Arab Strap comenzaron el pasado viernes su concierto en la sala Heineken con puntualidad extrema, tanta que uno llegó al recinto diez minutos después de la hora oficial y ya estaban atacando el segundo tema, lo cual no ayudó precisamente a que me «metiera» en el concierto.
En esta ocasión la banda la formaban cinco miembros, viriles (Adele Bethel les abandonó definitivamente para centrarse en Sons & Daughters), que, si exceptuamos el teclado, sonó a la perfección y con gran potencia. Tras editar su disco más melódico (‘The Last Romance’), sorprendentemente los escoceses se centraron en su repertorio más atmosférico, abusando de sus características subidas de intensidad y de los temas más pausados. Si a esto sumamos que el cerradísimo acento escocés de Aidan Moffat y las incesantes conversaciones de los asistentes sólo hacían inteligibles los ‘Cheers!’ al final de cada canción, cuando la principal baza del grupo son sus letras, costaba mantener un mínimo de atención a lo que pasaba sobre el escenario.



















