Con el título tan recargado que se gasta este disco, lo primero que se podría esperar del último trabajo de Phoenix era toda una colección de cuerdas, trompetas, tambores y voces gritonas. Menos mal que el barroquismo se queda tan sólo en el título y en el palacio de la ciudad de la que los Phoenix son oriundos, porque esta colección de temas es una sucesión de hits pop, con unos ritmos impecables y ese toque electrónico francés que recuerda a sus compatriotas Air y Daft Punk.
El cuarto trabajo de los franceses ya comienza con dos de los mejores temas de toda su carrera: ‘Lisztomania’, frenético y cargado de energía, como carta de presentación de lo que viene después, con una letra que no tiene mucho sentido pero que Thomas Mars dispara sin atragantarse, a pesar de todo, y ‘1901’, con una mezcla de sintetizadores y ritmos más rockeros. En estos dos temas está la esencia del nuevo disco, la perfección de la fórmula Phoenix, esta vez menos áspera que en su anterior LP, ‘It’s Never Been Like That’ y apta para cualquier emisora top 40.
Y aunque el sello de su sonido se extiende por todo el álbum, dejan el camino abierto a la electrónica pop francesa heredada de Air en ‘Love Like a Sunset’ e incluso se atreven en ‘Fences’ con el funk, en lo que es el tema más hipnótico y peculiar de ‘Wolfgang Amadeus Phoenix’, con unos coros cantados en falsete de lo más sensuales.
Calificación: 7,5/10
Temas destacados: ‘Lisztomania’, ‘1901’, ‘Lasso’
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