«Las 3 Julias» brillan, Pet Shop Boys no tanto, en Primavera en la Ciudad

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«Las 3 Julias» brillan, Pet Shop Boys no tanto, en Primavera en la Ciudad

Independance Club albergó una de las ideas de programación más simpáticas de Primavera en la Ciudad, reuniendo a tres Julias diferentes: Colom, Jacklin y Holter, justo antes de que comience a lo grande el Primavera Sound propiamente dicho.

Comenzó a las 8 la mallorquina Júlia Colom presentando su primer disco ‘Miramar’. La cantante inauguró su set ofreciendo una contundente interpretación a capella, mostrando su talento vocal en un registro que recuerda a Maria Arnal. Sin embargo, Colom se atreve a mezclar estilos distintos con su clara tendencia folk durante todo el concierto, y cierra el set con un tema bailable, casi urbano. ‘El i ella’, una canción sobre enamorarse de dos personas a la vez, y ‘Olivera’ brillaron con especial intensidad.

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En torno a las 9, la sala fue llenándose para ver a Julia Jacklin, la artista que más gente atrajo de la jornada. Había mucha expectación por ver a la australiana presentar las canciones de ‘Pre Pleasure’, su último trabajo. Con una trenza a cada lado y un vestido rojo estilo retro, saludó tímidamente al público y nos dio la bienvenida al “Julia Festival”.

La cantante abrió con ‘Be Careful with Yourself’ y ‘Love, Try Not to Let Go’. Antes de repasar la fantástica ‘Lydia Wears a Cross’, retrocedió en el tiempo a la bonita ‘Pool Party’ de su álbum debut. Aunque las canciones que más levantaban al público fueron las de ‘Crushing’, uno de los álbumes indie-rock más queridos de los últimos años. La imponente coda guitarrera del baladón de ‘Don’t Know How to Keep Loving You’ es motivo más que suficiente para justificar un concierto entero, pero lo mejor llega con las dos últimas canciones: ‘Head Alone’ y ‘Pressure to Party’, dos himnos que fueron coreados con energía y entusiasmo. Un broche de oro perfecto para rematar un gran espectáculo rock en plena euforia.

Daniel Vázquez

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Con algo menos de gente, a las 10 de la noche Julia Holter (en la imagen) aparecía en el escenario e iniciaba su set con ‘Sea Calls Me Home’, uno de los cortes más especiales de ‘Have You In My Wilderness’. Automáticamente, la atmósfera mágica con la que la artista canta y toca invade toda la sala. La indudable belleza de sus producciones se vuelve aún más resplandeciente en directo. El espléndido uso de los sintetizadores, las virguerías vocales de la cantante o el sonido de la gaita te mueve y te transporta a un lugar muy lejano (y mejor).

Lo único que rompe el hechizo es el constante ruido de las barras del bar que se sitúan a ambos lados de la sala. Constantemente se escucha el choque de los vasos, cristales rompiéndose, el chirrido de la salida de la puerta de emergencia… Es bastante difícil ignorar todo esto mientras uno asiste a un concierto tan íntimo y mágico como este, pero la capacidad hipnótica de la música de Julia Holter es tan potente que logra que por momentos seas capaz de obviar el ruido externo y adentrarte en su mundo. La cantante es lo suficientemente profesional y educada de no perder los estribos cuando ponen un lavaplatos (¡!) en mitad de su set y en todo momento se muestra agradecida de estar ahí. A veces incluso se dirige al público en un español más que decente: “voy a cantar canciones viejas y nuevas”.

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La preciosa ‘Betsy on the roof’, con pasajes en los que la tensión sonora que crea se puede cortar con un cuchillo y con otros tan dulces como el algodón de azúcar, es uno de los puntos más álgidos de la noche. Así como ‘I Shall Love 2’, el corazón de ‘Aviary’, que cerró un concierto magnífico pese a que Independance no era el lugar más adecuado para celebrarlo. Fernando García.

Daniel Vázquez

El concierto de Pet Shop Boys lucía como la joya de la corona de Primavera en la Ciudad. Una ocasión casi única de ver a un grupo histórico en un recinto para tan sólo 1.500 personas como es el céntrico Teatro Eslava (hace unos años estuvieron en el Teatro Real), y más tras las excitantes crónicas leídas sobre lo visto hace unos días en la barcelonesa Sala Apolo, más pequeña aún.

La selección de hits “Pop” & “Art” que despliegan Neil Tennant y Chris Lowe desde las 21.00 hasta las 22.30, a lo largo de 90 minutos, es inabarcable. Desde el principio con ‘Suburbia’ hasta el bis con ‘West End Girls’ y ‘Being Boring’, recordando ambas -sobre todo la primera- a aquellos tiempos en que el dúo británico era capaz de conquitar las listas estadounidenses con su aproximación tan particular del R&B. Algo que resulta bastante increíble hoy, y para muestra, lo de Jessie Ware.

Pero es que en medio llegan a sonar delicadezas como ‘Rent’, ’So Hard’, ‘Jealousy’, ‘Heart’… y temas tan bailables en su apego por los 80’s y los 90’s como ‘Domino Dancing’, ‘Left to My Own Devices’, la más reciente ‘Vocal’ o ‘It’s a Sin’ como colofón antes de los bises. Todavía a día no me puedo creer que exista tal cosa como el medley de ‘Where the Streets Have No Name’ con ‘I Can’t Take My Eyes Off You’. Menuda fantasía.

El sonido, por desgracia, no acompañó demasiado: bajo, discreto y apagadillo, al menos para los que no pudimos ocupar las primeras filas o los palcos, donde en las salas de este tipo suele llegar mejor definición. Están las canciones de Pet Shop Boys hechas para abrumar, para avasallar, cuando no es a través de su grandiosidad (aunque faltaron ‘Go West’ o ‘Se a Vida e’), a través de sus inteligentísimos y ocurrentes textos. Algo que no terminó de pasar, salvo en contados momentos. Básicamente aquellos en que nos sabíamos hasta la última coma de los estribillos. Hoy, en la Jornada de Inauguración, con concierto gratuito, aguardo una enorme y apoteósica reconciliación. Sebas E. Alonso.

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