Faltan poco más de dos meses para que se celebre el festival de Glastonbury, el más popular del mundo para la música alternativa (y para la música en general). Como todos los años, los 200.000 asistentes agotan los abonos sin conocer el cartel, que apenas aparece esbozado en la web oficial a estas alturas. Sí se ha confirmado que son cabezas, actuando en el Pyramid Stage U2, Coldplay… y Beyoncé. Más aún, la prensa internacional asegura esta mañana que Ke$ha también actuará en el festival. La hecatombe.
Entre los pocos confirmados de momento están grandes clásicos de siempre como BB King, grupos conocidos por las masas como The Chemical Brothers, favoritos del mundo independiente como Primal Scream o nuevos valores con enorme proyección de futuro como Fleet Foxes o Janelle Monáe. Es para muchos un sacrilegio que Beyoncé figure en letras grandes, con este «background». Pero su inclusión parece un reconocimiento de su carrera, aunque algo irregular (‘If I Were A Boy’, ‘Déjà-vu’, el grueso de sus discos), ya bastante llena de éxitos (‘Crazy In Love’, ‘Irreplaceable’, ‘Single Ladies’, medley de Destiny’s Child).
Descoloca más lo de Ke$ha, pero parece que no es una broma propia del Día de los Inocentes en el mundo anglosajón (el 1 de abril). La intérprete de ‘Tik Tok’ estaría no sólo en Glastonbury sino también en T In The Park unas semanas después, es decir: podría hacer una ronda de festivales independientes. Sabemos que estará en uno belga, ¿pero alguien se la imagina actuando en el Primavera Sound, en el FIB, en el Santander Music Festival, en el Día de la Música?
Si no es una broma, que hasta que no lo veamos en sites oficiales no nos lo creeremos, podríamos pensar que Glastonbury está rompiendo una lanza histórica que podría enterrar la diferencia entre mainstream y mundo alternativo de una vez y para siempre. Beyoncé ha trabajado en nuevas canciones con Sleigh Bells, alternativos entre los alternativos, ¿por qué no puede tocar en un lugar donde sí serían ellos bienvenidos?
Sin embargo, hay que recordar que, a pesar de su evidente espíritu independiente (en 1970 actuó T. Rex, en 1971 Bowie), el festival en realidad siempre ha estado abierto a la variedad. Sólo parece que no lo hemos querido ver. Mucho antes de las polémicas invitaciones en los últimos años a Jay-Z, Shakira y Kylie, en 1983 actuaron UB40 y Marillion; en 1985 Joe Cocker; en 1986 Simply Red; en 1987 los Communards; en 1990 Sinéad O’Connor (que volvió en 1995); en 1993 Jamiroquai y Lenny Kravitz; en 1994 The Pretenders, Spin Doctors y Blind Melon; en 1997 Republica; en 1998 Meredith Brooks; en 2000 Bloodhound Gang. Nombres todos ellos superventas en su momento que cuesta imaginarnos en un festival de nuestro país.
¿Somos en España más cerrados para entender un festival? ¿Habrán sido Beyoncé o Ke$ha rechazadas en algún festival español por no amoldarse a su línea editorial? ¿Qué tiene la mentalidad española para rechazar, en general, festivales con un poco de todo como en su momento el Doctor Music (Corrs, Portishead)? ¿Por qué nos da la risa si un festival reúne a Melendi y Felix Da Housecat, como el Metrorrock? ¿Calará en algún momento esta versatilidad y dejaremos de protestar porque Julieta Venegas va al FIB? ¿Es posible un Communards playing ‘Communards’ en algún lugar del mundo?