20 años sin Carlos Berlanga, «el auténtico rey del pop español»

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20 años sin Carlos Berlanga, «el auténtico rey del pop español»

En 1990, Carlos Berlanga acudió a un programa muy popular en aquel momento en RTVE llamado 3×4 para presentar su carrera en solitario. La entrevista realizada por Isabel Gemio no contiene una sola pregunta relacionada con el estilo de su primer disco o sobre creación musical. Sin embargo, son 10 minutos en los que da tiempo a conocer al genio creador, en toda su contradicción.

Isabel Gemio no puede ser más incisiva preguntando y repreguntando, por ejemplo sobre la separación de Alaska y Dinarama, aquel grupo de Olvido, Nacho y él mismo posterior a los Pegamoides, que había conseguido publicar el disco más vendido de toda España durante 1985 (salió a finales de 1984), ‘Deseo carnal’. «Me tuve que ir por una serie de razones. Diferencias musicales, personales. Me encantaría seguir con ella. La quiero mucho, a Nacho también, pero la vida es así. No había más remedio que irse», explica.

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Carlos Berlanga tiene tiempo en esos 10 minutos de hablar de lo que admira a su padre, el cineasta Luis García Berlanga; de si es un pijo al que le han dado todo hecho o no; de que no soporta vivir solo porque se deprime; de si es un autor de éxito o más bien todo lo contrario. No puede resumir mejor al artista esta charla: por un lado se come la cámara con unos ojos azules preciosos, sus gafas de pasta, cierto aire a Morrissey. Por otro lado se refiere a su «famosa timidez» con una sonrisa nerviosa, visiblemente sudado.

«No me gusta nada verme en la tele, ni oírme ni verme en fotos. Nunca me he gustado. Le pasa a mucha gente, no solo a mí. Casi nadie está contento consigo mismo», dice en un momento de la entrevista, como anticipándose a la llamada generación de cristal, mucho antes de que palabras como «autoestima» pasaran a la primera plana. Gemio está muy hábil también buscándole las cosquillas sobre su estatus. Le pregunta si es un «moderno o un posmoderno». Él responde: «Yo soy un clásico, ni posmoderno ni moderno ni nada»; Isabel se lanza a preguntar si lo que quiere es seguir sonando «dentro de 25 años».

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Han pasado realmente 32, 20 desde que falleció el 5 de junio de 2002 a consecuencia de una enfermedad hepática. Y puede que no sea el nombre más citado entre las influencias del pop español a día de hoy, pero sus canciones permanecen en el imaginario colectivo, sumando decenas -en algunos casos casi cientos- de millones de streamings. No hay más que echar un vistazo a la popularidad actual aun a día de hoy de ‘Ni tú ni nadie’ o ‘A quién le importa’. Hace poco Pedro Almodóvar, que le encargó el cartel de ‘Matador’, por ejemplo, le llamó «el verdadero rey del pop español».

Alaska y Dinarama se separaron por «diferencias artísticas y personales». Los muchos libros que se han escrito sobre su carrera -de Rafa Cervera a Mario Vaquerizo- nos cuentan que él y Nacho Canut llegaron a las manos por mucho que nos cueste imaginarlo. En lo artístico, la divergencia está muy clara. El primer disco de Fangoria continúa la senda del sample y la electrónica de ‘Fan Fatal’, que Olvido y Nacho siempre consideraron de alguna forma el debut de Fangoria. El primer disco de Carlos Berlanga incluye una canción latina, una bossa y un dúo con Miguel Bosé porque era amiguísimo suyo. La primera frase del álbum es «harto de seguir las modas, harto ya de todas, todas».

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Por desgracia, la carrera en solitario de Carlos será errática: diferentes discográficas, una pésima distribución y promoción, álbumes demasiado espaciados, apenas directo alguno como ese en que un jovencísimo Spunky, súper guapo y súper serio, aparece en los vídeos grabados en la Sala Morocco, concentradísimo en frases como “lo vi anunciado en televisión, detergente mágico, poderoso blanqueador”… y donde Carlos luce despistadísimo, en un error constante, pareciendo una cómica mezcla entre Jarvis Cocker y María Barranco.

Siempre esquivo con los directos e incluso en las sesiones de estudio, como se había visto en Dinarama, era ante todo un autor de canciones. Diría Almodóvar de él: «tengo la sensación de que su obra, musical o pictórica, se le caía de las manos en un parto espontáneo y sin dolor. Estaba dotado, y tal vez esa increíble facilidad impidió que creciera en él la idea de disciplina que todo artista necesita para arañar sus límites».

