La cantautora alemana asentada en España Fee Reega, hace unos años bastante popular entre nuestras páginas y en el undergound por discos como ‘La Raptora’, acaba de publicar un disco llamado ‘ZOOM’. Son canciones a veces sórdidas, de ecos entre Leonard Cohen y Nacho Vegas, con letras políticamente incorrectas como ‘Lolito’, pero también melodías tan atemporales como ‘Canción para bebé’.
Y para promocionarlo, ha decidido incluir en su merchandising bragas usadas precisamente con el nombre de LOLITO por un lado y Fee Reega por el otro. Las vende a 50 €, junto a vinilos, totes y neceseres, aunque la noticia es el texto que acompaña tal osadía, una reflexión sobre la industria musical. La cantante indica que ha emprendido esta acción no porque de otra forma no pueda sobrevivir -“por suerte tengo apoyo y algo de trabajo en este momento”-, sino «para poner luz en el hecho de que hay personas en este ámbito que no saben cómo ganar para comer».
Fee Reega niega “tener la intención de llamar la atención gratuitamente ni de hacer nada indigno”, pero sí critica la necesidad de “venderse constantemente”. Indica: “no quiero prostituirme cambiando de estilo de música, vendiéndola como algo que no es, o lamiendo un culo que me puede llevar lejos. Prefiero vender mis bragas usadas a MIS fans pervertidos, desde la seguridad de mi casa, con toda la dignidad del mundo”. Termina el texto: “así consigo un poco más de atención sobre mi música y puedo trabajar en condiciones un poco mejores, olé por las perversiones inocentes”.
Comenzaba su carta (las negritas son nuestras): “La música independiente y más aún la música underground están pasando uno de los peores momentos en su historia. Muchos de nosotros no tuvimos ingresos durante la pandemia, ni ayudas de desempleo”.
Aun sí, la carta indica que los músicos han seguido tocando como podían e invertido dinero en grabar música. Reflexiona: “El resultado fue una avalancha de publicaciones a la vez y una oferta sobrecargada. El público a su vez no tuvo y no tiene en este momento el poder adquisitivo ni para pagar entradas a los bolos que quieren ver ni para comprar los discos de las bandas a los que siguen fielmente. Y los que tienen el dinero, tienen miedo de que las cosas empeoren más y también gastan poniendo prioridades”.
Fee Reega afirma que “el dinero invertido en grabación, fabricación y publicación de discos, los videoclips, las fotos, la promoción y el merchandising es para muchos imposible de recuperar”.
Además, se queja de que los algoritmos de las redes impiden a sus seguidores ver las propias publicaciones de los artistas que han decidido seguir. “Muchos se preguntan qué hay que hacer para que incluso mis propios fans compren mi disco. ¿Qué hay que hacer para que nos contraten conciertos, que nos escriban una reseña o escuchen nuestras canciones?”.
A continuación indica que “con esta acción quiero constatar que como músico independiente ahora mismo literalmente hay que bajarse las bragas para sobrevivir. Ya no se trata solamente de recibir atención como músico, sino para bastante gente es una cuestión de supervivencia, y hay casos de artistas que tienen que hacer cosas indignas y “prostituirse” entre comillas y también sin comillas”.