Las 50 Mejores Canciones de Sufjan Stevens: top completo

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Las 50 Mejores Canciones de Sufjan Stevens: top completo

Sufjan Stevens es uno de los artistas más queridos en JENESAISPOP. Un coloso que compone, escribe y se canta todo, y puede adentrarse tanto en el folk como en el pop, en la New Age o la electrónica.

Sus discos y canciones aparecen en lo más alto de nuestras listas anuales. Sus conciertos son de los mejores que hemos visto nunca. Sus canciones -basculando entre lo religioso, lo histórico y lo autobiográfico- nos emocionan, nos reconfortan o nos entristecen como las de pocos cantantes. Le hemos dedicado varios especiales y un podcast. Vamos, que somos muy fans.

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Este 1 de julio Sufjan cumple 50 años y hemos decidido hacer un ránking con sus 50 mejores canciones, que repasamos en plan «cuenta atrás», a razón de canción por día. Como toda lista, es subjetiva. Y os adelantamos: hay un montón de composiciones fabulosas que se han quedado fuera. Lo que da medida de la calidad superlativa de uno de los artistas fundamentales del s. XXI.

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    En esta lista de las mejores 50 canciones de Sufjan Stevens, han aparecido 8 de ‘Illinois’. ¡Y las que se han quedado fuera!: ‘Jacksonville’, ‘The Seer’s Tower’, ‘The Man of Metropolis’… Estas canciones, junto con los estupendos interludios que unen el conjunto, dan como resultado uno de los discos más brillantes del siglo XXI. Y qué puñetas, de la historia del pop.

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    De todas estas joyas, ‘Chicago’ es la corona: la ciudad más importante del estado, del disco y de nuestros corazones; el colofón de un álbum que es un crescendo perpetuo hasta que estalla en esta epopeya palpitante: un viaje hacia la ciudad coronado con anhelos, coros y trompetas; un viaje donde dan igual los errores; un viaje donde miedos y temores se convierten en paisajes de hermosura incomparable. Puede que nunca hayas llorado en una furgoneta conduciendo desde Nueva York a esta ciudad, pero igual no te hace falta ni escuchar lo que está cantando para adivinar su significado.

    ‘Fourth of July’ es la canción más escalofriante de Sufjan Stevens. Carrie, desde el más allá, pregunta a su hijo, su pequeño halcón, por qué llora. Es una declaración de amor, también una disculpa. “And I’m sorry I left, but it was for the best, though it never felt right’, (“siento haberme ido, pero fue lo mejor, aunque nunca me sintiera bien”). Pero, sobre todo, es una asunción de la muerte. La propia y la ajena. Y es tan bella que te congela el corazón: el ambiente fantasmagórico, las notas de piano que van cayendo, Sufjan con su voz más dulce cantando que todos vamos a morir… ‘Fourth of July’ es una canción de la que es imposible salir intacto. Sinceramente, no sé cómo fue capaz de cantarla cada noche en la gira de ‘Carrie & Lowell’.

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    ‘Will Anybody Ever Love Me?’ es una poética composición, en cuyo estribillo tradicional, el artista autor de obras maestras como «Illinois» y ‘Carrie & Lowell’ se pregunta si «alguien le querrá, sin agravios, y no por deporte».
    Las estrofas son más hermosas todavía, con una serie de versos en los que Sufjan se postula “a la deriva”, totalmente dependiente de averiguar si encontrará su amor: “Átame a una pequeña balsa de madera / Quema mi cuerpo / Dirígeme a la corriente / empújame hasta el vacío / observa cómo voy hacia la deriva y mírame luchar / Déjame ir porque realmente necesito saber esto”.

    Sufjan Stevens se ha encargado de tocar todos los instrumentos del tema, como es habitual, pero le hacen coros adrienne maree brown, Hannah Cohen y Megan Lui. Y todas quisieron compartir unas palabras sobre la canción.
    adrienne ha dicho que la primera vez que escuchó el tema le hizo llorar, debido a la «honestidad de las cuestiones». «Sufjan es un autor dotado y valiente hasta lo imposible». Hannah le ha considerado un «alquimista trabajando» por el modo en que ha armado las voces. Megan ha elogiado «su visión de melodía y la composición», calificándolas de «increíbles».

    Antes de ‘Carrie & Lowell’, la muerte de un ser querido ya aparecía en la canción más frágil y hermosa de ‘Illinois’. Sufjan narra con delicadeza folk y dulce resignación los últimos días de una amiga enferma de cáncer. La fe y el amor no la pueden curar. “And He takes, and He takes, and He takes”. Si Dios decide llevarte con él, no lo puedes cambiar, por mucho que reces. El día de Casimir Pulaski, héroe de la revolución americana, se celebra en el estado de Illinois el primer lunes de marzo. La fecha en que fallece esta amiga.

