Veinticinco años después de su fundación, Yo La Tengo son una banda de total vigencia, como demuestra el éxito de su aclamado duodécimo álbum, ‘Popular Songs‘. El matrimonio formado por Ira Kaplan y Georgia Hubley, unido desde 1992 con James McNew, ha sido y sigue siendo un ejemplo de fidelidad a sí mismos y a su amor por la música pop y rock, obteniendo como resultado la admiración de cada vez más y más gente. No quedan muchas bandas que puedan presumir de seguir sumando (nunca restando) fans de tantas generaciones diferentes. En 2000, cuando parecía haber alcanzado una cima con ‘I Can Hear The Heart Beating As One’, el trío de Hoboken volvió a pasmar con ‘And Then It Turned Itself Inside-Out’, un disco de nuevo distinto a todo lo que habían hecho hasta el momento, de nuevo surgido desde su profunda pasión por la música.
Tras su brillante etapa eléctrica de mediados de los 90 (que a su vez sucedía a su etapa acústica de finales de los 80 y principios de los 90), Yo La Tengo encontraron su versión más enfocada y heterogénea en ‘I Can Hear The Heart…’, picoteando del noise, el country, la bossa, el electropop, el folk o el funk para concentrarlos en una propuesta perfecta. Su sucesor posee esa misma inquietud por conglomerar muy diferentes sonidos, pero en este caso ‘And Then Nothing…’ lo hace desde una perspectiva tranquila. Es, de largo, su disco más reposado y melancólico.
Recurriendo a menudo a teclados analógicos en detrimento de las guitarras, hay en cortes como ‘Everyday’, ‘From Black To Blue’, ‘Our Way To Fall’, ‘Tired Hippo’ o ‘Saturday’ esa especie de ambiente de improvisación propio del jazz hermanado con el post-rock de los entonces influyentes Tortoise, propiciado por la producción del asiduo Roger Moutenot. Solo en ‘Cherry Chapstick’ la electricidad se desboca al estilo de ‘Decora’ o ‘Big Day Coming’, eventualmente al servicio de una melodía muy Sonic Youth. Posiblemente esa dosis tan pequeña hace que se disfrute aún más.
Pero en ‘And Then Nothing Turned Itself Inside-Out’ la tónica general está en canciones como ‘The Crying Of Lot G’, una melancólica balada un poco ’50s en la que Ira parece airear abiertamente sus problemas de pareja con Georgia, ‘Last Days Of Disco’ o ‘Our Way To Fall’, ambas piezas de jazz-pop exquisito que parecen recrearse en cómo fue el día en que Ira conoció a Georgia o las primeras sensaciones al enamorarse. Ese camino, que culmina con los casi 18 minutos acústicos de ‘Night Falls over Hoboken’, tiene su mejor baza en la preciosa balada clasicista ‘Tears Are In Your Eyes’, cantada por Georgia con suma delicadeza, que intenta dar un aliento a quien está al borde de perder la esperanza.
Yo La Tengo son, por encima de todo, fans del pop y el rock de todos los tiempos, unos absolutos eruditos amantes de The Beatles y del más polvoriento 7″ editado por el más oculto sello de soul, de The Kinks y de Mission Of Burma, de Sun Ra y de Love… Ese profundo amor por la música queda plasmado en cada uno de sus discos, bien mediante menciones explícitas, versiones (el último de sus discos de covers se publicó en 2008 bajo el nombre de Condo Fucks) o guiños ocultos, y ‘And The Nothing…’ no es una excepción. Su título es un extracto de una frase de Sun Ra, en ‘Our Way To Fall’ mencionan ‘I Can’t Explain‘ de The Who y en ‘Last Days Of Disco’ a Anita Ward. Incluso dedican una de las canciones más celebradas del álbum, ‘Let’s Save Tony Orlando’s House’ (titulada como una película de Troy McClure), a imaginar una divertida historia en la que Frankie Valli, que hizo famoso el tema ‘Dawn’, amenaza muerto de celos con quemar la casa de Tony Orlando, que alcanzó cierta fama con su grupo Dawn. Y en el capítulo de versiones, su personal adaptación del clásico soul ‘You Can Have It All’ de George McCrae ha acabado por ser uno de los números favoritos para sus fans. Especialmente divertida era la versión coreografiada que hacían a principios de la década.
‘And Then Nothing Turned Itself Inside-Out’ es aún hoy, diez años después, un álbum de largo recorrido, para paladear con calma. Y Yo La Tengo representan el triunfo de los músicos que aman su propia música tanto como la de los demás y ese amor, afortunadamente, les es devuelto por cada vez más y más fans. Y que siga siendo así, por favor, por muchos años.