Astrud volvieron a tocar el sábado por la noche en Madrid después de varios años, agotando las entradas con varios días de antelación y produciendo alguna que otra situación violenta en la puerta, con alguna gente intentando entrar a la desesperada. La gira que realizan en plan «comeback» desnuda todas las canciones de arreglos electrónicos, bases o guitarras para dar el protagonismo, aparte de a la cada vez más perfecta voz de Manolo, al Col.lectiu Brossa, compuesto por un violín, un violonchello, viola de roda, marimba + vibráfono y acordeón. Los sonidos que tocó Genís no sabríamos cómo llamarlos.
En algunas de las canciones el cambio es para mejor, pero a veces, por ejemplo en ‘Esto debería acabarse aquí’, se nota que la gente tiene demasiadas ganas de Astrud y, en lugar de escuchar con atención los nuevos arreglos, no puede evitar cantar cada letra de cada canción a grito pelado. El amor colectivo del público de Madrid por Astrud salva la interpretación de ‘Minusvalía’, ya que Manolo olvida la letra por completo y sólo el grito colectivo le ayuda a recordarla, llevándola a un clímax final que estuvo entre lo mejor de la noche. Pero a pesar de lo emocionante de todo esto, más de uno no pudo evitar al final hacer peticiones imposibles como ‘Bailando’ o ‘Europa’. Insisto: había demasiadas ganas de Astrud.
A pesar de todo, hay canciones perfectas para la intimidad que proponían, como ‘Mentalismo’ o ‘He vuelto’ (una pena que se dejaran ‘Me desdigo’ o ‘Masaje’) y entre las nuevas versiones destacó especialmente ‘Todo da lo mismo’ sólo con voz y una viola de roda que iba creando las diferentes capas de la canción. Genís, más sembrado que nunca, hizo reír al público a carcajadas (por cierto, dijo que su canción favorita de Astrud era ‘Me afecta’), mientras que Manolo adaptó con mucho gracejo algunas de las letras («vamos a romper Spotify si no sacáis disco», «¿y cuántas copias gratuitas de evaluación de Windows 7?»). Las ovaciones fueron apoteósicas y ni siquiera esa histérica que empezó a gritar «que estamos en Madrid, que no hablamos catalán» durante la rima-coreografía catalana del segundo bis con la que dan por terminado el concierto (hasta que un osado tipo se acercó, la agarró del brazo y le dijo algo probablemente nada bonito al oído), enturbió una noche de reencuentro en la que volvimos a ver muchas cosas que nos gustaban del pasado, mientras no podíamos dejar de pensar en qué pasará con el futuro. 8.
Foto: Inthesity para Flickr.