¿Cómo podríamos denominar a un filme biográfico que no cuenta nada del pasado del protagonista? ¿Y una película sobre la creación de Facebook que apenas se detiene en explicar su origen? ¿Biopic 2.0? ¿Postbiopic? Lo que sí parece claro es que Fincher ha elegido la opción más interesante. ¿De verdad a alguien le interesa el (vulgar) pasado de un nerd como Mark Zuckerberg? ¿O la génesis en profundidad de una web (y aplicación) que dentro de unos años nos parecerá tan viejuna como lo es hoy MySpace o Second Life?
Como ya hizo en ‘Zodiac’, una película de asesinos en serie donde lo que menos importaba era descubrir la identidad del criminal, Fincher toma a Zuckerberg y Facebook como ¿oportunista? excusa para construir un estimulante relato en torno a conceptos como la amistad, la traición y la venganza dentro del ámbito académico y empresarial. El director se basa en el libro de Ben Mezrich ‘Millonarios por accidente’ (Ed. Alienta) para articular con gran habilidad una ficción que se desliza a toda velocidad en dos líneas narrativas: presente (las vistas jurídicas a las que se enfrenta Zuckerberg) y pasado (el prosaico origen de Facebook y las relaciones entre sus creadores).
Aunque resulte paradójico, el mayor problema de ‘La red social’ es su coherencia estilística. La puesta en escena de Fincher es tan fría y distante como las asépticas salas de reuniones donde transcurre gran parte de la película. Una frialdad expositiva que, al contrario de lo habitual en este tipo de propuestas, no hace de contrapeso a una historia de gran carga emotiva. El resultado es una película a la que da gusto ver correr aunque sabes que lo hace para no quedarse helada. 7.