Por una carambola que me surgió pocas semanas antes, se me brindó la oportunidad de acudir al FIB en condiciones muy buenas, y no pasando bastantes penurias como suele pasar en la mayoría de los festivales. Si ya lo digo yo, que en estos sitios te lo pasas muy bien, pero se sufre también lo indecible. Esas condiciones tan buenas eran un pase de invitada que, tras mucho dilucidar y un par de negativas, nos daba acceso a todo menos a los camerinos. En general, a una perspectiva del festival de música más importante de España nunca antes vista para nosotros. Sí, queridos lectores de JNSP, la piscina del FIB existe.
El hecho de asistir a este festival gratuitamente y con todos los gastos pagados provocó, como era de esperar, que apenas acudiera a ningún concierto a favor de disfrutar de las gratuidades de la zona VIP. Eso sí, mis continuas salidas a la zona normal me permitieron sacar las siguientes conclusiones que difieren bastante con las que ha extraído otra gente:
– El porcentaje español-extranjero era 20-80% a favor de los foráneos. Esto no es un dato ni bueno ni malo, lo importante para la organización y los artistas es vender entradas, lo único que pasa es que sorprendía no oír hablar español casi en ningún momento a tu alrededor, el personal del festival venía muy bien preparadito y casi todos hablaban inglés y la media de edad parecía que había bajado ya que los extranjeros rubicundos y barbilampiños parecen más jóvenes.
– Aquello estaba lleno hasta la bandera y más allá. He leído por ahí que Benicàssim había pinchado un poco con la asistencia; pues yo difiero, porque es mi quinto o sexto FIB y nunca había visto tantas hordas de gente por todas partes: en los conciertos, en los puestos de comida, en las barras, en los wcs, tirada en el suelo… De hecho, el suelo era lo más impracticable porque desde el minuto cero (más o menos desde las 10 de la noche) ya había gente agonizando de cansancio tumbada en posición de decúbito supino sin dejarte pasar, y eso que este año no ha sido el más caluroso de los que yo he vivido.
– Me dio la impresión de que triunfaban más los grupos de las carpas pequeñas que el Escenario Heineken; éste sí que parecía siempre un poco vacío comparado con otros años.
Centrándonos ya en el tema musical, entre paella y paella vi:
Babyshambles. Por culpa del tráfico sólo pude oír trocitos del final de este concierto, y es que al señor Doherty lo suelen programar muy prontito para que salga medio sobrio al escenario. Los que sí estuvieron desde el principio contaban que estaba muy inspirado y que aparentaba tener los 5 sentidos alerta. Yo le he visto en buenas y malas condiciones, y la verdad es que la diferencia es abismal así que debía estar en un buen momento. Muy hábil presentándose a las 9 de la noche con traje. El concierto, eso sí, llenazo total.
Hot Chip. Decir que «vi» este concierto es un decir, ya que la carpa Fiberfib.com en la que se celebraba rebosaba por todos los lados varios metros, incluso más allá de todo lo que la rodeaba. Este sitio tenía unos árboles en el interior, y se veía a la gente subida a las ramas (sin camiseta, claro, el estilismo oficial del FIB) bailando y dando palmas en una acción del todo temeraria. La multitud estaba enloquecida, bailaban como posesos a pesar de la hora (no eran ni las 12) y ya la cosa reventó con el hit ‘Over and Over’. Nos lo pasamos muy bien, a pesar de la lejanía.
La Casa Azul. Como creo que le sucede a los demás miembros de JNSP, aunque Guille se subiera a un escenario y eructara nos parecería fenomenal, pero su actuación en el Vodafone FIB Club fue un éxito total, y más teniendo en cuenta que era uno de los pocos grupos españoles. Fue un concierto redondo en todos los sentidos: empezó con ‘La revolución sexual’ (toma ya) y terminó con ‘Cerca de Shibuya’. Breve pero intensísimo, en el centro intercaló temas de su nuevo álbum con otros antiguos del tipo ‘Como un fan’, para éxtasis de un público absolutamente entregado, como Guille. De vez en cuando veías que se colaba algún asistente británico que veía cómo la multitud enloquecía con ese chico raro que cantaba y tocaba solo. La verdad es que para mí fue el mejor concierto.
Mika. Aún dudábamos de su aparición después del papelón del año pasado en el Summercase, pero allí se plantó en el escenario con una completa banda y cargadito de energías. ¡Qué concierto más divertido! Desgranó su único disco y además hizo una versión de ‘Just Can’t Get Enough’ mientras el Escenario Verde bailaba como un loco. No sé si era impresión mía pero… ¿no había demasiado espacio para bailar? He visto ese asfalto infinitamente más lleno otros años. Eso sí, sonaba divinamente, nítido nítido. Como curiosidad, Mika pidió al terminar su concierto un pollo asado (¿¿??) y no había porque eran las 4 de la mañana, así que le dieron un poco de empanada. Esto es totalmente verídico, contactos que tiene una en el backstage.
Lori Meyers. ¡Otro grupo español, increíble! Los granadinos entusiasmaron a sus fans de base que llenaron el mismo escenario de La Casa Azul, y no se cansaban de decir cosas como ‘¡estamos en España!’. Es que era cierto, jobar, era como estar en Glastonbury.
The Kills. Primer concierto visto con todo el morro y colándonos en el backstage; yo a estos dos nunca les había hecho mucho caso hasta que vi la energía que desprenden en directo. Ella, a pesar de que debe rondar los 25 kilos de peso, se movía con una singular elegancia e interactuaba con el novio de Kate Moss (aunque nuestros enchufes del backstage decían que ya no) de una manera sutil pero efectiva. Estos chicos tienen una extraña y morbosa química que no sé yo… Luego ella muy amablemente se hizo unas fotos con pesados como yo sin rechistar.
The Raconteurs. Gran descubrimiento del festival para mí, a pesar de que Caniche ya me había dicho hace años que este grupo era muy bueno y que me iban a gustar. Segundo colamiento en el backstage, que estaba enloquecido y bailando como poseso con todas y cada una de sus canciones. Yo temía un poco por la precaria plataforma en la que estábamos subidos, pero me lo pasé tan bien que mereció la pena casi morir. Jack White (con unos kilitos de más, todo sea dicho) iba vestido con unos sugerentes pantalones rojos con remaches dorados, un chaleco a juego y una camisa negra, y se mostraba simpático y entregado con un público muy afín. Los demás iban normales, por eso no llaman la atención. No sé si era por mi situación, pero me sonaron también como los ángeles. Al salir, de nuevo todos amabilísimos accedieron a hacerse fotos con los fans sin rechistar.
Y el domingo vuelta a casa.
Cabe destacar el asunto de la piscina que, efectivamente, existe, aunque mi acompañante y yo determinamos que te podías quedar embarazada si te bañabas en ella dado el aspecto ciertamente turbio de su agua. El fondo tenía como unos cúmulos marrones bastante desagradables y su temperatura era más bien elevada, aunque somos testigas de que hubo gente que allí mismo se despelotaba y se bañaba tan alegremente sin miedo a las enfermedades venéreas y de todo tipo. Nosotras metimos un pie y una mano y ya nos damos por bañadas en la piscina del FIB, aunque yo desde ese acto temerario no he vuelto a ser la misma.