Crónica Sonorama 2007

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Crónica Sonorama 2007

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La décima edición del Sonorama prometía ser un acontecimiento muy especial. Los organizadores, un centenar de jóvenes de la asociación Art de Troya, habían tirado la casa por la ventana para conformar un cartel de lujo. Pero, la no confirmación de algunos nombres con los que se había especulado (Interpol, 2 many djs), junto a la cancelación de última hora de otros (Mando Diao, a los que sustituyeron Ladytron) y las dudas acerca de la inclusión de ciertas bandas (Dover, Nacha Pop) generó una sensación de incertidumbre en los días previos a la celebración del festival.

Sin embargo, el resultado final fue más que satisfactorio y más de 15.000 asistentes disfrutaron, un año más, de un festival en el que siempre reina el buen rollo y que, además, esta edición ha mejorado notablemente la zona de acampada y ha ganado en calidad con la inclusión de un segundo escenario. Si a ello sumamos los conciertos en la plaza de Aranda del sábado; la piscina y las bodegas; el sabroso lechazo asado y vino de Ribera; la amable atención de los organizadores; los precios asequibles, y la ausencia de masificación, Sonorama se erige en cita ineludible del verano festivalero.

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Respecto a los conciertos, después del salto

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Los Imposibles y Jugoplastika fueron los encargados de romper el hielo, pero apenas pude escuchar algunos temas, así que si alguno tuvo oportunidad de asistir que nos comente. A los primeros que pude prestar más atención fue a los locales Yani Como y, a pesar de que pocos son profetas en su tierra (eché de menos a fans en primera fila y algo más de público), se defendieron más que dignamente.

El primer plato fuerte de la noche era el de The Sunday Drivers y, aunque con un poco de retraso, decepcionaron a pocos y demostraron sus tablas sobre el escenario, con un show que cada vez perfeccionan un poco más y que engancha desde el primer momento. Una apuesta segura. Tampoco pude disfrutar del concierto completo de Tokyo Sex Destruction, pero se oyeron muy buenas críticas de su actuación.

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La espera esta vez fue para ver a Dover, una de las incógnitas de esta edición. Los fans del grupo y aquellos que lograron empatizar, se lo pasaron fenomenal. No fue mi caso. La calidad del sonido no fue ni mucho menos buena y me sigue chirriando la presencia de esta banda en Sonorama. Menos mal que Deluxe primero y más tarde Ash compensaron ampliamente esta decepción. Aunque ciertamente previsible, Xoel lo borda en directo y hubiese merecido tocar en el escenario grande en lugar de las hermanas Llanos. Por su parte, los irlandeses demostraron su contundencia sobre el escenario y se confirmaron como una de las mejores actuaciones del festival.

La siguiente parada era una de las más esperadas por mi parte, pero resultó un tanto desilusionante. No sé si porque faltaba algún integrante de la banda o por un pésimo sonido, no disfruté de los Delorean como, por ejemplo, la pasada edición del Sonorama o este año en el Summercase. Para rematar, Los Planetas repitieron una vez más el concierto que llevan paseando por media España este verano, aunque esta vez sonaron algo mejor. Jota tuvo un amago de animar al público y todo.

De la carpa Hangar, que arrancó los dos días con retraso (lo que supuso que algunos djs no pudieran pinchar), destacó Dorian, que ofrecía su segunda actuación de la noche (tras la de Ecopop) y aun así nos hicieron bailar y disfrutar con sus canciones.

El sábado arrancó demasiado pronto y, una vez más, me quedé sin ver a El Alpinista, ya que, al igual que en Contempopránea, actuaron de los primeros. Y lo de poner a La Habitación Roja a las 19.30 hores fue, sin duda, uno de los grandes errores de programación. Muchos nos quedamos con ganas de más.

Uno de los momentos más esperados arrancaba con Antonio Vega y su primo Nacho García Vega sobre el escenario. Siguiendo la moda de volver a reunirse de muchos grupos de los 80, Nacha Pop ha iniciado una gira precedida por la incertidumbre acerca del estado de salud de Antonio y de cómo recibiría el público a una banda que triunfó hace 20 años. Quizá, los que no disfrutaron entonces de sus éxitos o se engancharon después a su música, gracias a trabajos como ‘El sitio de mi recreo’, es difícil que disfrutasen del concierto. Pero los fans, puedo certificar que nos emocionamos y que tardaremos tiempo en olvidar esta actuación. Un 10.

Tras un momento tan intenso, Second consiguió despertarnos de la regresión y ofrecieron un vibrante directo que muchos destacan como de lo mejor de este Sonorama. Aunque es difícil elegir cuando a continuación Neil Hannon despliega todos los recursos de su pop elegante y te envenena con sus dardos en forma de estribillos. The Divine Comedy, uno de los mayores aciertos de este año, que ojalá repitan.

El agotamiento de una jornada que se alargaba ya muchas horas, me hizo reservarme para Ladytron, que ofrecieron un espectáculo algo frío aunque efectivo gracias a algunos de sus hits. Catpeople triunfaron, al igual que en Contempopranea, con su versión de los Stone Roses y mejoraron incluso su actuación de Alburquerque.

La traca final, con fuegos artificiales incluidos, la pusieron Fangoria (previsibles, como siempre) y el lamentable espectáculo en playback de las Nancys Rubias, que resultó ser el concierto sorpresa del décimo aniversario, en el que muchos habían depositado sus expectativas. Se la podían haber ahorrado, ciertamente. El retraso en el escenario principal ocasionó largas colas para la entrada en el Hangar, que casi acaba en invasión dado el frío que muchos tuvimos que soportar durante la espera.

Menos mal que Standard nos hizo entrar en calor y se confirmó como uno de los mejores directos (a pesar del pésimo sonido de la sala) que puede disfrutarse hoy día. Una auténtica gozada y una demostración de actitud sobre el escenario. Después, la surrealista actuación de Digital 21, muy mal elegida para un momento en el que lo que pedía el cuerpo era una pinchada, por ejemplo, del tipo Pomme Lux(e) o Amable.

Aun así, un éxito. Felicidades, enhorabuena y que Sonorama siga muchos años más.

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