Michael Moore, el gran maestro de la demagogia, la manipulación y las medias verdades, estrenó en 2007 este documental sobre el Sistema Nacional de Salud en Estados Unidos, que ahora acaba de estrenarse en España. Se critica que en este país haya 50 millones de personas que no tienen seguro ni atención médica, pero la película es sobre la gente que sí tiene seguro y no ha sido tratada por su compañía, llegando en muchos casos a la muerte.
Según Michael Moore, las aseguradoras contratan personal para tratar de evitar que se atienda a un porcentaje muy concreto de gente para así ahorrar dinero y enriquecerse. Sus excusas son que los tratamientos son experimentales (trasplantes) o que el paciente ha mentido en su historial (si se oculta alguna enfermedad, por pequeña que sea, no se procede al tratamiento necesario). Además, se citan casos de personas que no han podido ser aseguradas por ser demasiado gordas o demasiado delgadas.
Como siempre, la comparación con Canadá, donde nadie paga por nada, es odiosa, aunque esta vez Michael Moore también viaja a Gran Bretaña o Francia, alcanzando la película en Cuba su punto álgido. Moore bromea sobre la demonización del comunismo, indicando que la nacionalización de la policía o el servicio de correos no ha conducido al comunismo en Estados Unidos, y atacando finalmente a su país donde más le duele: los ataques del 11 de septiembre.
Las polémicas en internet sobre la veracidad o exageración en lo que cuenta no se hicieron esperar, provocando el previsible cruce de declaraciones entre Michael Moore y sus detractores. Quizá Canadá ni ningún país sea el paraíso que se insinúa, pero desde un punto de vista formal, al igual que los documentales anteriores, lo cierto es que ‘Sicko’, aunque algo largo de más, está orquestado de nuevo de manera magistral con situaciones hilarantes, como la del cajero a la puerta de los hospitales en Reino Unido, varias situaciones que son como para echarse a llorar y varias que te retorcerán las tripas votes a quien votes, que es de lo que se trata. Cuando flaqueas y piensas que Moore es un papanatas reiterativo, engrandecido y pesado, llega la traca final, tras la que tienes que reconocer que para bien o para mal, ha sabido rizar el rizo y es un genio indiscutible. 8.