A Daniel Sánchez Arévalo le ha pasado lo peor que le puede pasar a un creador: que todos, menos tú, crean que ya has hecho tu mejor película. Muchos venderían a su madre por hacer un debut como ‘Azuloscurocasinegro’ sin tener en cuenta que a veces, empezar con algo tan alto, solo sirve para hacerse demasiada sombra. Y todo indica que a Arévalo le va a costar todavía un par de películas más volver a ver el sol. ¿Significa esto que ‘Primos’, su tercer largometraje, es malo?
No diría tanto. El filme es lo que es y ofrece lo que promete: una comedia sencilla sin más pretensión que hacer pasar un rato entretenido en la butaca. Y punto. Lo menos que podemos pedir al cine es que sea honesto con el espectador, y ‘Primos’, que no dejaría de ser algo así como un ‘Colega, dónde esta mi coche’ en versión cántabra –mejor dirigida y mejor actuada, todo hay que decirlo–, lo consigue. Al fin y al cabo, no pasa nada por quitarse unas horas la etiqueta de intenso de encima, que qué aburrido sería el mundo si todo estuviera visto por Guerín o Rosales detrás de la cámara.
La película, como si una metáfora de la carrera de su director se tratase, comienza fuerte con un monólogo en primer plano de Quim Gutiérrez, que ha mejorado mucho por dentro y eso se nota por fuera. Una escena difícil que da paso a la secuencia de presentación del trío protagonista, completado por Raúl Arévalo haciendo un poco de Raúl Arévalo –puede permitírselo que ya ha demostrado bastante su valía– y por Adrián Lastra, al que le tocó en desgracia un papel de hipocondriaco que el actor ha resuelto en forma de caricatura y cuyos excesos interpretativos acaban contagiando, por desgracia, al resto del reparto. O casi todo, que Inma Cuesta, por mucho que a veces recuerde a Blanca Romero, enamora, mientras que Antonio de la Torre parece que ha aprendido de los errores de su anterior colaboración con Sánchez Arévalo.
Lástima que el desarrollo de ‘Primos’ haya apostado por el histrionismo de los primeros en lugar de la interpretación sostenida de los otros, lo que convierte a la película en un desfile de estereotipos que merecen segundos y no horas su presencia en pantalla. Es como si Sánchez Arévalo se empeñase en ser gracioso en cada plano. Y la comedia, por desgracia, no es tal, solo porque sus personajes sean un caso. Para hacer reír hay que rodearlos de vida normal para que el contraste haga el juego necesario. Y a veces ni eso. Pero lo único cierto es que mezclando sin concierto, donde Berlanga o José Luis Cuerda consiguieron sinfonía, Sánchez Arévalo se queda en orgía a pelo.
Algo debía saber el director de lo arriesgado de rodar este filme cuando en los créditos agradece a todos los amigos que le aconsejaron no hacerlo. Tampoco es cuestión de fustigarse hasta hacerse daño. ‘Primos’ está más cerca de ‘Al otro lado de la cama’ que de ‘Fuga de cerebros’. De hecho, estoy convencido de que los desencantados con el resultado final vamos a ser los menos. Pero como decían esos profesores cuando te alegrabas de haber sacado un aprobado raspado: “Si encima estudiaras llegarías mucho más lejos”. Pues eso. 5,5