Música

Esa diva que es Jane Fonda

Jane Fonda ha dejado este domingo uno de los momentos más comentados de la gala de los SAG Awards, donde ha recogido el premio a toda una trayectoria. Fonda, desde siempre comprometida con la defensa de los derechos humanos, ha reivindicado el uso de la palabra «woke», que la derecha y ultraderecha no se cansan de instrumentalizar para ridiculizar e intentar callar a aquellos comprometidos con las causas sociales y medioambientales. Lo expresa mejor Jane Fonda: “No os equivoquéis. La empatía ni es frágil, ni es woke. Que, por cierto, woke significa simplemente que te preocupas por el resto de gente”. Alguien tenía que decirlo.

Las redes sociales se encargan diariamente de que circule aquella entrevista de Maya Angelou en blanco y negro en que la autora aparecía hablando del miedo a la palabra «woke». Sin embargo, la palabra viene de atrás, procede de la jerga afroamericana y había aparecido en canciones de Lead Belly durante los años 30. En el siglo XXI la han popularizado, entre otros, Erykah Badu.

El «antiwokismo» es un fenómeno que existe, que tiene nombre y que se caracteriza por «exagerar los peligros que para la libertad tiene una determinada cancelación y minusvalora la falta de libertad estructural para las minorías que el wokismo quiere denunciar», describe el periodista Daniel Innerarity en El País en su artículo ‘Contra el antiwokismo’. En una retorcida vuelta de tuerca, el antiwokismo busca que «no se cancele a quien ha gozado inveteradamente de la potestad de cancelar». Cancelar en la vida real, se entiende, que es donde las opresiones causan consecuencias reales para las personas.

Las palabras de Fonda, por tanto, resultan muy pertinentes, además de valientes, y recuerdan la importancia que tendrá tomar partido durante la segunda era Trump en que el «antiwokismo» estará a la orden del día. Sobre todo porque no tantas celebridades con plataformas públicas se están pronunciando, estos días, sobre nada en absoluto. Ni están obligadas, pero el silencio es ensordecedor.

Apenas se ha visto a Madonna criticar las nuevas medidas de Trump, enmarcándolas literalmente en el «fascismo» y, aunque su visión en ocasiones pueda pecar de naíf, hay que aplaudir que al menos se pronuncie. Selena Gomez ha ido tan lejos de grabarse llorando por los inmigrantes deportados: también ha sido ridiculizada, pero al menos ha dicho algo. Hunter Schafer ha denunciado la política antitrans de Trump porque acaba de sufrir sus efectos de primera mano. A Caroline Polachek se la ha visto asistiendo a una manifestación por Ucrania. En España, Inés Hernand no se cansa de promocionar manifestaciones, como la que este domingo ha defendido la educación pública.

Y, aun así, sabe a poco. Faltan voces, en Estados Unidos pero, por supuesto, también en España. Demonios, si hasta Karla Sofía Gascón, estando completamente equivocada en todo, habla, y cuando el mundo parece dispuesto a pasar página de sus destructivos tuits, porque todos cometemos errores y decimos tonterías, como bien -y con mucha razón- ha expresado C. Tangana, ¿por qué no habla el resto? En los cuatro largos años de Trump y Elon Musk que quedan, y con la derecha ya asentada en Alemania, no se pueden escuchar solo grillos. Se agradecería que hablasen también los que más tienen que perder: no solo Jane Fonda, otra vez.

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Publicado por
Jordi Bardají
Tags: jane fonda