Eurovisión se garantiza la diversión en su año más amargo, con Irlanda, Croacia y Finlandia

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Eurovisión se garantiza la diversión en su año más amargo, con Irlanda, Croacia y Finlandia

Las semifinales de Eurovisión no parecen aclararse entre el desinterés general -esa emisión en La 2- y el revuelo que generan en redes sociales. La de este martes ha sido de las mejores. Si en algún momento algún medio español estuvo tentado de titular su crónica del evento «Chanel vuelve a robar el show en Eurovisión» seguro que después ha tenido que repensárselo cuando actuaron países como Irlanda, Croacia o Finlandia.

Tres ejemplos de lo divertida que puede ser la final del sábado, justo este año en el que menos nos apetecía divertirnos con el gran show de la UER. Recordemos que el jueves se han convocado manifestaciones en Malmö al mismo tiempo que Israel competirá en la segunda semifinal, mientras sigue asediando Gaza.

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La semifinal de este martes comenzó con un popurrí de temas que NO ganaron Eurovisión, como metáfora de que a veces no es necesario ser el número 1 para triunfar. No salieron Mocedades, pero sí Eleni Foureira con su mítico ‘Fuego’, que terminó oscureciendo a Neta; Eric Saade con ‘Popular’, colando un pañuelo palestino; y finalmente Chanel, en su momento tercera, pero primera en nuestros corazones. Y como ya no puede reproducir la misma coreografía de ‘Slomo’ porque «hay muchas cosas que no sabemos«, probó otra cosa… y acertó.

Volando por los aires y aterrizando en el suelo cual aeroplano sin romperse la crisma, Chanel demostró -porque las mujeres siempre tienen que demostrar la misma cosa muchas veces- que tiene mucho que decir en la industria si logra dar con las producciones adecuadas. Eso sí, la balada ‘Agua’ no era una de ellas.

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Croacia partía como gran país favorito y Baby Lasagna no decepcionó. Con conexiones con la audiencia tamaño Queen, las posibilidades rockeras de unos Måneskin y un tema tan resultón como el año pasado ‘Cha Cha Cha’, tenía asegurada la clasificación. La audiencia estaba a tope jaleándolos, y eso se valora en casa y entre el jurado.

Pero ojo, porque hay dos serios competidores. Nadie sabe dónde puede llegar el alcance del dúo cómico de Finlandia, si Ojete Calor han terminado llenando estadios. Uno de los miembros de Windows95man se pasa media actuación ocultando el miembro detrás de una cámara, detrás de un minúsculo slip, detrás de la nada, y la tontería atrapa como si siguiéramos en los tiempos de Benny Hill -que en paz descanse- y Austin Powers. La referencia más directa parece la peli de Eurovisión de Will Ferrell.

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Y la gran sorpresa de la noche la dio Irlanda. Detrás de esa tontería de etiqueta llamada «ouija pop», Bambie Thug tenía un plan: dejar muda a la audiencia con una presentación terrorífica de ‘Doomsday Blue’ que nunca dejó de sorprender. Tras una sucesión de ideas tomadas de Lady Gaga -circa ‘Paparazzi’ y ‘Judas’- y Marilyn Manson -circa cuando se le podía citar como influencia-, llegó un grito que hizo temblar en su tumba a Edvard Munch y una derrota de la bestia que ni Álex de la Iglesia. El escenógrafo es el español Sergio Jaén. Simboliza una violación que Bambie Thug sufrió en 2023.

Con este panorama y sumando la imaginativa propuesta de Reino Unido, que presenta a Olly Alexander y su corte de bailarines boxeadores desafiando las leyes de la gravedad; es comprensible que España no levante cabeza en las apuestas. Concedámosle el beneficio de la duda porque no hay mucho synth-pop onda Depeche Mode, ni competidores tan sexualizados (lo de Finlandia es puro humor), pero hay cosas que un jurado habrá de priorizar siempre. Y este año hay muchos países que se lo han currado.

Algunos tanto que se han pasado de frenada. Ha sido el caso de Polonia, eliminada frente al temblor de la pobre Luna, que no podía creérselo. Nosotros tampoco. ‘The Tower’ era una de las producciones más actuales, pero su presentación era un exceso viejuno de cambios de vestuario y escenarios -algunos deslucidos fuera de plano o en plano general-, perjudicada también por una pobre toma vocal.

Salvó un poco mejor los muebles Lituania. Silvester Belt acudía con una de las canciones más elegantes en su propuesta electrónica, pero su puesta en escena quedaba algo diluida entre tan feroz competencia o la exhibición de la de Olly Alexander, de bastante más presupuesto.

Con la clasificación de Ucrania todo el mundo contaba, pero no desde luego con la de Portugal. Iolanda ha actuado en Sonar Lisboa, quizá porque Maria Arnal lo ha hecho en Sonar Barcelona, y por un momento temimos que terminara aglutinando el mismo televoto que Blanca Paloma (un 0 o casi). Quizá la salvó actuar en la segunda mitad. Como a Luxemburgo, que volverá al festival detrás de tres décadas.

La lista de clasificados se completa con Serbia, que acude con una presentación sencilla que apela al renacer del país tras la Guerra Mundial con una flor proyectada gigante; Chipre, quizá gracias a una realización muy loca del minuto final no apta para personas sensibles; y Eslovenia, gracias a ese grito que la representante irlandesa hubo de maldecir desde algún rincón de la oscura Malmö.

Con la salvedad de Polonia, pocas injusticias entre los eliminados: este año fueron solo 5, y las presentaciones de Islandia y Azerbaiyán lucían estancadas en algún lugar remoto entre 1989 y 2001. Entre las sorpresas que sí veremos el sábado, la presentación alemana: su balada rock funciona mejor con bien de fuego.

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