Me gustaría que me encantara ‘La revuelta’ (pero cómo celebro su éxito)

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Me gustaría que me encantara ‘La revuelta’ (pero cómo celebro su éxito)

Dos días ha tardado el programa de David Broncano en superar en audiencia a ‘El Hormiguero’. Ha sido por la mínima y en horario coincidente, que no en share. Y sin embargo cuánta simbología hay en esta victoria sobre las diferentes formas de hacer televisión en particular, y las cosas en general.

‘La Revuelta’ de Broncano es una copia prácticamente exacta de ‘La Resistencia’, el formato que durante 7 años ha desarrollado en una plataforma relativamente minoritaria como Movistar+. Su éxito era más que nada sumar millones de views en Youtube y en las redes sociales: ser consumida masivamente en el metro al trabajo o en el tren a la facultad a cualquier hora. A la carta.

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Algunos no dábamos un duro con su traspaso a horario estelar en TVE. Su audiencia lucía muy joven y despegada de la televisión tradicional. El formato es más raro que un perro verde. Qué demonios: ayer Broncano no daba un duro él mismo por poder superar a Pablo Motos. En pleno show se atrevió a comentar que en ese segundo episodio iba a bajar a un 10% de share. No sucedió: subió tres décimas respecto al día anterior hasta un 17,4%, y con una invitada tan difícil -y sé de lo que hablo- como Najwa Nimri.

Esa valentía para atreverse a hablar de la competencia, tan pocas veces vista, son de lo mejor del nuevo formato. Las continuas referencias a ‘El Hormiguero’ son hilarantes, como esa en la que Najwa contaba que estaba vetada en ese programa porque una vez se había negado a ir. En el primer episodio de ‘La Revuelta’, Grison mostró un tatuaje en el pecho con la cara de Motos y otro con la cara de Pedro Sánchez, como burla a quienes aseguran que Moncloa les ha puesto en RTVE a dedo, pagando 14 millones de euros del ente público (el presupuesto total de toda la productora, por 160 programas por año). Broncano ha hecho la promo del programa enfadadísimo, pero una vez frente a su público en el teatro, se ha relajado, tratando el tema con todo el humor y la ironía. Ayer mostraron el supuesto guión enviado por Moncloa a ‘La Revuelta’: decía simplemente, en grande, «COMUNISMO = SÍ».

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A falta de hallar el carné de David Broncano del PCE, ‘La Revuelta’ sabe tomarse con humor la deriva surrealista de la política nacional. Esa en la que el gobierno supuestamente apoya a Maduro cuando no para de decir lo contrario, y a la vez acoge a su opositor después de 8 días de diplomacia. Y de surrealismo, el programa entiende un rato. Durante minutos y minutos, puede no pasar nada. Broncano simplemente golpea un bombo con la bandera de España, besa una bandera de España o no se atreve a romper una bandera de España como metáfora de los que supuestamente quieren romper España.

Los colaboradores pululan entre la ocurrencia y el tedio, a veces arrancando una carcajada, pero casi siempre alargando el formato hasta unos 70 minutos que diariamente van a resultar excesivos. Alguien tendría que intentar hacer un access prime time en serio entre 21.30 y 22.00 y quién mejor que Broncano. Para cuando llegan las 22.50, recuerdas un vídeo bastante divertido de Valeria Ros en el que se hace pasar por veinteañera, pero quizá su falta de respeto a la cantante de Megara se la podía haber ahorrado. Jorge Ponce parecía muy atrevido dando unos números de Bono Loto falsos en pleno prime-time, pero cuando creías que iba a provocar un infarto a alguien de la tercera edad, reculó y completó con un número que era sencillamente imposible. El gag perdía todo el fuelle. Y así, todo el rato.

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Como dicen ellos mismos, ‘La Revuelta’ es «la misma mierda» que ‘La Resistencia’, un formato que ha hecho de la incomodidad y la incredulidad su virtud. No esperes una entrevista en profundidad, ni una promo en serio, ni un gag tipo SNL que recordar dentro de años, ni nada que se le parezca. Anoche Najwa Nimri dijo que le daban ganas de atropellar a la gente que circula en patinete por las calles de Madrid. Broncano es solo uno de ellos. Puede que el ritmo del show no sea siempre el más ágil, pero su grado de impredecibilidad y celebración de lo políticamente incorrecto hace alzar las cejas en un mundo ya poco amigo de las sorpresas.

Y eso va a estar por encima de la guerra cultural e ideológica que obviamente hay sobre la mesa, respecto a ‘El Hormiguero’. En los últimos tiempos, el agradable programa de televisión que introdujo al mundo a gente del talento de, por ejemplo, Russian Red, ha sido más conocido por su blanqueo de la derecha. Una polémica entrevista a Santiago Abascal, una histórica comida de coño a Ayuso, una entrevista a Feijóo con aplausos programados sin ningún disimulo y una tertuliana con el saber político de Tamara Falcó no han pasado desapercibidos ante una audiencia cansada de ver en la pantalla una catástrofe y un apocalipsis que no termina de asomarse por las calles.

Hay una audiencia que demanda otras cosas, humor, más que nada, y ya es historia de la televisión española que ‘La Revuelta’ haya competido frente a Victoria Federica de Marichalar y Borbón desde ‘El Hormiguero’ recurriendo a un surfista ciego, completo desconocido, cinco veces campeón del mundo. Ahora su cometido tendrá que ser seguir esa línea, reírse de todos, no ser fiel a nadie y seguir desconcertando como lo ha conseguido durante estos dos días. Durante estos años.

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