Las buenas intenciones y la simpatía no hacen buenos discos y a Robbie Williams, mal que me pese, no hay manera de que le salga nada ni medio decente. Después del pésimo, terrible e insufrible ‘Intensive care’, el paso dado con ‘Rudebox’ había llamado mi atención. El disco prometía un giro electropop y contaba con la colaboración de Mark Ronson, productor de Lily Allen, la misma Lily Allen, William Orbit o Pet Shop Boys, con los que ya había colaborado varias veces. Los singles, ‘Rudebox’ y ‘Lovelight’, podríamos calificarlos como «horribles» con poco cargo de conciencia, pero lo peor es que ni de estas colaboraciones, ni de los guiños a Primal Scream (‘Viva life on Mars’) o a Beck (‘Good doctor’) ha salido nada ni remotamente interesante.
‘We’re the Pet Shop Boys’, cuyo estribillo canta Neil Tennant, escrito por My Robot Friend y con menciones a ‘Suburbia’, ‘It’s a sin’ y otros hits del grupo, podría haber sido un gran himno, pero se queda en una, de nuevo, simpática anécdota que, como canción, ni se pega, ni se baila y a duras penas se deja escuchar. También es fallido el homenaje a Madonna. O mejor diríamos el principal homenaje a Madonna del disco, porque hay varios. ‘She’s Madonna’ no es el melódico medio tiempo prometido, sino una canción que incluso después de varias escuchas, es imposible recordar. Como ‘The 80’s’ y ‘The 90’s, otros temas prometedores por su título, el último sobre la separación de Take That, que pasan sin pena ni gloria.
Mención aparte merece el tema de las versiones. La de ‘Kiss me’ de Stephen Duffy y ‘Louise’ de Human League están bien, ¿pero realmente no bastaba con dejarlas como caras B? Y peor suerte corre ‘Bongo Bong / Je ne t’aime plus’ de Manu Chao, que llega al sacrilegio, aburrido e interminable… Por cierto, ¿’Dickhead’ no es una versión de Justin Timberlake? Como en su caso, terminamos antes diciendo lo que se salva: la balada (!) ‘Burslem Normals’ y la synthpop ‘The actor’. ¿Y quién demonios quiere tragarse 17 canciones seguidas de Robbie Williams? Yo ni de Madonna. 3.