El amor duele. Ya se nos había olvidado. Cupido -gran nombre de banda- se valen de esa máxima y otra igual de improbable en 2022 para diferenciarse. En un mundo en el que todo artista joven tiene que hablar de las maldades del amor tóxico, de que es mejor no regodearse en el sufrimiento en pos de cuidar la salud mental y la autoestima; Cupido cantan al desamor sin descanso ni miedo a resultar ñoños.
La otra diferencia es que lo hacen con una banda de pop-rock con bajo, batería, guitarra y teclados. La fórmula que les dio el éxito con su debut ‘Préstame un sentimiento‘, esto es, la suma de la voz procesada de Pimp Flaco con el grupo Solo Astra, sigue vigente un par de años después en ‘Sobredosis de amor’, el segundo disco que hoy celebramos.
Cupido tuvieron dos grandes éxitos en sus inicios: ‘No sabes mentir‘ y ‘Autoestima‘, el cual complementaron con la ayuda de Alizzz y Lola Indigo. Los singles que han venido presentando desde entonces no tienen aparentemente tanta pegada. A cambio, ofrecen un mayor nivel de introspección que encanta a sus seguidores, y sirva ‘La pared‘ como ejemplo, pues ha igualado los números de sus mayores hits.
Ya había un clásico de nada menos que Bambino con este nombre. ‘La pared’ de Cupido sirve como refugio a todos aquellos que sufren por amor, para que se desgañiten como Pimp Flaco lo hace cantando que:
«Voy a hacer una pareeeeeeeed
Entre tu vida y la míaaaaaa
Para no volverte a veeeeeer
Por lo menos cada díaaaaaa
Pero si quieres veniiiiir
También le pondré una puertaaaaaa
Y por si quiero moriiiir
Una ventanita abiertaaaaa»
Además de este momento «sing along», la música se para casi por completo para que la letra concluya que «la vida es una mierda», lo cual está rimado con que «voy a ahogarme con una cuerda». Hacía tiempo que un grupo -y encima underground-, no apostaba por estos niveles de recreación en el fango. Algunos lo llamarán «romántico», otros lo llamarán «emo», pero lo mejor de todo es que Cupido no es un proyecto cortavenas. Lo evitan sin aburridos manuales de «consejos vendo para mí no tengo», sino de otras dos maneras.
La primera es el humor, presente en muchas frases del disco, con demasiados puntos divertidos como para resultar deprimente. Comenzando con el juego de «loser» de Pimp Flaco como frontman, que ha de ser una broma, al menos en parte. En ‘Santa‘, se postula como «un creador como Tyler, jejé», además de proclamar derrotas y victorias con la rima «Caí en la trampa, tu sonrisa me encanta / Y la carita que pones cuando te atragantas». ‘Wallapop’ contiene un bobísimo juego de palabras entre «sentir» y «sentar» que contra todo pronóstico funciona. Ya el título se las trae, y viene de que Cupido van a vender todas sus sillas en esta APP: «Voy a tirar todas las sillas que tengo por el balcón / Porque total, a ti ya te da igual cómo me siento yo».
La segunda es que toda esta poesía carpetera y sencilla, tan asociable a los tiempos del instituto, se crece entre unas guitarras ahijadas del indie-rock que pueden recordar a los Smiths (‘Sobredosis de amor’, ‘Un cabrón con suerte’), The Cure (‘Dios no existe’) o el pop-rock de pega de Aitana (‘Wallapop’). A veces rugen y se distorsionan, pero nunca llegan a ensuciar demasiado el primer plano, manteniendo un punto de accesibilidad que explica perfectamente el éxito de Cupido. Y no, no son deprimentes. Es el trabajo de Al García, Toni D, Dannel y Luichi Boy levantarlas con sus instrumentos como logran con la misma ‘Dios no existe’, que resulta revitalizante pese a su título.
Son muchas las grandes canciones que encontramos en ‘Sobredosis de amor’ y cuando estas se les van acabando, la banda muy hábilmente va precipitando el final del álbum. La antepenúltima canción dura 3 minutos, la penúltima 2, y la última 1 en su parte cantada. Temen Cupido, todo el tiempo, que otro cabrón se meta dentro de la habitación de su chica. Ellos, más listos que el hambre, se meten mientras tanto en la de todos.