La otra película de culto de la temporada, aparte de ‘Snakes on a plane’, es ‘Tropical Malady’, del director tailandés (esperad que copie y pegue) Apichatpong Weerasethakul. La película recibió el Premio del Jurado en el Festival de Cannes hace 2 años y eran muchos los que reivindicaban su estreno en España, que se produjo el pasado viernes, en una sola sala (y bien pequeña) en todo Madrid. Dividida en dos partes, plantea durante la primera la relación de amor entre un campesino y un soldado; y durante la segunda una metáfora en un bosque sobre el amor, bastante polémica no tanto por indescifrable como por tediosa.
La verdad es que iba al cine muy prevenido, pero no puedo evitar ir a ver estas cosas porque me encanta la polémica «Es una basura, esto es un timo» vs. «Es una maravilla, no tenéis ni idea de cine». La última del palo que fui a ver, ‘Gerry’, de Gus Van Sant, me desesperó en la sala y posteriormente la he recordado muy a menudo. Con la esperanza de encontrarme algo que también me traumatizara, fui a ver ‘Tropical Malady’ y no salí ni encantado, ni dormido, ni indignado sino muerto de la risa.
La película no es que sea graciosa (a pesar del argumento de otra película anterior del mismo director, que sitúa a una drag-queen tailandesa como salvadora del crimen del país), sino que la estupefacción era tal que no me podía creer a)lo que había visto y b)que eso fuera una película de culto. Sin spoilear a nadie (aunque en realidad en estas películas no hay spoilers, porque cada uno va a verlas por su estética o significado sin más), aparecen monos que hablan subtitulados en tailandés y castellano, espíritus de vacas y tigres poseídos por chamanes. No puede decirse que en 2 horas no suceda nada, porque pasar pasan cosas y algunas muy importantes, pero desde luego la duración de algunos planos y la repetición de algunas ideas, es poco menos que gratuita. Quizá la gracia de todo esto sea que, al quedarte un poco dormido, con el ojo entreabierto, las luces e imágenes se transformen en otras luces y imágenes difuminados que añaden nuevos y emocionantes sentidos a la trama de la película.
Una pena porque la idea que al menos yo extraigo de todo este entramado de metáforas y complejidades semióticas, me parecía muy buena para una película. En mi opinión (que según otros serán otras cosas completamente distintas), dos grandes temas protagonizan ‘Tropical Malady’: la huida a un medio natural, en este caso la selva, como método para encontrarse a uno mismo; y la dependencia y pérdida de identidad de una persona, bien cuando decide entregarse a otra o bien cuando otra persona la «caza».
Independientemente de que los simbolismos sean excesivos o el guión calmado y falto de ritmo hasta lo innecesario (el director dice que no le gusta el ritmo de las películas de Hollywood porque cada 5 años las nuevas hacen parecer aburridas a las del lustro anterior), lo cierto es que cuando pasa algo, como pasa poco, termina siendo el triple de emocionante e inolvidable. El momento kitsch de la canción pop, las escenas en las que vamos viendo cómo Tong va cediendo al amor de Keng, el sentido que el espectador puede dar al final tan «cazador-cazado», merecen una oportunidad. Aunque sea para reírte. 6.
Interesados en curiosidades de la película, como ese plano eliminado en el montaje en el que los protagonistas se devoraban o críticas como la de Lorena Cancela («Apichatpong se sumerge en el campo y luego en la jungla para dejarnos allí huérfanos de una mirada rectora y de una escucha dirigida. Por eso es que visionar los films de Apichatpong es sumergirse en una experiencia sensorial, al mismo tiempo que aceptar la lógica del caos y de lo mágico. Por eso visionar los films de Apichatpong es entender la irrupción del inconsciente colectivo en el encuadre»), ahí van unos enlaces de unas gentes que saben mucho más de cine que nosotros.
Miradas de Cine: A favor
Miradas de Cine: En contra
Entrevista con el director sobre la película
Crítica de Civil Cinema