    En el juego entre lo que es ironía y lo que no, Sufjan dedica en ‘Illinois’ uno de los temas mejor instrumentados del disco a un asesino en serie que violó y mató a más de 30 adolescentes, ya que la sección de sucesos no puede pasar inadvertida en ningún lugar. ‘John Wayne Gacy Jr‘ habla sobre los maltratos sufridos por este personaje de pequeño, pero termina con una inquietante frase: «haciéndolo lo mejor que puedo soy exactamente como él, miro hacia el suelo por los secretos que he escondido». Una canción que es pura congoja pero, a la vez, no puede ser más bella. Y su suspiro final hiela la sangre…

    ‘To Be Alone With You’ es una de las pistas más populares de Sufjan, una de esas canciones de ‘Seven Swans’ en las que no sabes si Stevens está hablando de su amor por Jesucristo o por otra persona. De sacrificio o placer. Las frases «Diste tu cuerpo» o «tomaron tus ropas» son sendas referencias a la Biblia en un tema que se estructura en dos partes: la primera se podría resumir como «lo haría todo para estar a solas contigo». Y la segunda «lo hiciste todo para estar a solas conmigo». «Nunca he conocido a un hombre que me quiera», era la última frase en la «outro» de este tema que deja muy claro qué vio Luca Guadagnino en Sufjan. 3 minutos de sobria canción de hoguera en la escuela de Nick Drake.

    ‘Vesuvius’ es lo más próximo a la intimidad de ‘Seven Swans‘ en ‘The Age of ADZ’, a pesar de que se acabe desatando en furia milenarista y flautas andinas. La cumbre del disco, y eso que ‘Age of ADZ’ e ‘Impossible Soul’ son cotas difíciles de batir… Excepto para el mismo Sufjan. Paradójicamente, ‘Vesuvius’ es una canción de autofustigación (o de autoayuda), en que el propio Sufjan se ve al filo del cráter del volcán: “Sufjan/Follow your heart/Follow the flame or fall on the floor” (“Sufjan/sigue a tu corazón/sigue a la llama o cae al suelo”).

    ¿Cuál es la canción más bonita de Sufjan Stevens? ¿Y de ‘Illinois’? Hay muchas candidatas. Pero la ganadora podría ser perfectamente ‘The Predatory Wasp’. Una canción nostálgica sobre un amigo al que amó de adolescente. Pero mejor que lo explique David Hernández, voz y guitarra en Cosmic Birds, que la calificó como su canción favorita de todos los tiempos: “El subidón épico que comienza en 2:30 en ‘The Predatory Wasp of the Palisades is Out to Get Us’ (mi canción favorita), cuando después de una lenta y preciosista cadencia de trompetas y un brevísimo silencio entra un ritmo de marcha, con redoble de caja seguido de bombo y ride epiquísimo, sobre los coros que cantan «Oh – great – sights – u -pon this s-tate, halleluya!» flautas y violines celestiales lo acompañan por detrás… y podría seguir, pero es mucho mejor escucharlo”.

    Hemos visto a Sufjan Stevens experimentar con la electrónica, publicar EP’s sorpresa, canciones navideñas, embarcarse en rarezas y proyectos paralelos, dar el mejor concierto de la historia del Primavera Sound y de vez en cuando volver a las raíces del folk en un disco dedicado a la muerte de su madre y a su padrastro. Aunque entonada en voz baja y desprovista de los pomposos arreglos de un ‘Chicago’, ‘Should Have Known Better’ es una de las canciones fundamentales de su carrera, emocionante por el modo en que Stevens se enfrenta a su infancia, recuerda cómo no pudo hacer frente a la desaparición de su madre o narra el presente rozando el género epistolar. El final «My brother had a daughter / The beauty that she brings, illumination» es uno de los más bonitos que ha dejado su voz.

    ‘Impossible Soul’ dura 25 minutos, pero tiene trampa; más bien se trata de cinco canciones encadenadas por interludios instrumentales. Como si fuera una opereta espacial, nuestro protagonista interpela a su amante y a él mismo, una deidad bajada del cielo le conforta, nuestro héroe vuelve «autotuneado» para que, acto seguido, los coros de girls-scouts estelares tomen el control en lo que es el momento cumbre de la obra, un instante de optimismo iluminado tras tanta angustia psico-espacial. Ahí la cosa ha cogido tanta carrerilla que ya dan igual los arreglos de teclado barato; sólo te apetece levantar las manos y celebrar la salvación de tu alma a manos de Super Sufjan. Una vez redimidos, se despide con otro suspiro bello y acústico, tal como ha empezado. Paz de nuevo.

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