Sus álbumes solo, en cambio, rozarían la perfección, sobre todo en los casos de ‘Indicios’ (1994) e ‘Impermeable’ (2001). Primero, ‘El ángel exterminador’ (1990) no fue la mejor canción para presentarle solo. ‘En el volcán’ es la que esconde el mayor potencial en su debut, una canción vengativa que todo el mundo asume dedicada a Alaska por mucho que él, en la época, asegurara que «la quiere muchísimo». «No habrá más cartas este verano» de ‘El verano más triste’ se convertirá en la canción más coreada en el verano de 2002. ‘A tus pies’ tendrá una de sus melodías deliciosas. ‘Septiembre’ será otro de sus números más poéticos.

Pero será después ‘Indicios’ donde se apreciará de verdad el alcance de su talento. ‘Indicios de arrepentimiento’ será su gran himno en solitario, ‘Si no es por ti’ tiene talante para haber sido multiplatino. ‘¿Qué sería de mí sin ti?’ se permite ser una segunda parte para ‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’, que en los 90 reinventa en una televisión con una actuación insólita, ¿medio erótica?, junto a Massiel, con unos contraplanos del público dando palmas completamente delirantes. Vainica Doble se pasan para reivindicar ‘La funcionaria’. Ana Belén borda su interpretación de ‘Aguas de Março’. Mientras el mundo indie descubría a gente como Los Planetas y Le Mans, Berlanga entregaba una obra atemporal en la que afloraban influencias clásicas y latinas, dispuestas a atravesar cualquier barrera en el tiempo. Él no era ningún indie. Lo suyo era gustar a la jet set, pero bromeando sobre la misma.

‘Vía Satélite alrededor de Carlos Berlanga’ (1997) supuso su reconciliación con Alaska y Nacho, pese a que estos tenían cierta reticencia a volver con él en lo profesional. Se las había hecho pasar canutas grabando ‘No es pecado’, por ejemplo. E ‘Impermeable’, editado en Elefant, sería su gran obra maestra final, al margen de la excelente ‘Vacaciones’ y aquella ‘Lady Dilema’ que el gobierno escogió para una campaña de Hacienda. Cuenta su productor Ibon Errazkin que a él le habría encantado. Están entre lo mejor de su repertorio pequeñas grandes maravillas como ‘Cul de sac’ o ‘Manga por hombro’. Canciones que parecen enanas y seguimos tarareando de memoria con el paso del tiempo.

Carlos Berlanga falleció a los 42 años, después de una histórica carta a Rolling Stone en la que, en respuesta a una crónica en la que alguien contaba que estaba preocupantemente delgado, aseguraba que estaba muy orgulloso de haber vivido la vida, de haber viajado, y haber conocido mundo. Nos quedamos sin averiguar cómo habría madurado como artista, si bien su hermano Jorge ofrece una pista en la excelente caja recopilatoria que se publicó hace poco con todos los CD’s, rarezas, vinilos, un DVD e ilustraciones. «A Carlos desde niño siempre le persiguió una existencia estética que habitualmente chocaba con las prosaicas normas de la vida cotidiana. De ahí la defensa de una frivolidad ilustrada, el desprecio a la política y a la intelectualidad trascendente a favor de un enciclopedismo trivial, el gusto por los géneros fantásticos y la afición morbosa por los seriales televisivos y la cultura basura». En el mismo libro varias personas relatan lo enganchado que estaba a Melody. Es decir, por mucho que nos guste intelectualizar sus melodías, sus exquisitos arreglos de cuerdas y metales, lo excitante de su madurez artística es que no habría sido la típica. Habría sido seguramente mucho más divertido que eso.

Sería deseable que su nombre apareciera más a menudo como influencia en otros artistas de hoy. Quiero pensar que su estilo es así de inimitable. Apenas se le intuye en artistas underground, algo que quizá él habría odiado, como Sagrado Corazón de Jesús, Monterrosa, Marcelo Criminal, Joe Crepúsculo o Hidrogenesse, que pudieron reeditar ‘Indicios’ en Austrohúngaro cuando no había donde encontrarlo, y después de que Astrud le ejercieran de teloneros en la citada sala madrileña en 1997. Echo de menos que gente como Cariño, Punsetes o incluso Carolina Durante recomienden más a los Pegamoides, porque no se habla lo suficiente de Carlos Berlanga. Pero bueno. Al menos toda su música en solitario está ahí, en las plataformas, disponible para todo el mundo, aguardando a ser descubierta por el OT de turno. No podemos decir lo mismo de sus colegas La Buena Vida.

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