A la gente, que parece nueva, le dio por seguir un poco las gracietas del cantante (que por lo visto, se pegó sus buenos tortazos contra el suelo varias veces) y los responsables de la sala decidieron parar el concierto a la media hora de comenzar. Oficiosamente se ha dicho que la banda británica se llevó una buena tunda por parte de los guardias de seguridad, pero no se sabe nada. Vaya tela, esto pasa por darle un micrófono a unos niñatos y ensalzarlos como si fuesen los reyes del mambo, con las canciones tan malas que hacen. ¿Pero nadie se da cuenta de que esta actitud ni es moderna ni es divertida ni es tan punk como se creen? A ver si al NME se le olvidan pronto. Hay vídeos después del salto, pero se ve bastante poco.