Al final todo el electroclash ha terminado muy mal visto, quizá porque ninguno de sus artistas ha sabido mantener un buen nivel o adaptarse a los nuevos tiempos. Miss Kittin saca un disco con The Hacker y a nadie le importa, al igual que Chicks On Speed, Fischerspooner tardan cinco años en entregar más de lo mismo, Adult están desaparecidos, International Deejay Gigolos hace tiempo que dejó de entusiasmar con sus lanzamientos… De vez en cuando sale un buen disco con reminiscencias ochenteras (Tiga, Vive la fête, Goldfrapp, Ladytron, Robyn, Ladyhawke), pero no es desde luego la nota predominante. Sin embargo, es imposible pasar por alto la importancia que ha tenido el género en nuestra sociedad fotologuer.
‘Kittenz & Thee Glitz’ tendría una influencia capital en el electroclash. Felix Da Housecat se había empapado bien del house de Chicago durante los 90 y había publicado varios discos y sesiones, algunos de los cuales están bastante bien considerados, como ‘I Know Electrikboy’, a pesar de ser bastante difíciles de conseguir. Una constante en la carrera de Felix, que para hacerte con el disco que nos ocupa, en su momento tenías que encargarlo en la Fnac pagando casi 4000 pesetas.
‘Kittenz & The Glitz’ nunca fue muy bien considerado, apenas apareció en ninguna lista de lo mejor de 2001 y recibió un 4,2 en Pitchfork, pero su modernización del tecnopop de los 80 hizo a Felix Da Housecat uno de los dj’s y mezcladores más solicitados de la época, a pesar de que en los siguientes años, con ‘Devin Dazzle & the Neon Fever’ (2004) no hizo más que repetirse y con ‘Virgo Blaktro and the Movie Disco‘ (2007) no terminaría tampoco de convencer. Madonna, Mylo, Garbage, Pet Shop Boys o The Chemical Brothers son sólo algunos de los que requerirían sus servicios.
Hay un factor que hace del disco una joya como reflejo de la sociedad moderna, en todos los sentidos de la palabra, que nos ha tocado vivir. ‘Kittenz & The Glitz’ es un disco sobre la fama, como famosos parecían querer ser los asistentes a las discotecas de pop de la época, cada uno siempre a una cámara de fotos pegado. «Imagina mi cara en una revista», «algún día podrás visitarme en mi apartamento en una colina, como en ‘Sensación de vivir'» y «un día seré una gran estrella» son algunas de las frases que canta Miss Kittin en la pieza central del disco, ‘Madame Hollywood’, y lo que parecía pensar también la generación Fotolog posando desde sus cuartos de baño.
La foto de portada que ilustra este artículo no se corresponde con la original del disco, sino con su edición especial. Probablemente alguien se dio cuenta del potencial del álbum como concepto y se encargó de renovar su diseño colocando unas estratégicas fotos de Felix Da Housecat y Miss Kittin, fingiendo un robado.
Conceptos aparte, habría hits absolutamente infalibles en el disco, como ‘Silver Screen – Shower Scene’, a la postre una triunfada total en sus sesiones, por ejemplo en Benicàssim, ‘Control Freaq’ con Junior Sánchez o la petarda ‘Glitz Rock’. Además, sorpresa, sorpresa, ‘Kittenz & The Glitz’ incluiría un par de baladas y medios tiempos ochenteros la mar de resultones, como ‘Runaway Dreamer’ o ‘Magic Fly’, un instrumental influido por Kraftwerk.
Años después, en una entrevista con Chueca.com, Felix hablaría sobre estos años, reconociendo que grupos como Digitalism, Simian Mobile Disco o Justice están donde están gracias a Daft Punk o a él mismo. «Cuando hice ‘Kittenz & The Glitz’ no esperaba que tuviera tanto éxito. Realmente tampoco es que inventara un nuevo sonido, pero por alguna razón sí abrió la puerta a un montón de grupos… algunos de los cuales nunca llegaron a editar su propio álbum. Aquellos tiempos molaron, pero nunca me importó el «hype». Hoy se habla de «nu-rave» y es una etiqueta tan estúpida como lo era «electroclash». El electroclash ha muerto. La música es la música y yo voy a lo mío, siguiendo mis influencias y raíces sin necesidad de etiquetas».
Aunque Miss Kittin & The Hacker y Fischerspooner publicarían también en 2001 sus discos homónimos, no hay una obra maestra clara del género. El de Felix es el que menos pistas malas incluye, así que no gana sólo por concepto sino por regularidad.