Control

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Control

ian_control.jpgEsto no es un post sobre preservativos. Bueno, un poco, pero muy poco. De todas formas, si lo has pensado no te culpamos porque la mayoría de españoles todavía no ha tenido la oportunidad de enterarse de que el biopic de Ian Curtis, cantante de Joy Division, se llama así. Se estrenó en un festival, fueron a verla cuatro gatos y nunca más se supo. Mientras, en otros países europeos se muestra hasta en decenas de cines a la vez.

La película, dirigida por Anton Corbijn, conocido por sus trabajos fotográficos para Depeche Mode o U2, es preciosa. Está basada en el libro que escribió sobre él la viuda de Ian y ha contado con el beneplácito de sus ex compañeros de banda, ahora en New Order, pero no es autocomplaciente en el sentido de que no vemos en ella a un Ian endiosado y sin defectos. Pero vayamos por partes.

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‘Control’ muestra paralelamente cómo Joy Division se forma como banda tras un concierto de los Sex Pistols y cómo Ian conoce, se casa y decide tener un bebé con Deborah. Ambas tramas se entrelazan a la perfección en escenas memorables: las de Ian cantando en directo en televisión, con los ojos totalmente cerrados o idos, y en sus conciertos, con sus bailes maratonianos completamente fuera de sí; y las de Ian y Deborah como pareja, la mejor, cuando suena ‘Love Will Tear Us Apart’.

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Porque la música, obviamente, acompaña. El momento en el que Ian decide titular un tema ‘She Lost Control’, las interpretaciones de ‘Transmission’ o ese concierto en el que tiene que ser sacado del escenario porque sufre un ataque epiléptico están a la altura de uno de los mejores biopics musicales de la historia, el de Édith Piaf. Las apariciones de Tony Wilson, las orejas de Bernard Summer, los vinilos de Bowie y Lou Reed o los chistes sobre los Buzzcocks, también apasionarán a los mitómanos.

¿Qué se echa de menos? Quizá un poco de oscuridad y paranoia. El blanco y negro de Corbijn es un acierto obvio, pero falta algo que de verdad nos haga entender qué pudo llevar a Ian a ahorcarse. Se muestra quizá demasiado sobre lo incapaz que se veía de escoger entre dos mujeres y muy poco sobre su miedo a los escenarios, el pavor que le producía su enfermedad neurológica o la timidez que le hacía escribir esas letras tan sufridas. En esa línea es buenísima la escena en la que unos niños le llaman para que les pase su balón de fútbol, pero él sigue su camino sin hacerles caso, no se sabe si porque no se atreve a golpear una pelota o porque va tan ensimismado que ni se entera de que le están llamando. Más escenas ambiguas, de nerd, como esta, habrían sido de agradecer pero en cualquier caso, los tantos que pierde como reflejo absoluto de la personalidad de Ian los gana como homenaje a su esposa, que desde luego también se lo merece. Y al final ‘Control’, como película de amor, es bien bonita. 9.

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