COBRAH: «El BDSM lo vive más gente de la que pensamos»

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COBRAH: «El BDSM lo vive más gente de la que pensamos»

COBRAH sirve coño. No lo decimos nosotros, sino ella misma en ‘GOOD PUSS’, uno de sus grandes himnos. COBRAH es la artista sueca que está llevando la cultura BDSM al pop gracias a sus explosivas actuaciones y a su ristra de temazos de electro-house diseñados para sudarlo todo en la pista de baile. La curiosidad de la carrera de COBRAH es que, en sus inicios, llevó una doble vida enseñando por el día y actuando por la noche. Hoy es un icono del underground internacional y el 10 de febrero visita España por primera vez para actuar en la sala Razzmatazz de Barcelona. Hablamos con COBRAH sobre su nuevo EP ‘Succubus‘ y también sobre sus primeros pasos en la música y sobre sus vivencias en la escena fetish sueca.

¿Por qué te representas en la figura de Súcubo en tu nuevo EP?
Cuando era más joven me sentía incómoda siendo chica, y sentía que por ser chica se percibía que era débil y eso me daba miedo. Por ello me acerqué a la cultura del rock, del metal, del emo, me vinculé a una cultura que es oscura y posee gran fuerza y poder. Súcubo es una extensión de eso. En la cultura moderna, es la representación de una mujer hermosa, femenina, poderosa, que está en la cima del mundo y usa el sexo de manera dominante. Y con esto me identifico. Es una criatura que me resulta muy atractiva. En la portada y vídeos de ‘Succubus’ me transformo en Súcubo y muestro mi interpretación personal de su historia.
Te identificas con Súcubo desde un punto de vista de la sensualidad y el poder más que de la sexualidad. ¿Por qué?
Súcubo es una mujer a la que todo el mundo teme. Está desnuda y usa el sexo a modo de ataque. Pero no va de eso. La figura de Súcubo tiene más que ver con el miedo que provoca en otros, que con su propio atractivo como mujer. Yo hago estas cosas, me desnudo en mis vídeos y actuaciones, pero no tiene que ver con ser hermosa, sino con ser una persona en acción.

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Ejerciste de profesora durante una temporada. ¿Qué enseñabas?
Enseñaba música a niños de entre 7 y 12 años. Entonces me ganaba la vida enseñando y, aparte, hacía música, y con el dinero que ganaba me podía permitir publicar mis canciones.

¿Qué música te marcó en los primeros años de tu vida antes de hacer música electrónica?
Me encantaba Kate Bush cuando tenía 10 años. Escuchaba a Tyler, the Creator cuando iba al instituto. Escuchaba mucho de todo. No imaginé que terminaría haciendo el tipo de música que hago. Creo que la música que hago ha venido a mí, digamos, sin yo esperarlo.

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¿No te marcó nada del pop mainstream?
Nunca me ha interesado mucho. Me parece difícil ser fan de ese tipo de música.

¿Crees que está demasiado comercializada?
Sí. Me gusta la música que se siente personal y mucha de esa música no se siente demasiado personal. Hay cosas comerciales que me gustan, pero me interesa más el mundo del arte.

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¿Qué era de Kate Bush te marcó más?
Me encantaba su disco de 1978, ‘Lionheart‘. También me encantaban los Dressden Dolls, los seguí mucho durante mucho tiempo.

Por el día enseñabas, por la noche hacías actuaciones inspiradas en el BDSM. Se dice que eres la Hannah Montana sueca. ¿Te identificas?
Sí, un poco. Cuando enseñaba, a mis compañeros de escuela no les podía decir a qué me dedicaba en mi tiempo libre. Temía que me despidieran. Eran oficios tremendamente diferentes. Así que definitivamente era un poco como vivir una doble vida.

¿Cuándo decidiste que te dedicarías a la música, a tiempo completo?
En 2020, durante la pandemia, durante mis vacaciones de verano escribí ‘Good Puss’. Sin embargo, empezaron las clases de nuevo y decidí no sacarla. No me parecía apropiado hacerlo mientras estaba enseñando y, además, quería asegurarme de que el momento de lanzamiento fuera adecuado. Pero ese fue el punto de inflexión, el momento en que decidí volcarme en el proyecto de COBRAH de manera definitiva.


Has estado inmersa en la escena BDSM de Suecia. ¿Qué te ha sorprendido de conocer esta escena?
Lo que me sorprendió al principio es que los fans del BDSM se lo toman realmente en serio. La gente no acude a clubs BDSM simplemente para divertirse, sino que es algo que les gusta de verdad hasta el punto de gastarse muchísimo dinero en ropa. Y el código de vestimenta es estricto: no todo el mundo entra en esos clubs. Eso es lo que me gusta del BDSM: la gente está realmente comprometida con esta cultura. La estética de los clubs de fetish es tremendamente interesante. Y los eventos parecen fiestas de disfraces… solo que la gente va muy bien vestida (ríe).

¿Cuál era la reacción del público cuando actuabas en estos clubs?
Es una actuación normal, cantas en el escenario con un micrófono. La diferencia significativa es que el público está básicamente desnudo, la que lleva látex soy (ríe). No destaca tanto la performance como el ambiente, que es diferente al de una sala de conciertos. Además, es un evento donde manda la discreción, por lo que ninguna cámara está grabando.

¿Crees que todavía la gente no sabe muy bien qué es el BDSM, y que le tiene un poco de respeto?
Sí, creo que eso ocurre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el BDSM suele ser una cosa privada. Quienes lo practican no se lo cuentan a su familia y amigos. Evidentemente mucha gente vive esta cultura, mucha más de la que pensamos, pero se mantiene en privado. Pero creo que a la juventud de hoy en día no le da tanto respeto como a generaciones previas.

Actúas en Barcelona esta misma semana. ¿Qué me puedes contar del show?
Estoy muy emocionada, es mi primera gira y la primera vez que actúo en Barcelona. Traigo un show coreografiado de principio a fin, de una hora de duración, traigo outfits diseñados para la ocasión y luces súper chulas. Es un show muy divertido y con mucho, mucho sudor.

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