Arctic Monkeys y Róisín Murphy bautizan a lo grande Cala Mijas

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Arctic Monkeys y Róisín Murphy bautizan a lo grande Cala Mijas

Quienes no vivimos en Madrid ni en Barcelona sabemos lo difícil que es que conciertos o festivales celebrados en nuestras comunidades llamen la atención y, en el caso de los festivales, que ofrezcan un line-up a la altura de los grandes. Hay excepciones, por supuesto, pero está claro que Andalucía no tiene un BBK (en lo que a evento masivo se refiere).

¿Puede que eso empiece a cambiar a partir de este año? A saber, pero desde luego la llegada del Cala Mijas ha sido un huracán, más allá del meme inicial de “Los Arctic Monkeys tocando en mi pueblo, faltan los Strokes tocando en Isla Cristina”, porque a reírnos de nosotros mismos no nos gana nadie. De momento, la primera jornada del Cala Mijas se ha llevado a cabo sin grandes incidentes, y según la organización rozando el lleno absoluto, con el público disfrutando de grandes conciertos en un entorno natural que precisamente recordará al BBK a quienes hayan estado en ambos.

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Si tuviese que quedarme con un solo concierto, aunque el plato fuerte de la noche eran «los monos», elegiría el espectáculo que dio Róisin Murphy. Literalmente eso de “espectáculo que dio”. Y no solo por su vozarrón o por la psicodelia pop que la acompañaba en las pantallas. La irlandesa repasó su discografía en solitario e incluyó temas de su etapa en Moloko como ‘Forever More’, ‘Cannot Contain This’, ‘The Time Is Now’ y, por supuesto, ‘Sing It Back’, y todo lo hizo con la convicción de que la mejor forma de conseguir que el público se divirtiese era divirtiéndose ella.

Róisin se lo pasaba pipa con movimientos que iban entre la clase de gimnasia y los espasmos, quizás los mismos que tiene una cuando está bailando en su casa sin que nadie la mire y se mueve según lo que le transmita la música, ignorando cualquier córeo que suene a límite. Al no ser cabeza de cartel, tuvo que conformarse con poco más de una hora en la que condensar sus aclamados discos en solitario y los recuerdos a Moloko, por lo que hubo algún que otro mash-up en el tramo final (se despidió con uno de ‘The Rumble’ y ‘Flash Of Light’), pero lo que no sacrificó fue su locura con el vestuario, que merece capítulo aparte.

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Porque no es que haya “cambios de vestuario” como puede ocurrir en el concierto en cuatro actos al uso de una diva pop, es que aquí sucede EN CADA CANCIÓN. La banda que la acompañaba se quedó alargando el final de ‘Something More’ (la canción con la que abrió) mientras ella se iba unos segundillos a cambiarse y del conjunto de chaqueta y pantalón multicolor pasaba a chaqueta azul, pantalón verde y sombrero.

Pero es que luego pasaría a estar vestida completamente de verde con una visera y unas estrambóticas gafas, luego de rosa y con una peluca, luego un conjunto imposible rojo y rosa con boina y guantes largos, luego un vestido azul purpurina, luego unas hombreras que ni las de Grace Jones, etc. En una entrevista reciente con El País, Murphy comentaba que “intento encontrar la alegría de las cosas. La alegría es ir más allá de los límites, el lugar donde no deberías estar, es ir más allá de uno mismo. Te sorprendes, te diviertes, te das una alegría, y generalmente te masturbas en un sentido creativo”. Supongo que eso explica lo vivido anoche.

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Poco antes de Róisin, actuaban en el mismo escenario Victoria otros irlandeses: los Inhaler. La banda liderada por Elijah Hewson suele pedir en las entrevistas que no se mencionen dos palabras “U2” y “Bono” y, aunque se entiende que estarán hartos de que se reduzca todo a quién es el padre de su vocalista, desde luego tras verlos en directo se diría que Elijah puede estar orgulloso de su aportación a su apellido: quienes estaban en el escenario no eran una banda mediocre llevada al estrellato por Papá, pero ni remotamente. Aunque la pandemia les llevó a retrasar su álbum debut (la última canción que lanzaron antes de ella, ironías del Destino, se llamaba ‘We Have To Move On’), los irlandeses cuentan ya con un puñado de buenos temas y con una base de fans un tanto bestia, quizás motivada por la estética boyband involuntaria (Elijah tiene casi 24 años pero parece tener 17, y lo mismo le pasa a sus compañeros), pero desde luego justificada por el potencial de un grupo que lo mismo sorprende publicando una cover de ‘Fade Into You’ que defienden su debut con una maestría que ya quisieran bandas bastante más veteranas. Hewson agradeció su presencia a los asistentes, “aunque estéis aquí para esperar a otro grupo, supongo que a los Arctic”, como sin terminar de creerse su propia fuerza – y, de hecho, tras cerrar con la estupenda ‘My Honest Face’, se encargó personalmente de entregar los setlists a los fans que lo pidieron, sonriendo con obvia ilusión ante esas reacciones.

