La estrategia comercial que ha seguido Robyn en este 2010 para dar continuidad a su magnífica resurrección artística de hace tres temporadas no ha convencido, definitivamente, a nadie. Ni siquiera a la propia Robyn. Lo que habitualmente hubiera sido un álbum con doce o trece cortes que, precisamente ahora en Navidades, podría haberse reeditado como un doble álbum con unas cuantas canciones inéditas (e incluso algún remix fabuloso), la sueca lo planteó como tres miniálbumes que al final han sido dos (I y II) y un disco final (este que nos ocupa) reuniendo cortes de fragmentos anteriores junto a otro puñado de nuevos temas. Leído así suena a timo y quizá eso haya motivado su fracaso pese a tener (al menos en el resto de Europa) un precio asequible en torno a 9 o 10 €. Pero quizá lo que más ha merecido la pena de todo esto ha sido, como decía la propia Robyn, la excitación generada con cada nueva canción, portada, vídeo, teaser, web o lo que fuera, que llegaban a los fans desde la artista de una manera directa, casi en tiempo real. Ahora llega el momento de hacer balance artístico de la obra con ‘Body Talk’, el volumen definitivo.
Ya se había anticipado que este tercer y definitivo volumen incluiría cinco cortes nuevos y una selección de los dos volúmenes anteriores, algo así como un ‘Best of 2010’. En este sentido, como recopilatorio de lo mejor de ‘Body Talk’, la cantante sueca no acierta. El álbum peca de excesivo, incluyendo cortes totalmente prescindibles como ‘Fembot‘, ‘Don’t Fuckin´ Tell Me What To Do’ o ‘We Dance To The Beat’, meros ejercicios de estilo que lastran innecesariamente la secuenciación del disco, prolongándolo hasta la hora. Un error que enfanga, en parte, lo que podría ser en realidad ‘Body Talk’: una sucesión de grandes canciones de pop sofisticado, tan disfrutable en la pista de baile como en los auriculares, en manos de una artista inteligente y en un gran estado de forma.
Si obviáramos los tres cortes mencionados, estaríamos hablando de una colección pop difícilmente superable por otras artistas de sus características, y eso incluye a su poco apreciada Lady Gaga. Desde el acertado arranque con la incombustible ‘Dancing On My Own‘, claramente una de las canciones de 2010, temas como ‘Hang With Me‘, ‘Love Kills’ y las colaboraciones con Diplo (‘Dancehall Queen’), Royksopp (‘None Of Dem’) y Snoop Dogg (‘U Should Know Better’) nos muestran a una artista que sabe imprimir un sello personal e imborrable a cualquier género que se le ponga delante, ya sea eurodance, electro, dancehall o hip hop.
Y los cinco nuevos temas están a la altura, desde luego. La versión bailable de ‘Indestructible‘, sobre abandonarse al sexo fugaz aunque resulte sentimentalmente dañino, ‘Time Machine’, estupendo reencuentro con Max Martin (autor de gran parte de los mayores éxitos del pop de las últimas décadas, con el que Robyn trabajó a principios de la pasada década), ‘Call Your Girlfriend’ y, en menor medida, ‘Get Myself Together’ (casi como un tema de Madonna con la que, recordemos, hizo un tour) y ‘Stars 4 Ever’, sostienen el nivel de las mencionadas anteriormente y hacen que ‘Body Talk’ sí merezca mucho la pena como resumen del estupendo momento artístico y personal que Robyn vive con su pareja Klas Åhlund, músico, productor y co-autor de gran parte de estas canciones. Su felicidad se percibe incluso en las canciones que hablan de desamor o crueldad, que a menudo demuestran un tono de humor o un poso optimista que, como poco, hace esbozar una sonrisa. De no haber metido la pata con el tracklist, probablemente estaríamos antes uno de los discos del año.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Dancing On My Own’, ‘Undestructible’, ‘Hang With Me’, ‘Time Machine’
Te gustará si te gustan: Róisín Murphy, Madonna, Lady Gaga
Escúchalo: Myspace