacer los vídeos, contactar con la gente, etc. Me parece como surrealista que hayamos conseguido hacerlo en estas condiciones… ¡pero hey, lo hemos hecho!
¿Cómo has hecho esta vez para la producción del álbum, ya sin Mikey y Emre?
He tenido a mi lado a Mark Ralph, que produjo ‘Communion’, así que no ha sido tan complicado como pensaba. Cuando no eres productor, es muy difícil comunicar cómo quieres que suene una canción, de forma técnica, ¿sabes? Pero al final encontramos el punto, yo estuve escuchando mucha música y le decía “mira, quiero que suene a esto, un poco a esto, mezclado con esto otro, quiero que tenga un beat fuerte aquí tipo esto otro, etc”. Y Mark, que es un absoluto genio del dance y le encanta tanto como a mí, tenía también muchísimas ideas, y es además una persona en la que puedes confiar trabajando, que es bastante importante, poder tener la confianza para decir claramente lo que te gusta y lo que no.
¿Tienes pensado el siguiente single? A mí ‘Night Call’ (canción) me parece que lo grita…
¡Y a mí! De hecho hace tiempo que quiero sacar ‘Night Call’ como single, ojalá pueda. Yo voy a intentarlo, desde luego.
Soy muy de ‘Palo Santo’. Sé que fue menos aclamado (y bastante menos exitoso) que ‘Communion’, pero como disco me parece incluso más redondo, me gustó mucho el concepto alrededor y las temáticas que se trataban y cómo podíamos vernos reflejados en sus canciones. No sé qué recuerdos guardas tú.
Muchas gracias… me alegra mucho oír algo así de dulce sobre ‘Palo Santo’, porque me encanta y desde luego fue una lucha sacarlo adelante. Supongo que es un poco de libro: segundo disco tras un debut que resulta ser un hit mucho mayor del que cualquiera de los tres esperábamos, intentas recrear lo que has hecho antes pero a la vez quieres sacar algo distinto, debatís mucho sobre las direcciones… fue muy difícil hacerlo y enfrentarse luego a las expectativas, la verdad. Todo eso hace también que esté muy orgulloso de ese disco. La cosa es que se supone que con el tercero ya tienes esa lección aprendida, y no sé qué decirte (ríe), ¡porque a veces siento como si no hubiese aprendido nada! Al final lo que tienes que decirte a ti mismo es: pon un pie delante del otro y empieza a andar, ya lo irás resolviendo.
«Fue muy difícil enfrentarse a las expectativas con el segundo disco»
Precisamente en ‘Palo Santo’ había grandes baladas, como ‘Here’ o la propia ‘Palo Santo’, y una de las cosas que me ha llamado la atención de ‘Night Call’ es que no hay ni una, lo más cercano sería ‘Strange and Unusual’, pero sigue siendo bastante uptempo…
Sí, sí, es totalmente intencionado. Es que no me apetecía escribir canciones lentas, ¿sabes? Hice ‘Strange and Unsual’ y pensé “esto es lo más downtempo que vamos a tener, no vamos a tener ninguna balada, y está bien así”. Quería que fuese todo lo más uptempo posible, no dejar espacio para tomar ningún respiro, quería mantener la energía. Me encantan las baladas, ojo, pero me las guardo para el siguiente. Lo que quiero ahora es bailar.
Siempre has hablado de forma muy abierta sobre tu salud mental, incluyendo estos temas en tus canciones casi que desde que empezaste, y siendo una de las voces en la música a nivel internacional que más la tiene presente en sus entrevistas. En nuestro país, el considerado por la mayoría de prensa musical como mejor disco del año, ‘PUTA’, es precisamente un álbum en el que su cantante Zahara habla abiertamente sobre su depresión, bullying, TCAs, maltrato, abuso sexual e incluso intentos de suicidio, y ella misma cuenta que le ha servido para exorcizar muchos demonios. Quería hablar contigo sobre el poder que tiene la música a la hora de hablar de salud mental, de conectar con personas y poder hacerles sentir mejor, y de ayudar al propio artista con heridas que sigan abiertas. No sé si ha sido tu caso también.
Guau, me parece maravilloso eso. La verdad es que la música está ahí para nosotros en nuestros momentos más oscuros… a mí claro que me ha pasado eso, y en ambos sentidos. La música es como una compañera en muchos momentos de tu vida, y eso puede traducirse en algo reconfortante, pero también en algo doloroso. No sé cómo se siente ella cuando tiene que cantar esas letras en directo, pero también puede ser muy curativo, porque construyes algo a partir de tu dolor, que supongo que es su caso, y además lo compartes con personas que ven algo más ahí, porque ven un reflejo de ellos mismos. Y eso es precioso, creo que es lo más bonito y lo más poderoso que tiene la música. Por supuesto los artistas son libres de crear de la forma en que ellos prefieran, pero creo que cuando haces algo así y compartes cosas así… creo que ahí hay un poder innegable.