Sharon Lopez

No me puedo resistir a mencionar que Elijah Hewson es el hijo de Bono cuando el siguiente concierto del que hablar es de Arctic Monkeys, porque cada vez parece menos boutade plantearse una cosa: ¿es Alex Turner el Bono de nuestra generación? No sabremos si la respuesta es “sí” hasta que pasen más años, pero el estatus de los Arctic frente al público general y la condición cada vez más autoconsciente de estrella que tiene Alex Turner nos dicen que muy lejos tampoco anda, aunque evidentemente hay muchas cosas que le separan de Bono (y a los Arctic de U2), entre ellas un megahit mainstream del tamaño de ‘With Or Without You’. I might be wrong, que dirían Radiohead, pero bueno, al tiempo.

Lo que es indudable es la energía que derrochan «los monos» sobre el escenario, el carisma de Turner, la conexión con el público que corea prácticamente todo, la demostración de poderío que supone abrir directamente con ‘Do I Wanna Know’ (su mayor éxito, al menos en escuchas) y la radiografía de su vida que habrá podido hacer cualquier (late, early o lo que sea) millennial presente allí mientras sonaba prácticamente un catálogo de greatest hits: ‘Brainstorm’, ‘Don’t Sit Down Cause I’ve Moved Your Chair’, ‘The View From The Afternoon’, ‘Pretty Visitors’, ‘Bet You Look Good On The Dancefloor’Cornerstone’ o ‘Arabella’, convertida ya en uno de sus clásicos y encargada de cerrar el show junto a ‘One Point Perspective’ (ellos siguen defendiendo ‘Tranquility Base Hotel + Casino’) y la electrizante ‘R U Mine?’.

¿Los momentazos? Desde el punto de vista periodístico podría ser la presentación en vivo de ‘I Ain’t Quite Where I Think I Am’, tema del inminente ‘The Car’. Pero sin duda me quedo con los dos momentos más íntimos, donde Turner se crecía incluso más que en el desmelene: ‘505’ (aunque aquí un poquito de desmelene hay) y ‘Cornerstone’, dos temas preciosos a los que si se hubiesen sumado ‘I Wanna Be Yours’ y ‘Love Is A Laserquest’ la cosa hubiese sido ya redonda. Alex Turner querrá a toda costa no ser un cani de Manchester, pero lo más brillante viene cuando el cani de Manchester habla de amor sin filtros.

Sharon Lopez

Horas antes y en el mismo escenario Sunrise actuaban otros paisanos de Turner: Blossoms, presentando su último disco ‘Ribbon Around The Bomb’. La banda de Tom Ogden, Charlie Salt, Josh Dewhurst, Joe Donovan y Myles Kellock dio buena cuenta de este último trabajo, conectando especialmente con el público en canciones como ‘The Sulking Poet’ o ‘Care For’, pero no se olvidó del anterior ‘Foolish Loving Spaces’ (sonaron ‘If You Think This Is Real Life’ o ‘Oh No I Think I’m In Love’), retrocediendo incluso a su debut con temas como ‘Getaway’… ¡y hasta versionando a The Human League! “Para quienes os guste el pop ochentero, aquí viene un clásico” avisó Tom Ogden antes de entonar ‘Don’t You Want Me’ en un momento especialmente celebrado.

Y si Blossoms se encargaron en cierto modo de telonear a los Arctic (junto a un Sen Senra de quien no pudimos ver mucho por coincidir en su totalidad con Róisin, aunque nos escapamos un minuto a verle coincidiendo con ‘No Me Sueltes Más’ y comprobamos que había más gente allí que con Róisin), quienes se ocuparon de animar al personal una vez desaparecido Alex Turner fueron dos platos fuertes de electrónica.

Sharon Lopez

Por un lado, Chet Faker, Nick Murphy, que ahora ha vuelto a utilizar ese nombre artístico, publicó el año pasado ‘Hotel Surrender’, y se centró en presentar dicho disco, rescatando también algún que otro corte anterior como la estupenda ‘Talk Is Cheap’ o su exitoso cover de Blackstreet ‘No Diggity’. Murphy (y luego Bonobo) presentó un menú bastante distinto para gran parte del público de los Arctic y, aunque algunos lucían verdaderos fans de ambos bandos, muchos parecían ayudarse de cositas -que diría Olvido Hormigos- para aguantar el tirón tras la bomba energética de los ingleses. En cualquier caso, el encargado de cerrar a lo grande la primera jornada de -valga la redundancia- esta primera edición del Cala Mijas fue Simon Green, más conocido como Bonobo. Aunque lo suyo no es un ambient “aburrido” -para contexto festivalero-, sí es evidente que plantea mucha menos interacción que los otros grupos de la noche, incluso que Chet Faker. Sin embargo, me resultó más interesante (quizás precisamente por ser más absorbente) la propuesta de Bonobo, que nos llevaba de viaje por su discografía centrándose en sus dos últimos trabajos, ‘Fragments’ (publicado este mismo año) y ‘Migration’, a veces casi sin detenerse entre canción y canción, sino focalizándose más en la creación de atmósferas.

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