Al calor del Contempopránea

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Al calor del Contempopránea

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Alburquerque (Badajoz) ha alojado un año más, los pasados días 27 y 28 de julio, el festival Contempopránea. Si algo ha caracterizado la duodécima edición del festival del indie nacional por excelencia han sido la insoportable ola de calor que invade la península y el récord de asistencia, algo que por momentos hacía desear que no ocurriera nada que hubiera que lamentar. Cuando en la noche del sábado se acabaron las existencias de agua no podía dar crédito. Se comenta que el Ayuntamiento de Alburquerque prevé una ampliación del paseo en el que tiene lugar el festival para ofrecer una mayor comodidad a todas las actividades que se realizan en él, incluido el Contempopránea. Pero no se sabe nada definido acerca del proyecto, por lo que quizá el año que viene los conciertos se trasladen a otro sitio de forma provisional. Lo que sí está claro es que tanto organizadores como asistentes están en contra de variar la fórmula de este festival con aroma a campo y a fiesta de pueblo que es en definitiva lo que engancha a nuevo público año tras año.

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Los conciertos
La caída de Ellos de la programación dejó desolados a fans y organizadores. Después de varias cancelaciones y reenganches al cartel decidieron no tocar supuestamente por no disponer del tiempo para la prueba de sonido que necesitaban. Deluxe, como plato fuerte del viernes, sonó tremendo y abarrotó el recinto de forma inimaginable (¿qué pasaría entonces cuando tocaran Los Planetas o Lori Meyers?). Xoel, elegante y decidido, repasó casi todo su último trabajo y más de algún viejo hit dejando encantado al público. A La Habitación Roja les oí desde la barra y, sin ser santo de mi devoción, disfruté de algunos temas que me encantan como ‘Nuevos tiempos’. Abandoné cuando empezaban GatoGente, digo… CatPeople, que me apetecía un montón verles pero mi cuerpo no aguantaba más y, por ende, me perdí la actuación de Dorian que según me contaron estuvieron inmensos y muy amenos.

Ya el sábado, mientras por poniente caía ese sol que casi nos mata durante el día (según nuestro termómetro se superaron los 43ºC), actuó La Costa Brava haciendo un repaso a sus clásicos y presentando algunos temas de ‘Velocidad de Crucero’. Sonido impoluto y magia irrepetible entre músicos y público. Con Triángulo de Amor Bizarro me pasa que no entiendo esa forma de tocar la guitarra ni esas distorsiones, entonces no disfruto. Pero todo el mundo dice que son buenísimos y que tienen un directo brutal, no lo dudo, pero a mí… me van otras cosas, ya sabéis. Con Los Planetas llegó el llenazo absoluto. A mí me daba mucho miedo el verme en medio de la masa que se iba formando y, llegados a ese punto, no iba a arriesgar mi vida en un concierto ¡y menos por ver a Los Planetas! Así que estuve comiendo un bocadillo y haciendo compritas por los puestos (por cierto, que este sector está cada año mejor y más variado). Al rato empezó a salir gente medio inconsciente con lipotimias diversas. Lo que te decía…

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Una vez las masas de aire (el poco que había) y personas hubieron intercambiado posiciones, nos dirigimos a ver el concierto de Sr. Chinarro. Luque, con la sobriedad que acostumbra hizo un repaso a viejos y nuevos temas con mucha clase y un sonido excelente. Y llegó el turno de Lori Meyers (en la foto) que, después de recorrerse la Comunidad Valenciana días atrás, dieron un concierto muy completo y animado. Anunciaron que habrá nuevo disco (ya era hora, ¿no?) y tocaron un tema adelanto del nuevo repertorio. Standard fueron los encargados de cerrar los conciertos este año con los que parte del público acabó encima del escenario hasta que llegó el turno de Vacaciones DJ’s que concluyeron una de las ediciones del Contempopránea que seguro va a marcar un antes y un después en la vida de este festival.

Los Brincos
Este año el tributo recaía en Los Brincos. Se supone que cada grupo participante tenía que tocar una versión de la formación homenajeada. Pero la realidad fue que la mayoría de los grupos se pasaron el homenaje por el arco del triunfo. Unos, que en vez de hacer versiones de Los Brincos las hacían de Juan & Junior que, ok, están inequivocamente relacionados, pero no son lo mismo. Pero otros, directamente ni se habían preparado nada. Una pena, porque con la de posibilidades que dan las canciones de Los Brincos, podíamos haber disfrutado de muchas versiones divertidas e interesantes. Algo decepcionada, aquí una fan de Morales y su banda.

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¿Qué nos va a pasar?
Para concluir, y soltando desde aquí una lanza a favor de la continuidad de Contempopránea tal y como lo conocemos, me quejo de las incomodidades que acarrea asistir a este festival con esta afluencia desbordada. Si se pretende albergar a más de 5000 personas en un pueblo de 6000 habitantes habrá que encontrar la mejor manera de hacerlo. La realidad es que este año, a finales del mes de mayo, ya no quedaba ninguna casa en alquiler disponible. Ni hablar de hoteles y hostales. La zona de acampada al lado de la piscina municipal no puede decirse que cuente con muchas comodidades y, sobre todo, no puede dar cabida a tantísima gente que, por la razón que sea, no ha conseguido un techo en el pueblo. El cámping de La Codosera (donde finalmente acampé) está situado en un entorno muy agradable, sí, pero a 25 kms. de Alburquerque por lo que se depende de un coche y del control con la bebida u otras sustancias por parte conductor. Hay un servicio de transporte que pone la organización (creo) pero con unos horarios tan limitados que no sé si mucha gente hizo uso de ellos. Una vez superado esto acampar en La Codosera no está tan mal si obviamos el pésimo estado de los baños y duchas, la mitad están averiados y el agua caliente es inexistente (aunque con el calor que ha hecho una se adapta a todo). Una empleada de limpieza me dijo que se iba a reformar todo eso, lo que no sé es en qué consistirá el arreglo.

Si algo tiene de especial el Contempopránea es su sencillez y el buen ambiente que se respira en todas partes, sin dejar de lado los precios populares -tanto de los abonos como de las consumiciones-, la fabulosa parrilla y el poder disfrutar del directo de un montón de grupos que te gustan mientras ves una puesta de sol indescriptible o las estrellas (sí, las estrellas). Algunos queremos Contempopránea para muchos años y si cambia el concepto habría que cambiarle el nombre porque ya no sería lo mismo. A pesar de todo, he disfrutado tanto que repetiría hoy mismo, eso sí, ¡con unos cuantos grados menos!

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