«Construir algo de tu dolor y compartirlo con quienes se ven reflejados es lo más poderoso que tiene la música»
Hiciste un documental para la BBC, ‘Growing Up Gay’, en el que contabas tu propia experiencia, y es curioso cómo hay detalles que pueden parecer tonterías pero muchos sentimos que no lo son. En las letras de Years & Years siempre están presentes los pronombres masculinos, y leí en una entrevista que, de pequeño, siempre escribías en tu diario “tú y yo”, escondiendo el pronombre para que nadie supiese que se trataba de un chico. Algo así pasa no ya en diarios, sino en canciones de artistas gays/bi que no se sienten preparados para salir del armario, o incluso que han salido pero tienen miedo a que “eso” llame la atención.
Sí, creo que todos pasamos por esa etapa de negación, de auto-odio… yo no quería ser gay, ¿sabes? En mi caso fue una mezcla de negación y de miedo. Y luego… con suerte, se supone que tienes que aceptarte, salir del armario, etc, y todo eso es un proceso bastante complicado. Es muy complicado. Dependerá para cada uno, claro, pero para mí lo fue… es como que tienes que, de repente, cambiar tu punto de vista de forma radical, para poder aceptarte. En cierto modo siento que todo eso también me ha dado, no sé cómo expresarlo, ¿como compasión? O empatía por otras personas. No sé, todo el mundo sufre, y por eso lo que deberíamos hacer es intentar ayudarnos.
«Yo no quería ser gay, ¿sabes? En mi caso fue una mezcla de negación y de miedo»
Incluso cuando se supone que ya nos aceptamos, que vivimos con naturalidad, etc, es como que la homofobia interiorizada sigue ahí, ¿no?
Es que es muy difícil. No puedes quitártelo y ya está, está muy arraigado dentro de ti desde el momento en que naces y abres los ojos (ríe) Aunque luego “abras los ojos” en este aspecto, hay muchas influencias del ambiente, de la cultura, de nuestro crecimiento, nuestra infancia y adolescencia, de cosas que nos han dicho o que hemos oído… hay muchísimas cosas que desaprender. No todo el mundo se siente así, por supuesto, pero hablo por mí, y para mí ha sido y es duro, cuesta mucho quitarte todas estas cosas. ¿Sabes una cosa que me sigue pasando? Cuando alguien me está hablando y tal, y no sabe que soy gay, asume que soy hetero, me pregunta si tengo novia o algo así… aparte de sorprenderme, porque es como “¡si soy súper visible!”, me quedo un poco congelado, sin saber qué responder. Es que puedes estar como súper seguro de ti mismo y de repente estar súper inseguro, creo que esto también es importante contarlo.
Hubo muchas coñas con la serie ‘Years and Years’ por tener el mismo nombre que vosotros. Así que fue muy curioso que en el siguiente proyecto de Russell T. Davies, su creador, tú fueses el protagonista (de ‘It’s a sin’, miniserie de Davies para HBO).
Yo se lo dije a Russell, “esto es el Destino” (ríe) Siempre me ha gustado su trabajo, es un genio, y en cuanto leí el primer episodio ya me tenía. Le cogí mucho cariño además a Ritchie (NdR: su personaje), y fue una experiencia fantástica vivir en ese mundo, trabajar con todas estas personas…
«Todo el mundo sufre, y por eso lo que deberíamos hacer es intentar ayudarnos»
No era tu primera vez interpretando ni mucho menos: has hecho teatros, series como ‘Skins’ y películas como ‘Enter the Void’. Esto último fue muy sorprendente para mí, la vi el año pasado por primera vez, y de repente pensé “joder, lo que se parece ese tío a Olly Alexander”… ya tuve que comprobarlo y, efectivamente, eras tú. ¿Cómo fue eso de trabajar con Gaspar Noé?
¡Dios! (ríe) Pablo, creo que eres la primera persona que me pregunta sobre esto, y me encanta, el echar la vista atrás sobre eso, buah… fue muy surrealista. Tenía 17 años, estaba en Tokyo, era la primera vez que estaba fuera de casa, y me vi haciendo esta película loquísima con Gaspar Noé… que, en el día, es como un niño pequeño, ¿sabes? Es muy dulce. Siempre estaba riendo, haciendo bromas y tal, y además como buen fan de Kubrick, él también hacía como 15 tomas de cada plano: si estaba discutiendo con mi madre, o rompiendo un plato en la cabeza de un amigo, o chupándosela a un policía, todo escenas muy intensas, y cada una de ellas teníamos que hacerlas la friolera de 15 veces. ¡Pues imagínate! La experiencia fue rara de cojones, muy salvaje, pero a la vez maravillosa: era un chavalito inglés haciendo locuras por Tokyo, no sé, lo recuerdo como una de las mejores etapas de mi vida, fue muy guay.