Mientras el mundo se calzaba los mallots y los brilli-brillis en homenaje a la música disco, Andy Butler se enfrascaba en el disco menos Hercules & Love Affair de su carrera. Hubiera sido el momento de reivindicarse, bien en su registro más clásico, o bien modernizándolo. Sin embargo, ha decidido caminar en una dirección tan opuesta que hasta ha dudado si firmar este álbum como Hercules & Love Affair. Es tan personal en su exploración de temas como la familia, la infancia, la religión y la muerte que firmarlo como Andrew Butler habría sido una opción. Fue ANOHNI quien le animó a mantener su conocido alias. Y no porque sepa por experiencia propia que un cambio de nombre puede significar tu entierro en sentido figurado. Simplemente le espetó: «¿pero por qué no va a ser un disco de Hercules & Love Affair?».
Hercules & Love Affair han sido conocidos por su vinculación a la cultura LGTB+: han dado una visibilidad enorme a artistas trans cuando mucha gente pensaba no conocer ninguno, y también a causas como el VIH, cuando la gente desconocía lo que significa ser indetectable. ‘In Amber’ es también un disco LGTB+, sólo que en lugar de hablar de escapismo, se recrea en el lado más oscuro tras ese relato. Pueblan las letras sentimientos como la culpa (‘Repent’) o el rechazo familiar (‘Gates of Separation’, ‘Kill His Family’) e imágenes como el día del juicio final (‘The Eyes of the Father’). Las canciones se llaman cosas como “Oración Cristiana” y “¿Quién nos salvará ahora?”.
Ahora los referentes de Andy Butler son otros. Habla de su admiración por Brian Eno desde siempre, y dice haberse inspirado «no solo en Throbbing Gristle o Cabaret Voltaire» sino en bandas de punk y metal lideradas por mujeres como Sacrilege, Fear of God y también Killing Joke». Entre sus influencias está Dead Can Dance, algo muy palpable en este álbum de arreglos orquestales, exóticos y siniestros.
En el desarrollo de ‘In Amber’ ha tenido mucho que ver ANOHNI, que presta su voz al sentir de Butler en la mitad de los temas de este disco, y a su vez ha animado al mismo Andy a cantar. Conocida la deriva esquiva del proyecto de Hegarty, tiene todo el sentido que si ambos se reunieran no fuera precisamente para una recreación de su histórico llenapistas ‘Blind’, aún la mejor canción de 2008, por mucho que nos pese. El resultado es que, por un lado, temas como ‘Contempt for You’ o ‘Christian Prayer’ se crecen gracias a la afectada voz de ANOHNI, que les da un tono desesperado, suplicante. Y por otro, conocemos ahora a Andy Butler en un registro que le vincula a The National (‘Grace‘), Brett Anderson (‘Repent’) o David Bowie (‘Gates of Separation’).
La islandesa Elin Ey aporta un plus de variedad en ‘Dissociation’, una delicadeza con cuerdas que habría podido entonar la mejor Lou Rhodes. Como también aporta dinamismo la distribución de hits potenciales que de hecho casi, casi se pueden bailar a lo largo del álbum: ‘One’ aparece en segundo lugar y ‘Poisonous Storytelling’ en el penúltimo, resultando excitante en su valiente producción de percusiones y efectos. En ella, ANOHNI nos advierte del cuidado que hemos de tener con las nuevas narrativas en un momento político tan delicado. Y convence.
Las rocas en esta travesía serían canciones como ‘You’ve Won This War’, ‘Who Will Save Us Now?’ o ‘The Eyes of the Father’, el tipo de piezas que aportan más al concepto del álbum que a la historia de la música popular. No todo son temazos en un disco en general hermoso y con su detalle y significado, pero al menos ahora sabemos qué quería decir Andy Butler cuando le pidió a Madonna que hiciera música acorde a su edad. Ha llegado a su propio ‘Ray of Light’ exactamente a la misma edad que ella, los 39. No las tenía todas conmigo de que fuera a ser consecuente con su reclamo. Bienvenida, madurez. Adiós para siempre, hedonismo. A ver cuán fuerte le abraza el público fuera de las pistas.