Durante los días 17, 18 y 19 de enero ha tenido lugar en Barcelona uno de los acontecimientos de moda más fastuosos del universo, la feria Bread & Butter. Esto lo dicen los organizadores, la ciudad de Barcelona y los usuarios de los stands, porque los visitantes sólo podemos decir que menuda currada y menudo tostón. En fin, vayamos por partes. ¿En qué consiste esta feria? Se reúnen durante tres días casi todas las marcas de streetwear del mundo para hacer un poco de RRPP y contactos de prensa, publicidad y distribuidores. Es decir, que son firmas tipo Levi’s, Replay o Reef -y otras más pequeñas tipo Vaho, Pharmacy Industry o Les Temps Des Cérises- y no diseñadores de alta costura, aunque en esta edición hemos podido ver a gente como David Delfín (in person) o Moschino. Cada uno tiene un stand que ha abonado religiosamente y con unas medidas extremadamente estrictas porque la organización es alemana y te hacen cumplir todos y cada uno de los requisitos como si les fuera la vida en ello. Hay que destacar que el Bread & Butter comenzó en Berlín hace años y que, después de hacerla tres veces en Barcelona, no quedó más remedio que dejarla aquí porque funcionaba mucho mejor.
¿Qué se hace entonces aquí? Pues con 10.000 stands tienes bastante que hacer. Sólo pueden asistir profesionales de la moda urbana (distribuidores, comerciantes, periodistas, comerciales…) porque un no profesional se aburriría o, lo más seguro, le daría un infarto ante la cantidad de información y guayedad que hay por metro cuadrado. Así que, camuflada bajo una interesante imagen de coolismo y trendismo, hay una feria donde vas a currar, a hacer contactos y a intentar no morir. En realidad, los expositores a quienes reciben con los brazos abiertos y todo tipo de agasajos (con razón) es a los distribuidores y a todo aquel que esté dispuesto a comprarle una colección entera. A los periodistas, comerciales y curiosos los tratan con cierto desdén, y es que el tiempo que puedan pasar con ellos se lo están quitando a alguien que le pueda reportar pingües beneficios. Esto sucede sobre todo en los stands de marcas medianas y pequeñas ya que, por ejemplo, Nike no necesita contactar con nadie para vender una o dos mil zapatillas más, y están ahí sobre todo por el prestigio de estar y para montar el chiringuito más llamativo. Por cierto, cabe destacar que es en estos sitios donde únicamente se puede comer o beber algo gratis, ya que los demás no están para muchas fruslerías al precio que está el metro cuadrado de stand.
LO MEJOR DEL B&B
– El estricto cumplimiento de los horarios por parte de la organización. Es decir, que si se cierra a las siete, a las siete todo el mundo fuera, pero a las siete menos cinco aún puedes seguir currando.
– La cantidad de chorraditas que montan para animar el evento y que no parezca sólo un lugar de trabajo: un tío pintando un bonito graffiti en una pared, gente que te hace fotos, distribución gratuita de revistas, zonas de relax por doquier, Djs, buena música de fondo…
– Lo bien explicados que están los planos para acceder a todas las secciones de la feria. Son infalibles y para tontos; vamos, lo más funcional.
– Los regalitos que te puedes llevar de algunos stands, básicamente bolsas para llevar toda la chatarra que te van dando, globitos, chapitas…
LO PEOR DEL B&B
– La falta de previsión del Ayuntamiento de Barcelona, a quien no se le ha ocurrido reforzar los transportes públicos a la salida y a la entrada de la feria. Yo el primer día a las siete y poco de la tarde viví momentos realmente infernales en el metro, con gente empujando a los pasajeros dentro del vagón para poder cerrar las puertas. Con la de pasta que deja el B&B a la ciudad, no sé cómo no han cuidado más a los sólo 35.000 asistentes de fuera que han venido a gastarse las panojas en sus calles, tiendas y restaurantes.
– La mayoría de las fiestas (exceptuando, de las que acudí, la organizada por H Magazine) hechas por y para guiris, con un Dj que sólo pincha techno-chill-out-bakalao, unas copas carísimas y una gente que ni baila ni habla ni nada.
– El calor que hacía en una de las zonas, la de Sport & Street, agravado por los focos, la luz que entraba y la calefacción a 50ºC. Eso no era vida.
– El precio del avituallamiento era realmente abusivo, y más teniendo en cuenta que casi todos los presentes habían pagado, y con creces, su entrada. Eso sí, la prensa tenía comida gratis, como en todas partes.
La próxima cita del Bread & Butter, en julio. Yo, personalmente, soy más de tulipán.